Pages

vendredi, décembre 29, 2006

Walser


Me es difícil pasar un solo día sin leer alguna cosa que me estimule. Es como el "pan de cada día", sin él muero de hambre y aburrimiento. Además de los libros que leo mezclando al azar: correspondencias, novelas, ensayos, tengo los blogs, los periódicos y las informaciones que llegan por Internet. Entro al blog de Assouline, en el diario Le monde y encuentro un artículo muy interesante sobre Robert Walser. Assouline escribe: Walser fue quizás un loco, pero un loco de la digresión, como se llama a los habladores con genio. Walser precede para Assoline a Kafka con una literatura del aburrimiento, de la desaparición del autor, y del silencio, que no es un interior sombrío sino uno casi jubilatorio. Walser escribió entre el encierro del sanatorio y la libertad de la caminata solitaria, tanto así que murió en la navida del 1956, mientras caminaba. Assouline también nos recuerda la deuda inmediata de ciertos autores como Jelinek, Vila-Matas y Coetzee con el autor del Instituto Benjamenta y los Hermanos Tanner...
A mí siempre me ha interesado el pathos de los autores alemanes, esa ausencia de artificio, que es un esfuerzo por devolverle al lenguaje su fuerza vital. Leer a Bernhard, es sentirlo, más que imaginarlo o pensarlo.

A veces, tengo la impresión que doy la vuelta a ciertas cosas y me quedo, al final, con las manos vacías. Estar siempre a la caza de ideas y situaciones que nos sorprendan, incluso en su banalidad.
Cerca, la música suena y suena, música de tierra y de barro, o de una arena que siento caliente hundirse bajo las plantas de los pies.
foto: un micrograma de Robert Walser

jeudi, décembre 28, 2006

El mar


Ahora he estado contemplando el mar desde el malecón de Chorrillos. Un viento suave y frío limpia el malecón y yo pienso en la Alejandría de Lawrence Durell, en aquella de Justine. Es un mar que huele intensamente, como si fuese un vientre lleno de seres vivos.


Un barco pasa por el mar lentamente.


Un hombre mayor habla al lado mío, pero no lo escucho, siento mi corazón que late fuerte. Pienso en otras ciudades, en un estado interior que pretendo conservar mientras alguien rueda un objeto pesado, de metal, sobre el asfalto.


He visto la película Babel, de Gonzalez Iñarritu y creo que confirmo lo que intuí con Amores perros, que es un director singular, muy vinculado a su época, sensible y sugestivo. Me fascinan ciertas ecesnas, ciertos rasgos de los personajes. Es casi imprescindible para comprender la rapidez de la comunicaicón actual y la sensibilidad de nuestra época.

mardi, décembre 26, 2006

Bendición


Aquí el soberbio poema de Baudelaire: Bendición.

Después de leer esto, un paseo por el mar para pensar...


Bendición


Cuando por un decreto de los poderes divinos,
el Poeta aparece en este mundo enojoso,
su madre, aterrorizada y profiriendo blasfemias
crispa los puños hacia Dios, que la acoge con piedad:


"!Ah, no haber parido un nido de víboras, antes que alimentar esta irrisión!
Maldita sea la noche de placeres efímeros,
en la que mi vientre concibió mi expiación!
Puesto que me escogiste entre todas las mujeres
para ser el disgusto de mi triste marido,
y no puedo arrojar a las llamas
como una carta de amor, este monstruo desmirriado,


haré recaer tu odio que me abruma
sobre el instrumento maldito de tus mezquindades,
y he de retorcer de modo tal este árbol miserable,
que no podrá hacer brotar sus yemas pestilentes


Ella vuelve a tragarse así la espuma de su odio,
Y, sin comprender los designios eternos,
ella misma prepara en el fondo de la Gehenna
las piras consagradas a los crímenes maternos.


Más, bajo la tutela invisible de un ángel,
el niño desheredado se embriaga de sol,
y en todo cuanto bebe y en todo cuanto come,
encuentra la ambrosía y el néctar rojo.


Juega con el viento, charla con la nube
y se embriaga cantando en el camino de la cruz;
y el espíritu que lo acompaña en su peregrinaje
llora al verle alegre como un pájaro del bosque.


Todos los que desea amar, lo contemplan con desconfianza,
o se enfuerecen con su tranquilidad,
buscan el que lo cubrirá primero de oprobio,
probando en él su ferocidad.


En el pan y el vino destinado a su boca,
mezclan ceniza con impuros escupitajos;
Con hipocresía, botan todo lo que tocan sus manos,
y se culpan de haber seguido sus pasos.


Su mujer va gritando por las plazas públicas:
" Ya que él me encuentra suficientemente bella para adorarme,
haré el papel de los ídolos antiguos,
Como ellos, quiero que me adoren de nuevo";


Y me embriagaré de nardo, de incienso, de mirra,
de genuflexiones, de carnes y de vinos,
Para saber si puedo en un corazón que me admira
Usurpar riendo homenajes divinos.


Y cuando me hastíe de esas farsas impías,
pondré sobre él mi frágil y fuerte mano;
Y mis uñas, semejantes a las de las arpías;
sabrán labrarse un camino hasta su corazón.


Como un pichón que tiembla y que palpita,
Arrancaré ese rojo corazón de su seno,
Y, para saciar a mi animal favorito,
!Lo arrojaré al suelo con desdén!


Hacia el cielo, donde su ojo ve un trono espléndido,
el Poeta, sereno, eleva sus brazos piadosos,
Y los vastos fulgores de su espíritu lúcido
le esconden el semblante de pueblos furiosos:


"!Que seas bendito Dios mío, quien das el sufrimiento
como un divino remedio a nuestras impurezas
y como la mejor y la más pura esencia
Que prepara a los fuertes a las santas voluptuosidades!


ya sé que tú le reservas un lugar al Poeta
en las filas bienaventuradas de las santas legiones,
Y que siempre lo invitas a la eterna fiesta
De los tronos, de las virtudes y las Dominaciones.


Yo sé que el dolor es la única nobleza
De la que no comerán la tierra y los infiernos,
Y que para tejer mi corona mística
Es necesario mandar sobre todos los tiempos y todos los universos.


Más las alhajas perdidas de la antigua Palmira.
Los metales desconocidos, las perlas del mar,
Elevadas por tu mano, no serán suficiente
A esta hermosa diadema deslumbrante y pura,


porque solo estará hecha de luz pura,
Tomada del lugar santo de los rayos primitivos,
Y cuyos ojos mortales en todo su esplendor,
No son más que espejos oscurecidos y quejosos!
Charles Baudalaire, Spleen, traducción de M.B.F, Ediciones 29, calle Mandri, 41, Barcelona.
No dice el año y he corregido un poco la versión.



lundi, décembre 25, 2006

Hijos con hijos

Después de la noche navideña, quedo agotada, sin substancia. Despersonalización cuando me desean "feliz navidad", ganas de decir: no soy creyente, pereza de explicarse. El agotamiento viene de tratar de adaptarse a un ritmo que no es personal, en los esfuerzos por "cumplir" con las obligaciones familiares, para estar a la altura de "sus" expectativas. Me veo caminando con los niños, tratando de entender su mundo, su consumismo exagerado, descubriendo en ellos, sentimientos de adultos, ambiciones venales, poca inocencia, la certeza de que hay muchos "hijos con hijos", adolescentes que tienen hijos sin saber por qué, simplemente porque es así y es natural. Leo en ciertas miradas desconcierto, casi como si fuesen víctimas de una situación. En el taxi, pasando delante de las playas que hormiguean de gente la pregunta. ¿Por qué no irse a un lugar fuera de todo esto?, una utopía seguro, donde no sean los mismos valores, sino nuevos, completamente concentrados en una vida espiritual, si tan solo hubiese una persona dispuesta...
sensación de aislamiento total.
Una imagen: la de una niña que no es una niña, la mirada envejecida por la experiencia precoz y mi desconcierto: ¿cómo se les habla, cómo se les explica, cómo se les hace comprender?
Yo no creo en la inocencia de los niños, no más que en la de los adultos. La inocencia como inconciencia es solo un estado, una forma de ignorancia. La lucidez, cuando forma parte de una voluntad, rinde frutos, se convierte en un motor de acción. Siempre le he temido a esa forma de inconciencia de los niños, me hace pensar en ese niño que juega con una escopeta, y sin querer, dispara, y mata a una persona. He ahí en lo que me hace pensar la navidad!

dimanche, décembre 24, 2006

Noche del 24

Luego de despotricar sobre las fiestas navideñas, por un profundo sentimiento anti-religioso y anti-clerical. Todo lo impuesto es sentido como una camisola de fuerza. Me deprime todo comportamiento gregario y colectivo, es decir, que solo lo acepto si esto permite una cierta calidad en el intercambio, el diálogo. Estoy exhausta y me pregunto sino son los esfuerzos que hago para mantenerme en dos planos: el de estar abierta al exterior y el de mantener mi centro. La estructuras familiares, en Europa, están organizadas, permiten reposar sobre ellas. Es decir, que no son tan vulnerables, puesto que enconómicamente están protegidas. Aquí afrontamos contrastes enormes, situaciones que no son fáciles de asumir. Entonces, como sea, sobreviene un sentimiento de culpabilidad, siempre me sucede. Mi trabajo se impone, pero me hace sentir egoísta.

Leo que en dos años Rilke se mudó 50 veces. Un record...

vendredi, décembre 22, 2006

Juliet, Karen Blixen


Recuerdo que una vez hubo una lectura en Saorge y que sepresentó alguien que se llamaba Charles Juliet, un hombre de expresión grave que leyó unos fragmentos muy hermosos de un libro suyo escrito en ese mismo Monasterio. Hablaba de sus paseos, de su vista a Ventimiglia, la primera ciudad en Italia, amistades con Beckett y Bergman, etc... Pero su mirada era intensa y fértil. Recuerdo que una frase suya me marcó: "Durante mucho tiempo he tolerado la compañía de gente mediocre por miedo a la soledad..." Esa frase la he repetido cada vez que sentía que no encontraba interlocutores. Luego de esa lectura pude conversar con Juliet. Me pareció una persona muy modesta, muy observadora y con una gran dificultad para vivir. Ahora Juliet publica un nuevo libro, nuevo volumen en una obra autobiográfica que mezcla la prosa y la poesía, "La opulence de la nuit", o La opulencia de la noche, un libro que parece la culminación de un recorrido, la madurez: Libérate/Retira de ti/Todo aquello que te molesta y te limita/Luego abandónate/Entra en la pasividad/El estado en que conoces la más alta densidad/La más vasta extensión.

Veo que la colección Quarto, de la editorial Gallimard ha publicado la obra completa de Karen Blixen, escritora danesa de quien no he leído nada, solo sé de ella por la película con Meryl Streep y Robert Redford. "Africa" habla de su vida allá, una vida apasionante, inestable, vertiginosa: Vivere non est necesse, navigare est necesse..., escribe alguna vez.

