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mercredi, octobre 29, 2008

Ya que

Ya que he hablado últimamente de Simone de Beauvoir, cuelgo un pequeño texto que sale en la revista La tempestad.

La fuerza de la vida en Simone de Beauvoir


Lo quiero todo de la vida, ser una mujer y también un hombre, tener muchos amigos y también la soledad, trabajar enormemente, ecribir buenos libros y también viajar. Divertirme, ser egoísta y también generosa...
Este es uno de los fragmentos que nos pueden llevar a entender quién fue Simone de Beauvoir. Es esa pregunta inicial sobre quién era la que moverá el hilo de la creación en toda su obra, en toda su vida con una necesidad de totalización y una pasión absolutas. Es en esa confianza que ella pone en lo que piensa, con una disciplina invertebrada para pensar, que ella se reconoce como alguien con un valor fuera de lo común: Tengo la apariencia de una joven que hace tal o tal cosa, pero paseo un Dios dentro de mí. Primera revolución copérnica de Simone de Beauvoir: utilizar la primera persona para legitimarla ante la mirada de los demás, para empezar, la de los hombres. Es esta visión antropológica de lo que significa ser mujer en plena época de a post-guerra la que hace que ella invente esa frase revolucionaria: Una mujer no nace mujer, lo deviene. Todo en Beauvoir es invención, pero racional, organizada, sistemática. Segunda revolución: comprendió que había que pensar el género femenino, y todos sus componenentes, con nuevos instrumentos, o sea, pensarlos bajo la luz de la modernidad, resistiendo a los maniqueísmos y los chichés heredados: Coraje, sé tu misma y vive para ti.
Tercera revolución: toda experiencia nos lleva enfrentarnos al problema de la libertad y al de su contingencia. Pero justamente allí radica su novedad, en saber afirmar la vida en todas sus etapas, en todos sus estados, los de bienestar tanto como los de vulnerabilidad y sufrimiento. Nadie más consciente que Simone de Beauvoir de que el dolor tiene un valor filosófico intrínseco: Es tan cobarde detenerse por miedo de sufrir si avanzamos demasiado en la vida: sufriré, he ahí todo lo que debo hacer, tendré la fuerza.

Beauvoir ha seguido paso a paso los movimientos de su consciencia y los de sus sentimientos sin temor a mostrarse en toda su obra autobiográfica que, es la más importante. Hacia su primo Jacques, primera etapa de desmoronamiento de algunos mitos culturales (Cuadernos de juventud): matrimonio, pareja, casa; hacia Sartre, el que será el compañero ideal, y el del amor contingente y apasionado: Nelson Algreem, por quien ella nunca dejará París, convencida de que su vida como escritora se terminaba si abandonada su ciudad para seguirlo a él. Una disciplina de hierro, casi de ficción, ¿o es que ella solo sabía vivir en la ficción? Esta obra, ahora sé que seré capaz de terminarla, ¡aunque la inutilidad de este esfuerzo!... Nada me importa más que eso, solo ese deseo, más fuerte que la vida.
En La fuerza
de la edad aparecen algunas ideas filosóficas sobre lo que significa el compromiso con las personas involucradas en la creación, responsabilidad, deuda... Y en La fuerza de las cosas, la convicción de una contingencia constante en nuestras vidas, y aún más en la elección, que podría cerrarse con La ceremonia del adiós, como una forma de aceptar la propia muerte. Simone de Beauvoir no nos ha dejado ningún espacio vacío donde no haya puesto una huella, la suya, veloz, valiente, brillante y sincera: Tendría que vivir varias vidas antes de elegir. Ella eligió la suya, y lo hizo con vehemencia. Nadie queda intacto después de haberla leído. Tardamos en reconocerlo.

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