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mardi, novembre 07, 2006

premios y fraudes


En estos días me sucedió una cosa extraña: un mail que me anunciaba que mi site web había salido sorteado para un premio importante dotado de dinero en liras esterlinas. El mail era de la UK National Lottery. En principio, me dije que era una tomadura de pelo, y siguieron llegándome mensages, hasta que, viendo que no me pedían mayor información contesté. Luego me mandaron un mail en que me tenía que poner en contacto con el City Bank of London, con un mail que parecía sensato, en realidad todo parecía sensato. Lo importante de esta experiencia es que mientras más certezas lograba tener de que fuese realidad, más aumentaba mi malestar. ¿Qué haría yo con una cantidad semejante? ¿Qué significa ganarse dinero así, sin hacer nada, y por qué yo si no había hecho nada? Es ese tipo de situaciones que nos llevan a hacer reflexiones de largo alcance. De pronto, todo mi trabajo, toda mi vida se veía desvalorizada por una cosa así que terminaba echándose abajo todos mis esfuerzos por construir, porque mi vida se pareciera lo más posible a una pequeña obra de arte. Sí, sueño con hotel Negresco, pero también sueño con comer papas hervidas en una montaña del Perú, es decir, cada acto perteneciéndome, y no sometidos a una ley arbitraria del azar. Cada persona que escribe construye, creo yo, y mi malestar veía de ese lado. Seguí trabajando, pero conforme me llegaban mensajes empezaba a fantasear con la idea de ese dinero, qué haría, a quién regalaría, etc... Hasta que, pensé que el verdadero lujo, el dinero y el éxito deben ser las cosas más deprimentes del mundo, como entrar a la jubilación, como ponerse en un asilo... El lujo lo lima todo, haciendo que la vida sea lisa, lo percibo, lo he visto. Hace que las cosas no tengan valor porque aparecen en toda su vulgaridad, lo elegante es lo que se insinúa, lo sutil y el lujo, como el kitch, puede ser grotesco. No me gustaría vivir en Beverly Hills, me moriría de aburrimiento, ni en un gran Hotel si no es como una cosa pasajera, porque el ambiente (en el Ritz de París por ejemplo) está lleno de hombres de negocios, yupis, gente con la cual no tendríamos nada qué decirnos. Esta mañana hablaba con Gilles, un hombre muy mayor, escritor que acaba de llegar a la residencia, conversábamos acerca de como los imperfectos en el francés expresan distintas cosas, me lo explicaba con una sutileza adorable. Octavio Paz contaba que fue más feliz cuando tuvo menos dinero, casi en la miseria, Anais Nin era completamente feliz cuando su vida con Henry Miller se resumía a crear y soñar con lo indispensable a mano, y Balzac, Stendhal, Beckett, han vivido en una austeridad completa, pero felices. Ayer, eso, me pareció una evidencia. Yo amo mi vida como es, nada me hace más feliz que escribir y no saber qué pasará mañana. Y cuando me levanto y veo el sol, aquí, en Niza, cuando veo el mar de Lima, los techos de París, las noches de Barcelona, sé que todo eso me pertenece y que ese instante me pertenece como yo a él.

Ps: por supuesto, todo esto es una estafa que pretende, una vez que se ha mordido el anzuelo, que mandes plata para que te paguen, así que si reciben un mail de la UK National Lottery, cuidado!

Traduzco el texto de William Styron (1925-2006), escritor nacido en los Estados Unidos, autor del novela Las confesiones de Nat Turner (1967) con la cual se ganó el Pullitzer, también es autor de La elección de Sophie (1979) de la cual existe la película del mismo nombre con Meryl Streep. Este texto pertenece a una compilación de autores que contestaron al diario Liberation el año 1985 sobre las razones por las cuales escribían, bajo la dirección de Jean Francois Fogel (Boomerang)y Daniel Rondeau. Esto existe ahora en libro de Poche.

POR QUÉE SCRIBE USTED WILLIAN STYRON?