En estas fechas la bulla, el stress del miedo a los robos, las diferencias sociales, los ánimos exaltados, entran en su opus magnum. Me doy cuenta de que no comparto nada, o casi nada con la mayoría de la gente: no me gusta el pavo, no me gustan las navidades, no creo en la familia, ni en los lazos familiares, ni en la patria, ni en el pasado, no más que en el presente. Si todo el mundo baja por una escalera, yo subo, si todo el mundo se calla, yo hablo. Creo que esa distancia aparece el día en que decido escribir: yo estoy aquí, yo suscribo lo que vivo. También noto algo que siempre sospechaba: mientras más consumo, mientras más se crece enconómicamente, más frustración con respecto a las carencias que se hacen más visibles. A mi modo de ver hay dos movimientos, el del crecimiento económico y el crecimiento espiritual. Si no se crece en ese sentido, lo primero, no sirve de nada. Por supuesto es difícil saber dónde se detienen las necesidades en un país con tanta pobreza. ¿A qué aspiramos si no es a una vida digna? Una vez conseguida, ¿qué hacemos con ella? Esa es la pregunta fundamental. En una sociedad en crisis constante, la generosidad, la alternancia, son casi imposibles, las reemplazan el miedo y el resentimiento. Y si volviésemos a una sociedad de trueque... No lo sé... Lo más importante, lo fundamental, es saber que estamos para partir diciendo esa frase de Sócrates: Yo solo sé que nada sé.
Y no desespero.

Hoy paseo por el malecón, pulmones anchos, la impresión que el mar viene hacia ti. La herradura era una playa muy bonita, ahora está deshecha, abandonada. Algunos obreros tratan de impedir que la piedras las invadan, pero ellas están allí. Antes, en Caplina, había un galeón encallado, uno de esos galeones que el mar, a través del tiempo, había terminado por expulsar, cuando un loco que soñaba con todo el oro del Perú, atravesaba el Atlántico.



Leyendo a Blanchot, me doy cuenta de que comparto los esfuerzos de Rilke por hacer sentir que la conciencia de la muerte es necesaria para valorar la vida, que si rechazamos los aspectos difíciles de la vida, como si de la vida no buscáramos más que las partes más pequeñas, nuestros placeres también serán mínimos, escribe M.B. Y citando a Rilke: "Quien no consiente a lo más consternante de la vida, quien no lo saluda con gritos de alegría, aquel no entrará nunca en posesión de los poderes indecibles de nuestra vida, se queda al margen y no habrá sido ni un vivo, ni un muerto".
foto: Charles Juliet

jeudi, décembre 21, 2006

Fin de año


Me impresiona cómo se ejerce la crítica literaria actual, dividida siempre en dos bloques: los que buscan que la literatura responda a una interpretación potencialmente aplicable a todas la culturas, y los que comprenden que la literatura no es más que el resultado de una interpretación casi siempre subjetiva, y que es en esa subjetividad donde se halla lo general. Mientras más discreta se hace la aparición del autor, más espectacular se nos hace lo que escribe. Porque solo entiendo a esos autores que lo hacen porque necesitan escribir para vivir, y que reniegan de los premios y que se sienten más solos cuando se les aclama... Porque como decía Pascal (hay que leer Los pensamientos, es genial), escribir es una apuesta entre Dios y la nada, y no otra cosa.

Me sorprendo cuando el Ministro del Interior en Francia, candidato a las próximas elecciones por el partido de derecha, Nicolas Sarkozy, recibe críticas por haber dicho una tontería sobre La princesa de Cleves, la novela de Madame de Lafayette que fue en su época, siglo XVI, una novela precursora en el estilo y en la forma. Ganas de traducirla, no me faltan...

Leído, en Le monde, de este jueves, una crítica ácida de Raphaelle Réolle a la última novela de Mario Vargas Llosa, Las travesuras de la niña mala....

Regreso del barrio chino, en pleno centro. Si es cierto que el tráfico es infame, el barrio chino se ve floreciente, lleno de comercios, dueño de su propio ritmo y con personalidad. Es como esas personas que con los años maduran, se hacen sabias, saben crecer y guardar silencio. Son las personas que hay que buscar apartándose de los necios que solo hacen perder el tiempo. Cuando se ama, escribía Henry Miller, se le atribuye genio a la persona amada, luego, es a ella a quien le corresponde estar a la altura.

Comprado el Diario de Ana Frank para mi sobrina Marcia. Si de alguna manera me decidí a escribir fue porque mi padre me lo regaló cuando tenía su edad, haciéndome descubrir la vida íntima de esta niña con quien me identifiqué inmediatamente. Yo llevaba el diario de Ana mi balcón, seguida de mi de ota empleada que traía una frazada para cubrirme mientras leía esperando a que mi madre apareciera. Espero que le gusta a mi sobrina.

Cientos de niños deambulan por las calles vendiendo cositas para ganarse sus navidades, las que nadie les puede regalar. Y esos niños no sonríen. Son como Les étrennes des orphelins, de Arthur Rimbaud.

mercredi, décembre 20, 2006

La enfermedad

La enfermedad ha sido, es, uno de los temas más importantes en la literatura. Pienso en Marcel Proust escribiendo postrado sobre su cama o en Dostoievski, haciendo lo mismo luego de sus crisis de epilepsia, o, más recientemente, en Hervé Guibert, sabiendo que iba a morir. La enfermedad agudiza ciertos sentidos, hace que las cosas, la vida, las realciones, adquieran otro valor. La enfermedad es un estado de conciencia. Y su proceso dinámico, su creación, es el silencio. Digo esto porque desde que llegué me sorprende mucho haber oído hablar mucho, demasiado, sobre enfermedades. Me da la impresión que eso responde a un estado de ansiedad, de sentimiento de inseguridad, como si todos los miedos que la sociedad proyecta se uniesen en un síntoma. De alguna forma las enfermedades son resultados de heridas espirituales que no logran salir, por eso, a no ser que se trate de una infección, o un virus, todo cuerpo está hecho para funcionar. Cuando digo que es impresionante que todo el mundo hable de enfermedades, desde las más variadas hasta las más complejas, como una suerte de sicosis colectiva, nadie me toma en cuenta. No lo sé, pero creo que es como cuando un niño se corta un dedo y llora desconsoladamente porque no comprende la magnitud del corte. Aquí es igual , todo el mundo llama a la madre, o al padre, ausentes, y reclama su atención. En suma, es una sociedad completamente infantilizada, con egos muy frágiles, necesitados de la mirada de reconocimiento. Mucha gente se medica, por ejemplo, si algo va mal, zas!, pastillas antidepresivas, si, hay angustia, pastillas, si me duele el pelo, pastillas. Es una sociedad que consume la medicina como una industria milagrosa, para todo hay una medicina. No es que en Europa sea mejor, ni siquiera que sea menos consumista, sino que se acepta que la enfermedad puede tener otra interpretación menos dramática, es parte de la vida como la noche al día, es el complemeto de un estado sin mella, o algo así. Tal vez si tuviésemos menos miedo, si estas ideas se hicieran menos enigmáticas y más humanas, y también necesarias, no sufriríamos tanto. Sucede así con la idea de fracaso y de éxito. Todo el mundo maneja una idea de fracaso y éxito que hace valorizar una vida en jerarquías no siempre elegidas, sino más bien impuestas desde el afuera. Si solo se vieran estados, situaciones, movimiento, el drama desaparecería. Pero, el drama se nutre de la creencia, de la superstición, de los miedos que atrapan y no dejan libres a las personas que se someten. A veces es un poco más fácil, pero termina siendo una tortura.

lundi, décembre 18, 2006

Cultura Combi


Acabo de hacer una inmersión en la realidad, parada en medio de ella como lo he estado en medio de la Vía Expresa, tomando una "Combi" que se ha convertido en una especie de cultura alternativa decadente, caótica, la síntesis del "capitalismo salvaje", o su peor ejemplo. No puedo creer que servicios como el transporte público, incluso la salud, sean mercancías. Mientras la Combi avanzaba sin respetar ninguna regla de seguridad, maltratando a sus pasajeros, trataba de recordar cómo había sido antes, cuando vivía en Lima. Y recordé mi desarraigo. De pronto he comprendido que le debo el ser escritora a mi abuela paterna (la que me insistió y me costeó mi viaje a París), a quien llamábamos con el "oma" alemán, a raíz de mis primos hermanos, de madre alemana. Siempre que regreso a Lima me indigno por las condiciones de vida duras que enfrentan todos los peruanos, recordando a toda la gente que vive mal, sin derecho a una vida digna, ni siquiera la esperanza de mejorarla. ¿Es posible que no exista en el mundo la voluntad política de cambiar las cosas? Sí, es posible, la prueba. Aunque el crecimiento es notable, éste parece detenerse frente a un muro humano que se degrada, convirtiéndose en una especie de "alternativa desesperada al subdesarrollo", lo que se conoce como cultura "Chicha" y que no es más que un acomodamiento, sumiso, interesado e irreflexivo, al mundo capitalista. Aspirar a sus símbolos desvirtuándolos, lo que se conoce también como "Kich". Siento lejanía con todo esto, sobre todo porque no podría escribir ni pensar bien, pero como una vez me dijo Robbe-Grillet, la obligación de decirlo, de decir, basta! assez!...
foto: la Combi, transporte público deplorable.


dimanche, décembre 17, 2006

Puerto


Esta mañana fui al puerto de Chorrillos a comprar pescado. Miraba los pelícanos mecerse sobre el mar, rodeados de gaviotas que se veían pequeñísimas a su lado. Estaba perpleja por el tamaño de los pescados, de los cangrejos y los mariscos que reposaban medio vivos sobre mesas de cemento, mientras mujeres envueltas en sus mandiles de colores, nos iban proponiendo precios. La vista de la bahía de Lima, desde allí, es muy intensa, hay una gama de colores que no se ve en Europa, son densos, porosos. Me recuerda a Marguerite Duras cuando describe Saigón, hay algo de mundo colonial, de pasado colonial, una situación anacrónica, de pasado y presente golpeándose entre ellos, algo violento y a la vez indulgente. Yo tengo la costumbre de desplazarme a mi ritmo, siguiendo mis pensamientos, casi no dejo que el exterior me invada. Rilke decía en una carta que necesitaba estar metido en sí mismo como en el corazón de una fruta, y Maurice Blanchot empieza su hermoso ensayo, “El espacio literario” diciendo: Parece que aprendemos algo sobre el arte cuando sentimos lo que significa la palabra soledad... Creo que ese ha sido mi estado hasta Lima en que el exterior se me impone, todo se hace concreto. Sin poder soportar mucho tiempo sin bibliotecas, fui a la Alianza, caí sobre uno de los tomos de “En búsqueda del tiempo perdido”, de Marcel Proust. Empecé a leerlo y el texto me fue jalando, como si me llevase a navegar sobre el mar sin que pudiese detenerme. Caminaba con el libro entre las manos con la música de las frases de Proust resonando en el cuerpo, como si todo volviese a desaparecer, pero solo por unos instantes. Luego, en el taxi, sin que pudiera darme realmente cuenta, oí disparos, mientras unas personas corrían detrás de un hombre que parecía desesperado. No entendí qué sucedía hasta que el taxista me pidió un poco desesperado que cierre con pestillo la puerta, pero sin hacerme cargo de su miedo, impregnada de la música de Proust. Me doy cuenta que mucha gente vive prisionera de sus miedos, sé que no hay que ignorar los peligros, pero no deseo dejarme aprisionar, no.

Por el momento no logro dormir las horas que acostumbro. Me despierto por la luz o algún ruido y luego, me pongo a conversar desde muy temprano, pero el sueño me vence por las noches y la sensación en Lima se hace soporífera, casi melancólica.

Traduzco solo un fragmento de La prisionera, de Proust, solo por placer.

Sin duda los primeros días en Balbec, Albertine parecía estar en un plano paralelo al que yo vivía, pero que se había aproximado (cuando estuve en casa de Elstir), luego, reunido conmigo, a medida que avanzaba mi relación con ella, en Balbec, en París, luego, de nuevo en Balbec.

No he puesto puntos y comas (Ch), solo he añadido un verbo, me gustaría releer una traducción al castellano.

vendredi, décembre 15, 2006

Las ciudades invisibles



Poco a poco, la ciudad de Lima vuelve a ser mi ciudad, sin que me cueste mucho reconocer sus ruidos, sus olores, y su ritmo, aunquue ahora distinto, oscilando entre la calma y el estrépito. Pienso en los viajes y en los cambios que producen en nuestra mirada. Cuando se viaja, nuestra existencia se reduce a lo que realmente es: un largo camino para aprender a aceptar ciertas cosas, el paso del tiempo y su final: nuestra desaparición. Me parece increíble que los instantes nos parezcan eternos, que no midamos el nivel de nuestra vulnerabilidad ni los límites de nuestras experiencias (cualquier experiencia, termina absorbiéndose, lo que nos queda es su huella, la sensación), que se van borrando con el tiempo. También se me hace evidente que todo es mucho más sencillo, sin ser banal. La sorpresa, el misterio, cierta superstición, desaparecen cuando a fuerza de comparar y comparar, nos damos cuenta que en el fondo todos estamos igualmente solos. Cuando se llega a la tierra conocida, una se puede abandonar, o, sino mantenerse alerta, como es mi caso, sabiendo que esto, es también pasajero, que el sentido de mi vida no está en una sola elección, ninguna será última ni total, si no en la forma como yo interprete las cosas, los gestos, los afectos, las frases de los demás. Nuestra elección con las personas, con las cosas que debemos valorar, dependerá de nuestra capacidad de atención, de un cierto refinamiento que es una forma depurada de espiritualidad. Estoy casi segura de eso.

mardi, décembre 12, 2006

la haine

Pensaba en cómo se puede escribir a partir del “odio de sí mismo”, quiero decir sentir un tal rechazo de su propia persona que esto se convierta en un espejo donde vemos los defectos de los demás agrandados, convirtiéndose en insensibilidad y falta de compasión. Casi una ausencia total de sentimientos, el “grado cero” de lo que se podía llamar “lo humano”. ¿Qué es lo humano, renegar de toda confianza en la mirada del otro, negarle cualquier posibilidad de reconocimiento? Es una pregunta que surge y que no encuentra una respuesta fácil. Pensaba en cuánta desazón se acumula en situaciones de carencia, en cuánta imposibililidad hay de sublimar la frustración que se convierte en ese desprecio por lo que somos y que sale convertido en un rechazo del otro, del que nos mira. Poder afirmarnos a través d ela miarad de afecto, es la única solución terapéutica al desarraigo de nuestra época, la única salida. Ninguna lucha puede ser victoriosa sin el afecto y simplemente desde lo intelectual. Me refiero que cuando una persona se muestra, por más impúdica que sea us exposición, espera una especie de absolución. Por eso, las escrituras en primera persona me conmueven por el risgo que asumen y el cómo se exponen. Muy pocos comos capaces de decir yo, pero cuando lo logramos, algo se acomoda, algo nos reivindica en la larga cadena humana del lenguaje escrito. Trato de pensar en cuál es la manera de sanar alguas heridas a través de las palabras, a través de algunos textos. Tal vez la música sea el lenguaje de la armonía perfecta, no necesita intermediarios y se dirije directamente a los sentidos. Los libros necesitan lectores atentos, sensibles, muchas veces generosos. Pienso en todos los libros que se publican aquí pese a todo y con mucha ilusión, creo que es un rasgo noble y sano. Pienso en la generosidad de esos jóvenes que se imponen a la dureza del paisaje peruano, y que sueñan con entregar algo de belleza y de espiritual con sus libros. Creo que eso me conmueve. Hoy pensaba: lo que me gusta de los demás son sus defectos, lo que los hace humanos, incluso en lo escrito, es lo que me toca de cerca.

lundi, décembre 11, 2006

Truffaut




Me doy cuenta de que llego a Lima y no tengo tiempo para nada, que me lleno de obligaciones y que no puedo dedicarle el tiempo que se merece a cada persona. Ganas de estar en varias partes y la imposibilidad concreta de hacerlo. También siento mi desorientación con respecto de lo que sucede aquí, la distancia y el tiempo en Francia me han alejado de muchas cosas, mi información es mínima y no me puedo “nivelar” en pocos días. Hoy caminaba con Iván y deseaba dejar que el tiempo pase, sin pensarlo, oler las madreselvas, mirar la noche, simplemente, dejar pasar las cosas, peor imposible cuando cargo varias cosas pendientes en mi cuenta. No sé organizarme de forma sistemática y si en Francia llego a hacerlo, es porque hay un silencio constante y una austeridad máxima en las relaciones sociales. Aquí, es todo lo contrario, todo se multiplica y no sé, de pronto, pierdo centro y me siento dispersa. Espero que esto pase. No leo casi nada, solo actúo. Y disfruto. Al final de cuentas, no está tan mal. Conversaba con Iván de las películas de Truffaut, de “Adele H” y de su pasión desenfrenada por un soldado francés incapaz de comprenderla. Ella fue la hija de Víctor Hugo, su preferida porque era muy vulnerable. Même si je dois marcher sur la mer pour te voir, ce chose là, je la ferais, recuerdo esta frase dicha por Isabelle Adjani en la película de Truffaut, una joya del cine.
Foto: imagen de la película de Truffaut.

vendredi, décembre 08, 2006

Noche


Los días están irrigados de un sol lejano, como un ojo que contempla desde el cielo. Quiero escribir sobre la noche de ayer y la música, sobre el movimiento de esos cuerpos en el concierto del grupo colombiano “Niche”, sus colores, sus gestos, la falta de pudor, casi total, esa soltura y esa sensación de pertenecer a ese espacio pese a sentirme lejos. Tal vez mi amistad con Millet tenga que ver que compartimos a Beyrouth y a Lima, con Francia al medio: cuando me escribe, siento que hay ese puente entre los dos. Creo que puedo confiarle mi alegría y mi desarraigo al mismo tiempo. Si antes sentía que vivía en un tiempo no conjugado, ahora es el presente del indicativo. Es curioso como el movimiento vital nos empuja. Hoy vi a mi sobrino, Patricio. Tiene 19 años y trabaja y ahorra para su universidad. Es lo que cualquier chico de su edad puede hacer en Europa, pero algo me dolía, creo que el hecho de que tenga que haber asumido responsabilidades de adulto tan joven, con una infancia y una adolescencia cortas, como fue un poco conmigo luego de que mi padre se fue, como lo es con cientos de jóvenes aquí y en el mundo, lo sé, eso no me impide sentir cierta frustración…. La literatura, la belleza me parece fútil por instantes, opaca frente al flujo vital de estas escenas… Trato de leer y deseo estar más afuera, encontrarme cerca de las personas que quiero y devolverles un poco del afecto que me han dado. Siempre, siempre pienso que mi voluntad no alcanza, que se queda pequeña.
Un día escribiré sobre todo esto, cuando me paseo, me digo que todo lo que veo entrará en algún libro, de alguna manera.

mercredi, décembre 06, 2006

Punta rocas


Regreso del mar. El ruido de las olas, la luminosidad del día pese a la grisalla, la inmensidad del desierto, ejercen un efecto lenitivo, como si hubiese hecho una larga caminata. Miraba desde la terraza de Bea, en Punta rocas, los autos recorrer la Panamericana sur. Siempre me ha fascinado el hecho de que esa ruta atraviese todo el continente. Ganas de ubicuidad. En el mar, varios tablistas aprovechaban las olas encrespadas que hoy se formaban en el mar. Según me dijeron, hay los verdaderos "surfers" y los "corchos", los de la Morey Boogie(?), que no hacen mayores esfuerzos. Los que entran hasta el fondo, sin miedo de las olas y los que se quedan fuera y se dejan llevar. Linda metáfora de la vida. Un corcho flota. Leído a Elba un fragmento del "Diario de un hombre humillado", de Felix de Azúa. pas mal, diría, si no es que siento algo de cerebral en él que no deja que me acerque demasiado a su texto, solo lo necesario, pero siempre sin intimidad, y a mí me gustan los tonos confesionales, íntimos, impúdicos... Cae la noche, o empieza la noche. Estoy en Lima.

Llegando

Y aterricé en Lima, luego de un viaje larguísimo, después de haber perdido la conexión para Lima en Miami, una catástrofe con la línea aérea, American Airlines, pérdida de maletas y stress adicional. Pero, como sabía que el viaje era largo, acepté las cosas con serenidad y aunque exhausta, estoy en Lima. Cuando miró la ciudad desde el avión, me sorprende comprender que es una ciudad en medio del desierto. Es curioso, porque no debería sorprenderme, y sin embargo me sorprendo y me pregunto, con cierta angustia, cómo hace la gente que vive en las zonas pobres, en donde no hay agua. En Lima no llueve y nunca me he preocupado en saber más de lo que sé sobre ese tema, solo generalidades. De pronto, me gustaría saber cuáles son las reservas de agua… cómo se administran, alguien sabe?
Vista a la feria del libro de Miraflores, no muchos quioscos, pero sí cosas nuevas, no vistas, de las nuevas editoriales. La edición florece, joven, alternativa, interesante.
Me doy cuenta de que aquí se ríe con facilidad, que nadie se esfuerza en renunciar al placer (la comida es uno de los puntos álgidos de ese hedonismo) de la risa y el ovido. Ayer nos desternillamos de risa con Elba sobre detalles ínfimos, burlándonos de nosotras mismas. En medio del paisaje austero los gestos más banales se hacen sensuales y, de pronto, mi experiencia se hace tumultuosa, el tejido humano se extiende. Pese a que es una ciudad enorme, sus dimensiones son humanas. Pensaba en eso ayer que caminábamos por Miraflores o cuando paseaba por el malecón de Chorrillos, desde donde se ve la bahía de Lima inflada de edificios. Una torre como la torre de agua de Barcelona, no estaría mal. Jean Nouvel, el arquitecto del Museo de Quai de Branly y de la famosa torre de bcn, debería hacer algo así en Lima, la perspectiva sería genial. El verano hace que todo el mundo se ponga efervescente, abundan las presentaciones: esta noche, presentación de un libro en el jazz Zone, que finalmente se ha convertido en un verdadero lugar de culto al jazz, homenaje a Carmen Ollé en la Feria, el viernes, remate de cuadros y fiesta en Barranco, según me anuncia Tatiana. Es gracioso, después de la austeridad humana en la inmensidad de París, esta efervescencia me recuerda los años cincuenta allá, porque no sé, creo que ha desaparecido o se ha hecho más dispersa y menos visible, es lo que conversaba con Millet antes de partir. Por el momento no hace sol, está nublado y me he despertado con el ruido de las cuculís y los pericos salvajes que vuelan por todo Lima. Los jardines están flor y hay muchos picaflores, algo que también me sorprende. Me encanta mirarlos absorber la miel de las flores. Tal vez incursión en la playa del sur para ver el mar…
Antes de partir, pensaba, en el RER de París a Charles de Gaulle: si todo el planeta fuese una gran confraternidad humana donde hubiese verdadero intercambio, económico, pero también humano, todo el mundo estaría feliz. El sueño de un mundo así, no sé, tal vez no sea imposible.