No sé si mi caso sea típico, pero comencé a escribir (hacia los veinte años) porque tenía el sentimiento que ninguna otra vocación me daría la felicidad y la completitud que se siente cuando creamos una obra de ficción. Creo que al principio se trataba sobre todo de contar historias. No me daba cuenta de que entonces, el mundo literario post-moderno, en el que estaba al final de cuentas, el arte de contar historias parecía ingenuo, si no es desfasado; teniendo en cuenta que mi deseo desde el origen no era otra cosa que contar historias de una extensión variable y de una complejidad que mantuviese al lector en ascuas del comienzo al fin.
Más tarde, como la vida se hacía más compleja (la mía y la del vasto mundo alrededor de mí) empecé a comprender que la literatura es mucho más que el hecho de contar una historia: un modo de expresión artístico a través del cual podíamos trasmitir mensajes importantes. Por mensajes no deseo decir propaganda o prédica. Quiero decir que un escritor puede, si su arte es sólido, hacer pasar a través de la ficción ciertas intuiciones importantes, una cierta visión intuitiva, una cierta sabiduría sobre la vida de sus contemporáneos, o la historia, que es la suya también.... y no aquella de la historia profesional, del sociólogo o el comentarista académico. En realidad, si ponemos todo en esto, pasión, inteligencia, en la creación de una novela, podemos crear realmente un micro-universo que puede ser más convincente, más verdadero, que las instrucciones de los eruditos. Y si somos fieles a nuestra visión de las cosas, totalmente libres en nuestra imaginación, sin traicionar la exactitud histórica, podríamos esclarecer el mudo de los campos de concentración nazi o de la esclavidtud de los negros de manera única, quien fuerza la atención y la comprensión mejor que cualquier documentación.
No digo que escribo para ponerme en la piel del historiador o del sicólogo. He escrito porque sentí la necesidad de tratar de encontrar un sentido a ciertos acontecimientos mayores que habían causado traumas síquicos y angustias en nuestra época. D.H. Lawrence dijo que cuando un escritor no puede cambiar de manera apreciable el curso del destino de los hombres, puede modificar, en nombre de la verdad, las percepciones de un solo hombre o de una sola mujer. Esa fue mi ambición, lograr simplemente eso.

Nota Bene

Jonathan Littell (norteamericano que ha escrito en francés!), quien ha ganado el Premio Goncourt (Les bienvellants, Los benevolentes, Gallimard 2006) y vive en Barcelona, ha escrito un libro sobre un antiguo SS... Dice que no le importan los premios, en el fondo, no tiene nada que ver con escribir, que no es una carrera, ni siquiera una profesión de fe, es un trabajo de subsistencia, de necesidad espiritual, por eso lo material, es como una injuria, su lado bastardo, y mediocre y vil....
Me gustaría mucho leer el ensayo que Anais Nin le dedicó a Lawrence...

foto: Jonathan Littell

3 commentaires:

Franco a dit…

y si hubiera sido cierto, realmente crees que es verdad que no te hubiera hecho feliz ese premio? de repente habia algo que te gustara, que se yo, algun vestido, un par de zapatos, una coleccion de libros, un cuadro, cualquier cosa por pequeña que fuese y que tu apreciaras. no le veo el mal a un dinero ganado azarosamente, como cuando eras niño y te encontrabas un billete de 5 soles tirados por ahi y te ibas a comprar unas galletas, tus galletas preferidas. entonces... lo mas pedestre ha sido que toda esa ilusion sea una estafa.

asi como creo que todos esos muchachones escritores no se hubieran molestado con un poco de dinero para entrar al cine un domingo solitario.

saludos

Fabio Parra Beltrán a dit…

a mi también me paso. Recibí el correo de royal bank. Con mi precario ingles logre descifrar que ganaba 5.7 millones de libras, eso le cambia la vida a cualquiera, más cuando llevas dos semanas alejado del periódico que te daba de comer, sin nada que hacer, más que escribir esperando que mejore la situación. Todo lo resolví enviándole un correo al banco, el que rápidamente fue contestado. Ahí me aclararon que todo era obra de estafadores

VidaPc a dit…

a mi tambien me acaba de llegar este correo, por eso es que llege a esta pagina y ya me imaginaba que era un fraude.
Pero bueno ni hablar, hay que tener cuidado con lo que hacemos en internet.

Saludos!!!