dimanche, décembre 03, 2006

A punto

He aquí con las maletas listas para atravesar el Atlántico vía Miami. Trato de imaginarme la sensación al llegar a Lima, la calidad del aire, el olor de sus calles. Sé que es una sensación que no deja indiferente. París está de noche todavía, imagino a toda esa gente que se prepara a salir para sus trabajos y que a veces cruzo (sobre todo emigrados) sin poder entrar realmente en contacto con ellos. El frío parece que aseptisara las relaciones. Es extraño, a fuerza de razón y de orden, se ha perdido una cierta espontaneidad. No hablo de invasión, de ignorar dónde está el espacio del otro, pero sí de flexibilidad. La exposición de Antonin Artaud, en la Biblioteca nacional, no deja de sorprenderme. En realidad era un dibujante alucinante y alucinado, sus autoretratos son numerosos, un poco obsesivos, pero lo que más me impresionó fue un dibujo titilado: El hombre y su dolor. Ahí vemos realmente la fragmentación de Artaud, su sicosis y su locura. Allendy, psicoanalista, que fue amante de Anais Nin, y quien también se enamoró de ella, trató de analizarlo, pero Artaud se negó. No quería que lo curen de su locuraque consideraba visionaria. Yo creo que hubiese sido difícil porque sus síntomas eran físicos. Una carta pidiendo a su psiquiatra un medicamente para el dolor, me impresionó mucho. Según Anais Nin es de una herida humana de lo que se enfermó Artaud, la guerra, la locura de la guerra y el no poder entenderla. Y eso me conmueve mucho. Primera vez que veo el rostro de Anais Nin en vivo, es uno hermoso, muy equilibrado, con expresión de niña traviesa.

Pienso en los rostros hermosos que no tienen contenido, es decir, que no tienen “gracia”... el de Yannik Noah, ex-tenista, ganó el Rolland Garrós hace mucho tiempo. Visto en el restaurante Joe Allen, con Weyergans. Un rostro bonito, estéticamente bonito, pero la miradas es lisa, no hay relieve, está de acuerdo con el resto de su cuerpo, es equilibradamente banal. No sé cómo explicarlo. Me gustan los rostros con personalidad, pero sobre todo con alma. Miren y busquen uno... generalmente se encuentran más allá de los rasgos o del color de piel.

Hasta la vista Paris.

fatums

Fatums


Una pregunta que siempre me hago es si nosotros somos completamente responsables de lo que nos sucede. En cierta forma creo que sí. Que cada cosa que nos pasa es consecuencia de una acción, de un gesto de nuestra parte. Lo que es imposible saber es si realmente hemos elegido, y en eso consiste nuestra idea de libertad. Muchas veces necesitamos tiempo para comprender las cosas, e incluso, no siempre estamos en condiciones. Ayer di un largo paseo por París en automóvil. Pasamos por la Tour Eiffel, los Campos Elyseos, el Arco del triunfo, La escuela militar, los Invalides, etc, y todo eso, no tenía el mismo significado de antes. Quiero decir que yo no lo miraba como la primera vez, como algo extranjero, si no como algo familiar y sin mucho misterio, pese a ser hermoso. No sé si sea así con todo. Yo nunca he sido supersticiosa, ni creyente, siempre pienso que las cosas sueceden como deseamos que sucedan, y sin embargo, nunca he podido explicarme las tragedias colectivasm ni tampoco las individuales. Tal vez esta última sea más comprensiblepara mí, el hecho de que una sensibilidad determinada sea incapaz de adaptarse a cietros cambios. Hay personas que nunca desarrollan el sentido común ni práctico y esto las hace marginales, excéntricas, antisociales, pero, en general, son las que más me gustan porque yo también me reconozco parte de ellos. Si una persona es práctica y tiene sentido común, sabe establecer jerarquías, dar valor a las cosas según sus necesidades. A mí me sucede que muchas veces tiendo a la indulgencia, por una especie de soberbia, en realidad, que me dice, tú estás por encima de esas cosas, como si nada me alcanzara. Y eso es falso. Si me alcanzan ciertas cosas, y si hubiese sido más cautelosa, estaría protegida, mas no sé hacerlo. Lo que tiendo a hacer es comprender para integrar esa parte a mi relato íntimo de forma que no quede fuera de mi existencia. A veces, puede que haga todo de mi parte para sabotearme(yo misma entrego las armas). Es quizás un sentimiento de culpabilidad, por sentir que no se merece lo que se tiene y que hay que pagar una deuda. No debería estar tan mal si de veras no nos saboteraría ciertas cosas, nuestras relaciones con los demás, por ejemplo. En todo caso, toda persona que puede pensar, sabe trascender los fatums e intepretarlos como tales, casualidades, o conjunciones de situaciones que se han ido decantando y que se nos aparecen como evidencias en algún momento, mostrándonos algo que antes no hemos visto. Anoche soñé con un gato pequeño y desvalido, supongo que ese gato era yo. O alguien a quien quiero. Borges siempre se soñaba con tigres, yo me sueño con gatos... Y voy a ver la exposición de Antonin Artaud. Antes de partir a Lima.

samedi, décembre 02, 2006

Método

Hay situaciones que nos reclaman serenidad. Cuando las cosas parecen a punto de abortar, retroceder, pensar, tratar de observar los detalles. Nunca sabemos si estamos en contacto con las personas adecuadas, pero podemos confiar en que nuestra intuición no nos falle. Hay ideas que podemos tener y que pueden ir a contracorriente. Me pregunto si no es el fondo de mi trabajo de tesis que amenaza con abortar. Estoy yendo en la dirección que la universidad como intitución espera, o simplemente mi reflexión es antiacadémica y subjetiva, un rasgo que me identifica? No lo sé. Pero no evita que me ponga en duda. Un trabajo crítico necesita reflexión y tiempo, y si nuestra perspectiva no satisface ciertas exigencias de método, puede ser que carezcamos de él. Es curioso porque tengo una duda profunda sobre estos temas, sin dejar de ponerme en duda yo misma. De todas formas todo trabajo es una construcción y el hecho de retomar o retroceder, no puede si no enriquecernos... veremos...


Ayer, mientras hacía trámites administrativos, observaba a las personas, de todas las nacionalidades, que acudían al lugar. Creo que lo que más me conmovía, era la actitud de ciertas personas de origen africano. Me conmueve y gusta mucho su manera de moverse en el mundo, hay un encanto, una cierta delicadeza, o vulnerabilidad. Su manera de hablar es lenta, sosegada, no es rápida como la de los occidentales. Creo que eso también me lleva a pensar en mi trabajo. La cuestión del método, se puede reflexionar de otra forma que no sea metódica? En fin, todo nos lleva siempre a una nueva respuesta. Ayer en la exposición de Ives Klein, artista nacido en Niza, encontré unas reflexiones sobre el arte interesantes: la necesidad de ir hacia algo neutro, casi de desaparición del artista en su propia obra, sin método. Es una forma, de conocer, sensible que no sé si no está confrontada a otra forma de ver el mundo más racional. Seguiré con este tema.

mercredi, novembre 29, 2006

Yo soy otro


Me pregunto por qué tantas personas se quejan de soledad. Estamos más unidos por la comunicación inmediata, pero más solos, más ensimismadoas, más perdidos en nuestro propio laberinto. Es que las reglas de supervivencia han cambiado y estamos menos abiertos a los otros? Por qué más que estar realmente solos no somos más incapaces de acoger al “otro”, pero acogerlo quiere decir, dejarlo latir dentro de nosotros y dejar de existir un instante sin miedo a la despersonalización. De pronto, el espacio privado, individual, se ha hecho inmenso, a raíz de la inmediatez de los medios de comunicación, tenemos la impresión de estar en todas partes, pero no estamos, estamos en el lugar que ocupa nuestro cuerpo y abarca nuestra mirada. Creo que eso es evidente, pero todos parecemos ignorarlo. La caricia, el pliegue afectivo que produce la caricia, la presencia concreta de una persona, es irremplazable y toda la sofisticación de los medios de comunicación no la sustituye. Cada cosa tiene valor porque la compartimos con alguien y su mirada la ilumina, sin eso, creo que pensar que el mundo existe solo a partir de nosotroas, es una ilusión. El mundo es el "otro", sin ellos, no existimos. Ayer paseaba por París y miraba a gente sola, en los cafés, en las tiendas, sin sonreír, resignados a su soledad, incapaces de mirar a quien pasaba cerca de ellos, y era agobiante, es agobiante pensar que vamos hacia sociedades de seres monádicos, solos y pobres... porque la soledad, digan lo que digan, solo es fructífera si mantenemos el diálogo con el otro. Seneca le escribía a Lucilius, Ovidio escribía a su amor ausente, pero siempre estaba ese “otro”. Aunque nos tengamos a nosotros mismaos, no, no quisiera olvidarme de ese otro, que también soy yo. Es el gogito de la frase de Arthur Rimbaud: Je est un autre, escrita en una carta a su profesor de retórica, Izambard.

lundi, novembre 27, 2006

Sobre los pasos


Acabo de releer el sexto canto de Maldoror, uno de los más bonitos (era el preferido de André Gide), y me doy cuenta de que cada vez que lo leo de nuevo, hallo algo. Es el diálogo que mantiene con Mervyn, su alter-ego, uno de los tantos, además del mismo Maldoror, o el conde de Lautréamont (que se supone le inspiró una novela de Eugene Sue)... Ayer en la librería de José Corti, encontré una edición con prefacios de Leon Bloy, Blanchot, Supervielle y Remy de Gourmont. Salvo, Supervielle, todos optaban por pensar que Isidor Ducasse estaba loco. Pero eso ha fue en el año 1954! Ahora, la interpretación es otra... Hoy tengo que ir por la rue Vivienne, donde hay varias galerías y donde vivía Lautréamont (en el sexto canto la describe muy bien). Es una perpendicular a la rue Chabannais, donde también vivió Flora Tristán y donde su marido disparó contra ella. Simón Bolívar (amigo del padre de Flora) se alojaba en un hotel de la rue de la ex-biblioteca nacional, colindante con la rue Vivienne... Convergencia de energías, tengo la música de ese canto y las Poesías en la cabeza, "No conozco otra gracia que la de haber nacido"... "Yo deseo que mi poesía pueda ser leída por una muchacha de catorce años"... "Sufrir es una debilidad, mientras podamos impedirlo y hacer algo mejor"...

sobre los pasos de Lautréamont entonces...
foto: uno de los pasajes de la rue Vivienne...

dimanche, novembre 26, 2006

Indulgencia

La indulgencia como antídoto contra el desapego. Al final, cuando nos despegamos siempre perdemos algo. No creo que se trate de salvar a nadie, si no de crear un espacio de armonía, donde el diálogo sea posible. Sin eso, la experiencia se hace plana y pobre. Hoy visité la exposición de Tiziano, pintor del Renacimiento, en el Jardín de Luxemburgo. Una nube de gente, casi no se podía avanzarni ver bien los retratos, que de eso se trataba. Ganas de escribir y mantener un estado embrionario, fuera de la dispersión. En el café des Editeurs, conversaba con dos amigas, pero mis ganas de regresarme a escribir eran enormes. No me importaba estar afuera, quería, deseaba más que nada estar adentro. Necesidad de espacios abiertos y solitarios donde el pensamiento fluye.

vendredi, novembre 24, 2006

empecinarse

A veces sudece que tratamos de enriquecer una relación, es como una brocha que se esfuerza por hacer trazos en el vacío, y de ahí, nada brota, ningún color, ninguna forma. Me ha sucedido con una persona. Y es como una afasia, como si el lenguaje no existiera. Pienso que no puede existir un autismo de esa índole, pero es inútil. Por más que toquemos una música, la otra persona no oye. Está sorda. Entonces, tratamos de pensar que nuestra música hay que tocarla en otra parte. No es pobre el que da, si no el que no sabe recibir. No sé si creo mucho en esto, pero se tiene que utilizar a manera de máxima. Luego del embelesamiento estético de París, me doy cuenta de que soy una privilegiada, que me voy a Lima, a gozar del sol y que la gente se queda encerrada en el invierno aquí, sin poder hacer nada para cambiar las cosas. Es la rutina de toda gente que aspira a una vida segura, pero, me pregunto, son más felices? Esta persona de la que hablo, es como si fuese una amargada (y nada es más chocante que la amargura, humanamente, hiere), alguien que no está nunca satisfecho con la imagen que tiene de sí mismo, una especie de enfermedad megalómana que todos podemos padecer, pero que ha curar a fuerza de empeño. Sé que suena moralista, pero la necedad, la tontería, o la frivolidad, debemos siempre justificarla? No lo sé, siempre he querido entender y no ponerme en el lugar de que la que juzga, pero eso conduce a una especie de inercia. Absorbemos esos límites, los hacemos nuestros y nos arruinamos moralmente. Porque una persona que no es sensible a una frase de afecto, a un gesto, es alguien que de alguna manera ha dejado morir algo dentro suyo. Y eso, es lo más triste de todo, no poder hacer nada.

Concentrarse

Acabo de llegar a París. Y es curioso, piso esta ciudad y mi distracción es total. La gente, los escaparates. Tendría que andar con la cabeza metida en una especie de casco. He dormido como un lirón, creo que es esa serenidad de saber que las cosas que más quiero están a la mano, las bibliotecas, las exposiciones, gente de todas partes... En todo caso, miro todo con una mirada nueva y limpia, como una chiquilla... O parezco una salvaje, soy sensible a todos los olores, a los colores y las atmósferas...
Entiendo a Rilke, cuando, para escribir sus cuadernos de Malta, se negaba a salir a la calle. Bueno, yo tendré que ir a la biblioteca de La Sorbonne, atravesar el parque de Luxemburgo, el patio, sentarme en medio de muchos estudiantes y concentrarme. París mantiene todavía su misterio para mí, sigue siendo un mito y eso me gusta...

mercredi, novembre 22, 2006

Ensayo sobre la sombra


Acabo de terminar un ensayo muy hermoso, "L'enver du visible "(el otro lado de lo visible), ensayo sobre la sombra, Seuil 2006, de Max Milner, filólogo de la La Sorbonne, París III. Traduzco un fragmento de la conclusión, es un texto bellísimo sobre la creación y el artista.


“Dos opciones se ofrecen al artista: reconstituir por la distribución equilibrada de la sombra y la luz, la impresión de permanencia, de serenidad, de majestad tranquila que pedimos a un arte que tiende a un ideal hermoso del cual Grecia ofreció el modelo; o bien, tomando acta de la inestabilidad de nuestro mundo, de su fluctuación en un universo sin límites, del carácter conflictivo de las fuerzas que se pelean su dominio, apostar a la catarsis incluyendo en el cuadro, en sus proporciones y disposiciones, pero sobre todo en las partes luminosas, los símbolos de una inquietud que esperamos manejar representándola. Los pintores de los que he hablado en esta obra (Goya, Velázquez, Carvagio) no dan más que una idea muy frágil de las infinitas soluciones intermedias, tanto como una cierta generosidad en la parte reservada a la sombra y que está lejos de tener la misma importancia en unos y otros: de una infinita delicadeza en Leonardo, puede sugerir, en Carvagio, la brutalidad de la irrupción de lo sagrado en un mundo profano, o instaurar como en La tour, un clima meditativo que es como un oasis de serenidad en una época violenta y perturbada. La época de las luces, en sí misma, a pesar de su nombre, está lejos de ser sensible al prestigio de la sombra, sea porque su pulsión de investigación, la pone en presencia de fuerzas naturales que despiertan en el hombre una especie de horror sagrado indisociable del sentimiento de sublime, sea porque la lucha contra todo lo que ofende la razón la lleva, como en Goya, a subrrayayr con un negro colérico la crueldad, la villanía, y la estupidez que forman la trama de los días en el instante en que el futuro parece cerrarse.
Esperarán, sin duda que se le hubiese dado un lugar más importante al romanticismo, en el cual una estética de la sombra parece haber triunfado. Es que ese triunfo, que los contemporáneos han exagerado, o tomado demasiado al pie de la letra como la apuesta por la ruptura con el pasado, no se acompaña, a decir verdad, de ningún descubrimiento esencial en el campo que nos ocupa. Delacroix ha asimilado con genialidad y puesto a su servicio, las lecciones de Velázquez, de Zurbarán y de Goya, tenemos la impresión que el Víctor Hugo que dibujaba se sitúa en los pasos de Rembrandt y, en su obra poética, el uso del claro-oscuro, parece reinventar el de cierta poesía barroca, a tal punto su retórica tiene de eso gran parte, pese a la potencia de sus componentes visuales. Lo más importante es sin duda que la experiencia de las tinieblas no es llevada hasta el final en el romanticismo, salvo, a lo mejor, en ciertos poetas, que se pusieron fuera de la literatura por medio del suicidio o por el culto razonado del fracaso. El caso de Hugo es, en este punto de vista, ejemplar. Nadie más que él ha sido sensible a las fuerzas de la sombra, a tal punto que muchos de sus lectores, legítimamente receptivos a las preguntas que atormentan nuestra época, creen que es más fiel a sí mismo del lado de las sombras que de la luz.
En realidad , el verdadero punto de ruptura, aquel a partir del cual la sombra es pensada por su propia negatividad, y no en relación con una luz que comparte, equilibra y, al final de cuentas, consolida el reino, es a partir del cual el universo cesa de ser concebido como un todo en el que el espíritu humano podría idealmente abarcar. Vemos en el primer romanticismos alumbrar en Alemania estas tendencias contestatarias a una totalidad en la cual todo lo negativo se disolvería o se integraría. Me gustaría citar una reflexión de Fernando Pessoa:
No conozco nada más grande, más digno, en el hombre realmente grande, que el análisis paciente, expresivo, de las diferentes formas de ignorarnos, la cuenta exacta de la inconciencia de nuestras conciencias, la metafísica de las sombras autónomas, la poesía nacida del crepúsculo de la desilusión. “El libro del desasosiego”, p. 241.
Teniendo en cuenta el temperamento melancólico de Pessoa, esta “metafísica de las sombras autónomas” es subyacente a muchas otras obras en las cuales se refleja la intranquilidad de varias generaciones a las cuales las desilusiones no les ha hecho falta. Es significativo que el escritor portugués ponga la autonmía de las sombras en el mismo plano que el dicho socrático: “conócete a ti mismo” sobre el cual se ha fundado una buena parte de nuestra civilización occidental. Sería absurdo ver en esta coincidencia una vocación por el oscurantismo (y en el libro que se termina una renuncia a los beneficios de la luz, a la fascinación a la que Pessoa se muestra tan sensible tanto en su prosa como en su poesía). Pero nunca reflexionaremos lo suficiente sobre las lecciones de modestia que nos da, sin ceder a la desesperación, puesto que escriben, los que respetan la sombra, para no permanecer sordos al mensaje que ellas aportan. Sin ignorar la intensidad de los sufrimientos del que las sombras llevan siempre la marca, quisiera considerarlas no como agujeros en una plenitud del ser del cual tendremos siempre la nostalgia, pero como reservas. Reservas de sentido, si queremos, pero a condición de admitir que el sentido no será nunca definitivo: reservas de humanidad, en todo caso (qué escritor más humano que Pessoa) que impiden, como Lévinas lo ha demostrado, que se instaure entre los hombres una violencia enraizada en la certeza de poseer la verdad porque la vemos de frente. Igual que es posible imaginar a Sísifo feliz, de la misma forma (pero en otro sentido) podemos considerar la “epekeina tes ousias” no como el término de una lenta y larga asención, si no como una nube de desconocimiento, que nos cubre y a veces, intempestivamente, mientras hayamos aceptado la alegría de perdernos: “Me hice perdedor y me gané” Me hube perdido y me gané, dice el alma en el Cántico de Juan de la Cruz.".

mardi, novembre 21, 2006

Sand

Encuentro un fragmento en el diario íntimo de George Sand que me sorprende. Curioso, Flora Tristan y Sand tuvieron el mismo editor: Buloz, amigo del crítico Saint-Beuve, que Proust criticó en su “Contra Saint-Beuve”...Traduzco algunos fragmentos. Esta mañana conversación con Millet, algo que reconozco en él, es mostrarse con todas sus debilidades y amarguras, simplemente yo siempre quisiera que las personas mientras más maduras, más generosas, y eso casi nunca sucede. Los golpes, los desengaños, tienden a endurecer, pero veamos lo que escribe Sand que vivió con Alfred de Musset, el poeta, Liszt, y Chopin, su último amor.


Miércoles 19 de noviembre

¿Qué me decía Buloz a propósito de Liszt? ¿Le habrá hablado Alfred? Es que él ha pensado por un instante que yo iba a amar a Liszt? Ah, mi querido, si pudieses sentir celos de mí, con qué placer, botaría a toda esa gente! Pero no estás celoso de mí, has fingido creer en algo que no crees, para deshacerte de mí, y eso duele, y si hubiese podido amar a Liszt por cólera, lo hubiese hecho. Pero no podía! Piensa en eso! (...) Por otra parte tengo una idea fija, una única y sola esperanza, bien modesta, pobre George, para ti que ambicionas tanto ser amada y he aquí, bien humilde, Magdalena sin cabellos, y con lágrimas, sin cruz y sin cabeza de muerte. Ya se lo decía a Buloz, que solo tenía una idea fija. Yo deseo la amistad de Musset y un poco de su estima. Pero para eso necesito tiempo, seis meses o quizás más. Es lo único que me sostiene, la única esperanza que ha podido entrar en esta pobre cabeza. Es por eso que no me puedo decidir a partir, ya que cuando estaré lejos, me lo ha dicho, ¿qué sabrá de mí? Supondrá que haré locuras. Quedándome aquí se me rendirá justicia y para eso no quiero aislarme ni esconderme, enclaustrarme, sería para él una idea absurda cuya duración le parecería dudosa. Pensará que al primer paso que daría afuera, estaré tentada y que sucumbiré. La enclaustración, el ascetismo, la mortificación, exaltan los sentidos y para que exaltaré yo los míos con una soledad peligrosa, mientras que en medio de los hombres se me deja tranquila? Pero si tan solo viniera a mi habitación a darme un beso todos los días, como correría! Pero no vendrá o lo hará con esa desconfianza por el futuro. (... ) Si tuviese algunas frases tuyas, una frase permitiendo que te mande una imagen, de cuatro centavos, comprada en el borde del Sena, para sentir que piensas en mí recibiendo esas tonterías! (...) He sentido el otro día cenando con Pinsón, cuánto los celos pueden volverte vil, injusta y tonta. Hubiera deseado rebajar a la mujer de la cual él solo decía cosas buenas delante de mil criaturas, y por qué? Eso también es estúpido y feo. No, señor. No dejes que me embrutesca y me pierda. La pasión e sun don severo, pero divino, los sufrimientos del amor deben ennoblecer y no degradar (...) Alfred, voy a hacer un libro. Verás que mi alma no esta dañada ya que haré una terrible acusación contra mí.

dimanche, novembre 19, 2006

Las personas que importan


Esta mañana me despierto con ganas de leer y escribir. Primero, quiero terminar el diario de Anais Nin, los pasajes con Henry Miller, Artaud, etc... Nin escribió un ensayo estupendo sobre D.H.Lawrence, su ídolo. Y proyectó en Miller una serie de calidades haciendo que su vida fuese casi de ficción. Pero que tal esfuerzo, ¡qué fuerza, que empuje para hacer que las cosas más triviales parezcan extraordinarias! De hecho, la vida es así. Ahora miraba el sol levantarse sobre la montaña y allí, por supuesto, hay un acontecimiento, todo está en la mirada, sin embargo, hay días en que no lo veo y no me produce nada. Estoy tan metida, tan perdida en mí misma, y en mi Ego, que soy incapaz de establecer esos puentes con el exterior. Entonces, me digo que si no puedo ser más sensible, más intensa, más arriesgada, no podré ser una buena escritora y autorizarme a seguir escribiendo. Si no me muestro con todas mis incapacidades, sabiendo sacar lo mejor de ellas, no avanzaré. Y la vida sin sabiduría es solo fuego fatuo, finalmente es aburrida. Ayer leía la “Vida de Henry Brulard”, de Stendhal. La empieza pasado los cincuenta años, con vigor, confianza, amor por la vida. Una lección. Luego, me vengo a la biblioteca, intrigada por Henry Miller, ¿era de verdad tan interesante? Encuentro un solo libro: “Los libros de mi vida”, obviamente en francés. Abro la parte en que habla de los libros vivos, de sus admirados Rabelais y Dostoiesvki, de Mateerlink también, y un libro que desconozco con un hermoso título: “Sabiduría y destino”. Fragmento de Miller:

Los hombres se alejan de los libros, es decir, de los escritores y los intelectuales. Excelente síntoma, si solamente fuera para acercarse de la vida. Pero, ¿lo hacen? Jamás el miedo de la vida ha sido más violento. El miedo de la vida ha reemplazado el miedo de la muerte. Vida y muerte han terminado significando la misma cosa.

Luego habla de un personaje interesantísimo, un amigo que sabe ayudarlo en las peores circunstancias, generoso, vital, con humor. Y más allá de su maestro espiritual: John Cooper Powys. Se supone que escribió una obra autobiográfica interesantísima. Lo que dice Miller de él:

Si todas las personas que escriben autobiografías se atrevieran a decir las cosas que en sus vidas les han causado los dolores más intensos, harían mucho más que esforzándose a lo largo de sus páginas en justificar sus acciones.

Yo pienso. Cada vez que escribo algo, la idea de embellecerme espiritualmente, me acosa y me hace sentir desleal, falsa.... pero también, remover constantemente las heridas me hace ser una herida de guerra... Pero, sé que no deseo retroceder, lo sé...

Otro pasaje citado por Miller:


¿Qué es lo que perdemos todos cuando envejecemos? Es una cualidad de la vida misma. Sí, está en la vida, pero es más profundo que eso, en realidad, no más profundo que eso, quiero decir que es una esencia más preciosa que lo que en el pensamiento llamamos “vida” al envejecer. Me inclino a pensar hoy, que hasta mis sesenta años, he conservado a un nivel poco común, las cosas de mi infancia, y como es así, estoy tentado de decir que mientras más obstinación ponga para explotar esta puerilidad, más me apoyaré en ella, y más mi vida de hombre será madura y sabia, aunque sea menos humana.

Segundo pasaje citado por Miller:

Toda mi vida puede dividirse en dos partes. La primera va hasta tener cuarenta años, la segunda empieza después. Durante la primera hice esfuerzos desesperados para despertar y organizar en mí los sentimientos que correspondían a mis libros favoritos, pero, durante la segunda mitad de mi vida me he esforzado en descubrir cuáles eran mies verdaderos sentimientos, afinarlos, equilibrarlos y armonizarlos, de manera que correspondan úncamente a mi método.

Para Miller, John Cooper era un hombre completo. “Iluminaba todo lo que tocaba, llevándolo siempre a un fuego central que nutre el universo. El era un intérprete (o poeta) en el sentido más alto de este término. Dije de Cooper Powys que era un “libro en vida”. El libro que se hace vivo es aquel que el corazón penetra de punta a punta. Mientras no esté reanimado por el fuego de un espíritu tan vivo que el que le ha dado a luz, un libro permanece muerto apra nosotros. Las palabras desprovistas de su magia, no son más que hieroglíficos muertos. Las vida privadas de búsqueda y de entusiasmo, de dones, de intercambios, está desprovista de sentido y son letra muerta. Encontrar una persona que llamamos un “libro en vida” es llegar a la fuente de la creación. Una persona así nos permite contemplar el fuego que devora a través del universo y que no da solo calor y luz, si no una visión duradera, una fuerza durable, una valentía durable”.

Bonito, no? Cada persona que nos permite circular en toda nuestra plenitud, en nuestra capacidad de entregarnos y crear, es alguien que nos permite existir en el sentido pleno de es término. Leerle a alguien este texto, compartir esta lectura en el silencio o en voz alta, es un placer, y justifica muchas cosas. Pensaba en Millet (Richard) y como he deseado hacer correr esa cortina de amargura que tiene, y cómo me da pena cuando veo que tal vez no, no pueda hacer nada. ¿Por qué? Porque toda vida es para mí también un acto de creación, de energía que transforma, y su plenitud es cuando se une con otra, o simplemente actúa sobre ella. Es lo que veo en Miller, Anaís Nin, todos los que han hecho de sus vidas espacios energéticos, de vida intensa. Encontré otra frase de D.H, Lawrence:

"Una mujer rica interiormente no busca el lujo, puede dormir en el suelo".

Ps: pienso en la imagen de Miller que siempre he tenido a través de amigos ligados al psicoanálisis. Sé que vivió arruinado, pero feliz, sé de su amistad con Freud y su amor por Anais Nin, y de su amistad con Lawrence Durrel, de París... En la foto, Henry Miller.

samedi, novembre 18, 2006

Antonin Artaud


Ayer quería escribir algo sobre un sueño que tuve la noche anterior. Estaba en una calle y un hombre, que se parecía a Walter Benjamin (?), me confundía con una prostituta. En el sueño yo trataba de explicarle a esta persona que había cometido un error, sin lograr llamar su atención, mientras me jalaba por una mano haciéndome cruzar una calle. Ahí el sueño se corta, luego, me vi hablando con psicoanalista, que era el padre de M, y a quien trataba de explicarle mi malestar. Pensé hablar de este sueño porque intuyo que tiene que ver con el miedo que sentimos las mujeres de nuestro propio deseo, y el terror a que alguien nos desconozca. Prostituirse significa también traicionarse, tiene que ver con la frase de Hamlet, "sé fiel a ti mismo". Supongo que también está en relación con el miedo a no ser valorada por la mirada de un hombre, es ese rostro que se nos borra, de ahí la confusión y la necesidad de hablar luego con un psicoanalista. Cuando Paul Ricouer escribe su “Parcour vers la reconnaissance” analiza justamente el hecho de que toda vida es un recorrido hacia el reconocimiento afectivo, humano, existencial, en la mirada del otro. Creo que nada ofende más a una mujer que verse reducida a un cuerpo, vuelvo sobre este tema, confinada y condenada por él. Pienso en las mujeres intelectuales que han terminado renegando de cualquier rasgo sospechosamente “femenino”. Si entrevisto a Virginie Despentes, le preguntaré por este tema. Ella dice en su enyao que ya comenté: “estoy harta de vivir en un mundo en el que todos los hombres te hacen sentir que estás demás porque no estás buena”. En fin, es terrible en el caso de un hombre o una mujer, porque se convierte en una máscara. Pienso en le libro de Millet que pronto publicaré en Lima y que habla de la fealdad en un hombre, es terrible. Volviendo al sueño, creo que siempre le he temido al hecho de ser considerada “mujer" (como una condena), y por eso escribir ha sido la libertad. En algún instante, debe ser esa escena de "Electra...", en que el personaje piensa que la van a violar, la consciencia de que no podía tolerarlo, ha surgido (ojo, es una violación a la integridad psíquica del personaje). Es, por supuesto, una respuesta frente a la violencia, no es la indulgencia lo que ha hecho que decida escribir, es la imposición, el rechazo al sometimiento.
Voilá...

Leo en Le monde des livres una entrevista a Jonathan Littel, una de las pocas que ha dado desde que se ganó el Goncourt. El dice que cuando escribe avanza en una oscuridad total, hacia otra mucho más intensa. !Qué alivio! Pensé que era la única que sentía que pedaleaba en la nada, ciega. Littel ha escrito "Los benevolentes" en francés, con anglicismos porque es su primer idioma... Cita un libro de Maurice Blanchot que no he leído y que Richard Millet, me comenta es uno de los mejores en lo que se refiere a crítica literaria, El espacio literario, supongo que debe existit en español... Lo buscaré en París.
Muero de ganas de ir a ver la gran exposición que la BNF le consagra a Antonin Artaud. Pobre Artaud, siempre me impresionó su vida, su tragedia individual, y su encierro en el hospital de Rodez. Hay que leer el Teatro y su doble, para entenderlo mejor... En el diario de Anais Nin, la parte del incesto con su padre español (qué raro un apellido así en España), cuenta varias visitas de Artaud a su casa Loucevielles. Ella siempre que podía le daba dinero para ayudarlo en sus aprietos. En realidad Artaud se pasó toda la vida sin un centavo.
Quería encontrar una frase Artaud que yo había copiado, pero es imposible. Mis fichas no se parecen a nada, !son un caos! Era algo así: Moi, Antonin Artaud, je suis mon père, mon fils, ma, mère et ma soeur.

mercredi, novembre 15, 2006

Lima

Ahora caminaba por las calles empedradas de Saorge, que son muy empinadas y llenas de arbustos y flores. El cielo está bajo y gris, y hace frío. Trataba de evocar las calles de Lima, cuando caminaba por ellas y una sensación de levedad se apoderaba de mí, algo ligero, como su neblina... Pronto, será el sonido de las frases en castellano, su música, todo lo que de alguna forma ha marcado mi manera de ser y mi escritura. Tal vez porque nunca dejé de ser esa niña que caminaba por las calles de Chaclacayo, llevaba un sombrero azul, con los pantalones de mi padre (sic) y soñaba, soñaba con un montón de situaciones nuevas, inéditas, el mundo entero...

foto: madre y Olivier, "du beau temps"

Por Angot


He estado releyendo fragmentos del libro de Christine Angot, Rendez-vous http://www.elpais.es(Flammarion 2006), eso y algunas experiencias vitales, me han llevado a pensar varias cosas. La primera es cómo toda comunicación se convierte en una forma de decodifición de un mensaje. Cuando el vínculo afectivo está bloqueado, pasamos a lo que dice un diálogo de sordos. Resumo un poco la novela que es muy concreta. Se trata de varios rendez-vous de la protagonista, la escritora misma, con varias personas del pasado y del presente. Un día Christine conoce a Eric Estolaza (el presente), un actor de teatro, quien se supone admira su obra. Se conocen y ella se enamora. Toda la novela 389 páginas, llevan a su autora un trabajo de criptología digno de una exégeta. Qué se esconde detrás de las frases, elípticas, pobres, de su interlocutor? (Eric). Esto la llevará a dudar de su estado mental. Ella dice: si yo no comprendo nada de lo que me dicen, y si lo que escribo es falso, equivocado, es que estoy loca (porque al mismo tiempo escribe sobre ello). Eric pasa con ella una sola noche, desde ese instante ella empieza una especie de obsesión que se traduce en llamadas a alguien que siempre tiene su celular apagado y siempre encuentra excusas para no contestar. Obviamente como lectora, se piensa que ella no se da cuenta que el tipo está en otra.


Veamos, un día la autora escribe: En el teléfono le había dicho. ¿has pensado en lo que nos sucedió? El dijo: he debido pensar sin pensar: Y yo: la hicimos mal la última vez, podríamos hacerlo mejor. El había contestado: hacemos como podemos, y sí, podríamos haber sido mejor.
Se refieren a su relación, pero es obvio el desinterés de su respuesta. De la nada se puede sacar un libro? Parece que sí. , es obvio que cada vez que le dice que no contesta el teléfono, es porque simplemente no desea hablar con ella. Un día él le dice: fue un error, lo que sentí fue admiración pero no amor. Está clarísimo, pero Christine no lo lee, y voltea la frase en todos los sentido.
Ella escribe luego: Cuando miraba a la luz del día mi vida pasada, renegaba de todo, salvo de mi hija. No renegaba realmente de los libros que había hecho, pero de casi todo. Sobre todo de los esfuerzos acumulados por amar a seres que no valían la pena. En ese instante se me aparecían en toda su banalidad, y me quedaba dormida con la garganta cerrada.


Al final ella termina por soñar un final feliz, pero es un sueño, todo eso ha sido falso.
Entonces este libro sale de una experiencia que no es nada en sí misma, si no banal, pobre en su apecto humano, nace del esfuerzo, casi épico, de una autora que se aferra a las palabras y les da otro significado, construyendo una situación humana dramática, tan real como la vida misma. Es por eso que a veces, cuando pienso que los libros nos alejan de la vida, dudo. Tal vez no, y solo nos acerquen a lo más íntimo, a lo más valioso que hay en cada uno de nosotros. Qué importa que Eric Estolaza sea un tonto, que no se merecía una línea del libro, qué importa. La crítica no lo ha dicho porque el personaje no sé si existe, pero de ser así, todo el mundo le teme a la verdad encarnada, y por eso, nadie ha reconocido el valor de esta novela. En fin, las razones, ya no las voy a mencionar. Pero una novela puede ayudarnos a comprender a los otros y a nosotroas mismoas, puede abrir una ventana y hacernos ver que la vulnerabilidad puesta al desnudo, no es una verguenza si no un gesto de generosidad. Sobre todo hecho en un libro con talento, auténtico, donde el personaje no se revaloriza ni se embellece si no que se muestra en toda su sensibilidad.
Para terminar, otra cualidad del libro es que su lenguaje es simple, directo, pero poético. Cada vez me acerco más a la idea que me gustaría escribir como una niña, con esa inocencia y como un juego.

lundi, novembre 13, 2006




Después de encierro trabajando, decidí dar una vuelta por los alrededores del monasterio. El efecto del paisaje es inmediato, por su exuberancia, sus colores, de pronto, es como si la mirada se lavase... Pensaba en los viajes de George Sand a los Pirineos y a los Alpes, creo que le hubiese encantado este lugar. Y seguramente a Chateaubriand. Siempre tuve celos de la forma como Sand vivió sus afectos y sus amistdades, de Musset, Chopin, Liszt, amantes, y Flaubert, Victor Hugo, grandes amigos. Las pocas cartas que Sand escribió a de Musset son de una belleza remarcable, de una generosidad fuera de lo común, no sé yo podría escribir algo así...
Estoy contenta de haber leído la novela de Christine Angot (y de haber hablado de ella en el Babelia) de esa capacidad de entrega, de ternura, que demuestra. Pero sobre todo del valor que tiene de decirlo de frente, sin miedo a exponerse. O de Camille Laurens , Ni toi ni moi, la canción de Marc Lavoine (cuando llegué por primera vez a París en los cafés se oía mucho una canción suya, Elle a les yeux revolver), toi/ mon amour/toi qui as le coeur lourd mon amour/ est-ce que tu m aimes toujours pour toujours/, a manera de estribillo… y empecé a ponerme nostálgica, son tantos rostros, tantas personas las que he encontrado estos últimos meses, que no sé cómo acomodarlas en mis afectos, porque soy porosa, como una esponja...
Me doy cuenta de que a fuerza de estar sumergida, a raíz de Lautréamont y Flora Tristán, en la reflexión sobre el hecho de escribir, me termino saturando. No puedo vivir sin ficción, no puedo. Y sin embargo, cada vez que leo Los Cantos de Maldoror, me sorprendo del genio de Lautréamont, de haberse atrevido a escribir algo así y me entran ganas de analizar... Hace unos instantes, mientras conversaba con Tom (que es un jardinero digno de la novela de D.H.Lawrence), me decía que el francés es un segundo idioma, una segunda piel. No me doy cuenta si pienso en un idioma o el otro, con todas las imperfecciones que pueda tener al hablarlo, es la experiencia que se ha marcado en él, es la vida en sus múltiples movimientos, pero también siento que cualquier idioma, encarnado en una persona, por ejemplo el inglés norteamericano en Euny (ayer me corrigió, la ortografía de su nombre), me hace sentir facilidad para hablarlo.

Algunas vez iré con Iván a tomar una copa de champagne ( Don Perignon, mínimo)al hotel Negresco, en Niza, aunque no me haya ganado 1 millón de dólares. Pr ahora será un pisco-sower en Lima, mirando el Océano Pacífico. Muero de ganas de ir a remojarme a las playas de Lima, el ruido de sus calles, su tiempo lento, su neblina leve... Y aunque me de pena dejar esta montaña (y otras cosas más), sé que estaré bien en Lima, que es también mi espacio, mi lugar....
Sigo con mi trabajo luego de esta pausa. He oído un fragmento del nuevo albún de Rachid Taha por Internet, y es magnífico. Es la voluptuosidad de oriente, Argelia, integrada a la música contemporánea...

Pausa, el cielo se ha puesto de colores... este lugar...mnnn... Me encantaría que lo vieran...
Foto: Isidor Ducasse, el Montevideño.

dimanche, novembre 12, 2006

Pausa


Me digo ahora, Patricia: stop. Me he pasado todo el día en la computadora, me duele hasta la punta de los pelos... No puedo más de bibliotecas y sitios web.... Ahora, escucho, Space Oddity de David Bowie (gracias, Sebas) y luego, bajo a conversar con Yuny, autora norteamericana, de origen sur-coreano. Es delicada, elegante, inteligente... Un poco de vino blanco no nos viene mal para bajar los ánimos, estoy a-go-ta-da... Ir al cine no me vendría mal, pero, aquí, el cine: !está en una sala! Llamaré por teléfono a un Himeneo ausente y luego, luego, dormir y soñar... hasta mañana queridos amigos...
psst: al fondo, al fondo, está el monasterio, detrás de las montañas, Italia...

La literatura como una tauromaquia


Todo lo que suena a mordaza, exige una respuesta. Cuando nos quedamos sin la repuesta, nos quedamos sin la compañía del lector y el trabajo de escritura se queda mutilado. El silencio congela. Escribir es como decía Michel Leiris, una especie de tauromaquia, un enfrentamiento con las astas de la escritura, y también, un sacarse la máscara y decir: aquí estoy, con todas mis debilidades, con todos mis límites, pero estoy. Cuando digo Ego, no lo digo en el sentido más obvio: me refiero, al hecho de construir una mirada, un microcosmos que pueda ser leído y comrpendido por los otros, los lectores, integrándonos al exterior. No es fácil escribir un libro, es un hecho traumático, se remueven heridas, al menos, en mi caso es así... Y no sé cómo se puede definir el hecho de ser escritora, está mucho más allá de un nominativo, es esa necesidad de circular en el mundo con cierta libertad, y una puerta cerrada, es una puerta cerrada. La vida y la escritura se unen, porque escribir es contruirse una identidad, es confiar ciertas cosas para conocernos, bordear nuestra experiencia y completarla. Obviamente el Ego, está implicado, pero sobre todo para que te renconozcan y verte tú misma en esa mirada . Y aceptarte. Por eso, cuando la mirada de otro nos hiere, no nos reconocemos y padecemos ese estado.
Es como en la amistad y el amor, ceeo que no hay nada más duro que el hecho de aceptar de que alguien se nos venga abajo, que se nos caiga, como se dice en el lenguaje corriente. Porque cuando recibimos un gesto de afecto, de generosidad, de amor, confiamos y miramos el mundo de otra manera. Siempre he pensado que todo una cuestión de intepretación, he preferido pensar eso en lugar de la idea radical de que las cosas son irreversibles y por un solo lado, de una sola lectura. Solo que a veces nos quedamos sin argumentos. No sabemos qué más decir, no sabemos, ni comprendemos. No basta con dar afecto, no basta con entregarse, eso no garantiza la respuesta. Por eso no hay que esperarlas, como decía Levinas, pero eso, ¿es humano? No esperar nada. No lo sé y no sé si poseo esa sabiduría. Me temo que no. Hay muchas cosas que todavía no comprendo y espero llegar a comprenderlas o aceptarlas un día, como cuando miramos un atardecer y no pedimos nada más. Esa contemplación, ojalá la llegue a tener.

Ganas de animar una atmósfera, algo intenso, que no sea este trabajo de reflexión constante en el que está metida con la tesis... ganas de sentir olores fuertes, sensasiones. El invierno empieza a atenuarlo todo. Todos están resfriados en el monasterio y el ambiente es raro, es austero, como cuando estaban los monjes franciscanos. Falta poco para la última fase. Y luego: el avión! París, Lima...
El libro de Michel Leiris, La literatura como una tauromaquia, está publicado en España (y en Francia también) con La edad del hombre, ediciones Laetoli.

jeudi, novembre 09, 2006

Quien dice Ego

He léido un artículo del diario El comercio titulado “Cinco jaulas en busca de un pájaro”, de Marcel Velázquez, en una secuencia de artículos sobre la novela contemporánea en el Perú. No me queda muy claro, en tanto que lectora, el marco teórico del autor, las categorías que menciona, realismo socio-mágico, novela total o novela urbana. Y yo desconfío de las categorías aunque se diga que son necesarias. No me imagino a la crítica estructuralista calificando a las novelas de Marcel Proust como una obra filosófica, o novela total o novela post-moderna a las novelas de Jean Echenoz... Más allá que la post-modernidad sea la disolución de las fronteras, o la hibridación en el discurso, o el intertexto, tiene que ver con a crisis del lenguaje y los paradigmas que se habían creado en la modernidad. Esa, parte, que toda novela enfrenta ahora, y que no se dice casi nunca, es algo que no deja de sorprenderme. Después de las grandes crisis del lenguaje como un espejo de la realidad, de Rimbaud, Lautréamont, de la Carta a Lord Chandós, de Robert Musil, de Niestzche, o de Wittegenstein (no voy a seguir mencionando nombres para no cansar), me resulta ingenuo que se siga pensando que la novela es más un problema de mímesis y no con el propio lenguaje. De los límites que plantea el lenguaje con la identidad individual. Ah, y aquí toco el tema que seguro todos esperaban, y que verán como dedo en la herida: el de la novela escrita por mujeres. Pues sí, hay heridas, la de desear nombrar y no poder, la de darse de golpes con las palabras y sentir su tiranía, su alienación, y sin embargo, insistir. Y por eso, me sorprenden las omisiones, porque suenan a destierro, a ceguera, a una resistencia que tiene que ver con el poder de las palabras, que, al final de cuentas son un poder político, influyen en la opinón, la moldean y la condicionan. Por eso, ciertas negaciones son negaciones al derecho a la palabra, establecen jerarquías de valor, no solo estético, si no también de contenido. En todas partes sucede esto, la crítica se enfrenta y opone sus propios criterios, pero se enfrenta, aquí, no lo sé, hay una necesidad de dibujar una frontera nacional, con escritores nacionales y algunos expatriados, no sé muy bien a qué responde eso, pero se tal vez termine por comprender. En suma, esta era una reflexión que me ha venido espontáneamente luego de leer esta crítica, justo en el instante en que termino una tesis de las escrituras en primera persona como resistencia a la invisibilidad (no, imbecilidad, ojo), la escritura como huella y marca de subsistencia, en el caso de Lautréamont y Flora Tristan, envers y contre tous, de espaldas y contra todos...
Quien dice “yo”, dice Ego, escribió Benveniste. La primera persona como el primer paso para constituirse en sujeto enunciador de discursos y nuevos símbolos. Si a ustedes no les preocupa el ego como parte de este proceso, a mí, sí.

mercredi, novembre 08, 2006

Desconocerse

Hay frases que a veces nos vienen a la memoria y nos iluminan. Es en una película tonta, con Diane Keaton y no recuerdo quién más (ah, sí, la actriz de Sex In The City, Carrie) quien hace el rol de una neoyorkina antipática y fría. El hijo de Keaton (en la película) se enamora de ella y un día el padre, un hombre sabio, le dice: A tal punto se desconoce nuestro hijo que se ha enamorado de una mujer así? Y esa pregunta: A tal punto nos deconocemos como para equivocarnos una y otra vez de personas? Llegar hasta el fondo no es fácil, es necesaria cierta paciencia y una capacidad de observación lenta. Pensaba, así, de pronto, que todo lo que nos causa malestar es todo lo que nos cambia nuestra situación en el mundo. Estamos tan poco preparadoas para el cambio, para lo que se transforma, pero... desconocerse al punto de no saber quién es el otro que tenemos al frente, es lo más difícil de integrar en un relato coherente de nuestras vidas. Porque todos, todos, necesitamos poder decirnos y pensar que una historia fue digna, que una relación, una amistad, un amor, valieron la pena. Pero ?qué pasa cuando la otra persona no escucha, como esos alienados de los trágicos griegos? Antígona quiere enterrar a su hermano y Creonte asume su rol de rey y castiga, cada uno con su verdad, el mundo de los sordos.
Es posible que no todos tengamos la misma lectura de las cosas. Pero sí es cierto que la riqueza de alguien puede iluminar nuestra visión, como los buenos escritores pueden ayudarnos a vivir mejor, los otros, los pequeños, los poco generosos, nos hacen el suelo resbaladizo y podemos caernos. La frase de Delfos: conócete a ti mismo, luego, también dicha por Freud, es importante. Porque parece que la vida se divide entre débiles y fuertes: los que corren rápido para escapar al peligro y aprender a subsistir, y los que se caen y no llegan a atravesar la línea. Así, exactamente como en el mundo animal.

mardi, novembre 07, 2006

premios y fraudes


En estos días me sucedió una cosa extraña: un mail que me anunciaba que mi site web había salido sorteado para un premio importante dotado de dinero en liras esterlinas. El mail era de la UK National Lottery. En principio, me dije que era una tomadura de pelo, y siguieron llegándome mensages, hasta que, viendo que no me pedían mayor información contesté. Luego me mandaron un mail en que me tenía que poner en contacto con el City Bank of London, con un mail que parecía sensato, en realidad todo parecía sensato. Lo importante de esta experiencia es que mientras más certezas lograba tener de que fuese realidad, más aumentaba mi malestar. ¿Qué haría yo con una cantidad semejante? ¿Qué significa ganarse dinero así, sin hacer nada, y por qué yo si no había hecho nada? Es ese tipo de situaciones que nos llevan a hacer reflexiones de largo alcance. De pronto, todo mi trabajo, toda mi vida se veía desvalorizada por una cosa así que terminaba echándose abajo todos mis esfuerzos por construir, porque mi vida se pareciera lo más posible a una pequeña obra de arte. Sí, sueño con hotel Negresco, pero también sueño con comer papas hervidas en una montaña del Perú, es decir, cada acto perteneciéndome, y no sometidos a una ley arbitraria del azar. Cada persona que escribe construye, creo yo, y mi malestar veía de ese lado. Seguí trabajando, pero conforme me llegaban mensajes empezaba a fantasear con la idea de ese dinero, qué haría, a quién regalaría, etc... Hasta que, pensé que el verdadero lujo, el dinero y el éxito deben ser las cosas más deprimentes del mundo, como entrar a la jubilación, como ponerse en un asilo... El lujo lo lima todo, haciendo que la vida sea lisa, lo percibo, lo he visto. Hace que las cosas no tengan valor porque aparecen en toda su vulgaridad, lo elegante es lo que se insinúa, lo sutil y el lujo, como el kitch, puede ser grotesco. No me gustaría vivir en Beverly Hills, me moriría de aburrimiento, ni en un gran Hotel si no es como una cosa pasajera, porque el ambiente (en el Ritz de París por ejemplo) está lleno de hombres de negocios, yupis, gente con la cual no tendríamos nada qué decirnos. Esta mañana hablaba con Gilles, un hombre muy mayor, escritor que acaba de llegar a la residencia, conversábamos acerca de como los imperfectos en el francés expresan distintas cosas, me lo explicaba con una sutileza adorable. Octavio Paz contaba que fue más feliz cuando tuvo menos dinero, casi en la miseria, Anais Nin era completamente feliz cuando su vida con Henry Miller se resumía a crear y soñar con lo indispensable a mano, y Balzac, Stendhal, Beckett, han vivido en una austeridad completa, pero felices. Ayer, eso, me pareció una evidencia. Yo amo mi vida como es, nada me hace más feliz que escribir y no saber qué pasará mañana. Y cuando me levanto y veo el sol, aquí, en Niza, cuando veo el mar de Lima, los techos de París, las noches de Barcelona, sé que todo eso me pertenece y que ese instante me pertenece como yo a él.

Ps: por supuesto, todo esto es una estafa que pretende, una vez que se ha mordido el anzuelo, que mandes plata para que te paguen, así que si reciben un mail de la UK National Lottery, cuidado!

Traduzco el texto de William Styron (1925-2006), escritor nacido en los Estados Unidos, autor del novela Las confesiones de Nat Turner (1967) con la cual se ganó el Pullitzer, también es autor de La elección de Sophie (1979) de la cual existe la película del mismo nombre con Meryl Streep. Este texto pertenece a una compilación de autores que contestaron al diario Liberation el año 1985 sobre las razones por las cuales escribían, bajo la dirección de Jean Francois Fogel (Boomerang)y Daniel Rondeau. Esto existe ahora en libro de Poche.

POR QUÉE SCRIBE USTED WILLIAN STYRON?

No sé si mi caso sea típico, pero comencé a escribir (hacia los veinte años) porque tenía el sentimiento que ninguna otra vocación me daría la felicidad y la completitud que se siente cuando creamos una obra de ficción. Creo que al principio se trataba sobre todo de contar historias. No me daba cuenta de que entonces, el mundo literario post-moderno, en el que estaba al final de cuentas, el arte de contar historias parecía ingenuo, si no es desfasado; teniendo en cuenta que mi deseo desde el origen no era otra cosa que contar historias de una extensión variable y de una complejidad que mantuviese al lector en ascuas del comienzo al fin.
Más tarde, como la vida se hacía más compleja (la mía y la del vasto mundo alrededor de mí) empecé a comprender que la literatura es mucho más que el hecho de contar una historia: un modo de expresión artístico a través del cual podíamos trasmitir mensajes importantes. Por mensajes no deseo decir propaganda o prédica. Quiero decir que un escritor puede, si su arte es sólido, hacer pasar a través de la ficción ciertas intuiciones importantes, una cierta visión intuitiva, una cierta sabiduría sobre la vida de sus contemporáneos, o la historia, que es la suya también.... y no aquella de la historia profesional, del sociólogo o el comentarista académico. En realidad, si ponemos todo en esto, pasión, inteligencia, en la creación de una novela, podemos crear realmente un micro-universo que puede ser más convincente, más verdadero, que las instrucciones de los eruditos. Y si somos fieles a nuestra visión de las cosas, totalmente libres en nuestra imaginación, sin traicionar la exactitud histórica, podríamos esclarecer el mudo de los campos de concentración nazi o de la esclavidtud de los negros de manera única, quien fuerza la atención y la comprensión mejor que cualquier documentación.
No digo que escribo para ponerme en la piel del historiador o del sicólogo. He escrito porque sentí la necesidad de tratar de encontrar un sentido a ciertos acontecimientos mayores que habían causado traumas síquicos y angustias en nuestra época. D.H. Lawrence dijo que cuando un escritor no puede cambiar de manera apreciable el curso del destino de los hombres, puede modificar, en nombre de la verdad, las percepciones de un solo hombre o de una sola mujer. Esa fue mi ambición, lograr simplemente eso.

Nota Bene

Jonathan Littell (norteamericano que ha escrito en francés!), quien ha ganado el Premio Goncourt (Les bienvellants, Los benevolentes, Gallimard 2006) y vive en Barcelona, ha escrito un libro sobre un antiguo SS... Dice que no le importan los premios, en el fondo, no tiene nada que ver con escribir, que no es una carrera, ni siquiera una profesión de fe, es un trabajo de subsistencia, de necesidad espiritual, por eso lo material, es como una injuria, su lado bastardo, y mediocre y vil....
Me gustaría mucho leer el ensayo que Anais Nin le dedicó a Lawrence...

foto: Jonathan Littell