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samedi, septembre 30, 2006

Comprender


Creo que la comprensión es una cuestión de lenguaje, de su lógica, incluso, diría, de su sintaxis. Como solo comprendemos a través de las palabras, nuestra manera de comunicarnos, de vivir y estar en el mundo, tiene que ver con lo que somos capaces de construir con ellas. Hay lenguajes cerrados, aforísticos (no por nada, Pascal, en sus Pensamientos, usó el aforismo), y otros porosos, abiertos y en movimiento. Los primeros buscan la verdad y necesitan estar en ella (es como creer que Dios existe), los segundos, no buscan verdades, viven las cosas y las dejan respirar. Esto tiene que ver con la escritura, con la forma en que se da vuelta a una idea. Me atrevo a decir que mientras nuestra escritura quede como una obra abierta, más estaremos en capacidad de enriquecerla. Desconfío de los creyentes, en todos los planos, de la rigidez en el lenguaje, de toda necesidad de verdad. Yo creo que cuando escribo lo que me interesa es el ensanchamiento de los planos semánticos de mi lenguaje, no su clausura. Ninguna escritura me parece acabada sino algo en perpetuo movimiento. He estado leyendo un pequeño librito de Levinas, sobre Paul Celan, el poeta muerto en un campo de concentración. Si Celan continuó escribiendo es tal vez fuese porque el signo se transformó en gesto: No veo diferencia entre una mano y un poema, escribió Celan a su amigo Hans Bender. He ahí el poema, convertido en una expresión tan poco articulada como una guiño, un signo destinado al otro. Esta es, como escribe Levinas, una comunicación elemental y sin revelación, una balbuceante infancia del discurso, porque qué nos revela el lenguaje sino los límites de nuestra capacidad de pensar, una humildad impuesta, y pese a eso, la necesidad, la utopía de trascenderla. En todo acto de escribir hay una creencia, a veces heredada, cuando conocemos nuestras deudas con otros autores y sabemos que no hemos inventado nada nuevo. Pero también existe la necesidad, humana, de impregnarle a lo escrito un soplo personal, una forma de movimiento que solo nosotros poseemos. Y ese movimiento, mientras más libre, más ditirámbico, más interesante...
En fin, esta idea no está del todo moldeada, pero intuyo que las cosas van por ahí.
Cuando escribimos recorremos todas las fallas de nuestro propio lenguaje impregnado de experiencia, todos sus traumas e imponderables, por eso, tal vez, Duras decía que escribir un libro era demasiado traumatizante. Hay personas que están dispuestas a tocar la herida, hay otras que les ponen cemento. Son opciones, composiciones distintas. No sé si irreconcilibles, preferiría pensar que son complementarias. Abajo, poema de Celan.


HABLA TAMBIÉN TÚ

Habla también tú
sé el último en hablar,
di tu decir.

Habla-Pero no separes el No del Sí.
Y da a tu decir sentido:dale sombra.

Dale sombra bastante,
dale tanta
cuanta en torno de ti tú sabes extendida entre
medianoche y mediodía y medianoche.

Mira en torno:
ve cómo alrededor todo se hace viviente
¡En la muerte! ¡Viviente!
Dice la verdad quien dice sombra.

Pero se estrecha ahora el lugar donde estás:
¿Adónde ahora, despojado de sombra, adónde?
Asciende. Tanteante, asciende.
Te haces más sutil, más irreconocible, más fino.

Más fino:
un hilo por el que quiere descender la estrella
para abajo nadar, al fondo,
donde se ve brillar: sobre móviles dunas
de palabras errantes.


Versión de José Ángel Valente

PS: esta noche Barry Wallenstein lee poemas acompañado de un jazzman de Niza, Serge Pesce. Barry está un poco nervioso, desplazándose por los corredores.

vendredi, septembre 29, 2006


Ayer cociné una paella. Nunca había hecho una así que fue mi primera vez. Seguí los consejos telefónicos de una amiga. Discusión previa con Pierrot, digo Pierrot porque en esta película, Godard (yo le decía a Barry que God-ard, nose puede equivocar) habla como nadie lo ha hecho de la imposibilidad de la comunicación en el amor, desde una perspectiva lúdica, vital. La película de Godard sucede en Niza, muy cerca de aquí. Yo adoro esa película, no solo porque en ella hay referecnias poéticas, incluso de Lorca, me hizo descubrir Michael, si no que desmitifica la violencia. Es tan trágica la incomunicación, que termina siendo cómica. Al final lo que Marianne (Ana Karina) desea es vivir y Pierrot, vivir a través de las ideas y la creación (por cada 50 libros, un disco para Marianne).

Marianne no comprende a Pierrot y él no comprende a Marianne.

Estoy en el jardín del Monasterio, hay un sol espléndido, puedo recoger racimos de uvas ferscas... y aunque no veo el mar, lo imagino. Ganas de bañarme. Mañana tal vez vaya a Niza con Luc.
Terminada la lectura de Flora y Angot. Y empezado a leer a Marguerite Duras junto con un ensayo de Max Milner, El reverso de lo invisible.... es un texto sobre el claro-obscuro en la pintura, su lado conceptual y su lado plástico. Leído en Le Monde que en una conferencia en Torino, Coetzee se describió como un escritor profesional. No entiendo lo que quiere decir esto (¿?)
Me quedo pensando en esa frase.

mercredi, septembre 27, 2006

Ceremonia del té

Visita a la casa de una mujer que vive en una construcción del siglo XI. Es una casa que posee una capilla decorada con frescos, La madonna di Poggio. La idea era visitar la capilla. Nos invitó a tomar el té, y una tarta de cerezas que había recogido en su huerto, mientras contemplábamos un paisaje suntuoso. Las montañas, y el camino que lleva al Monasterio.
Me gusta estar en el interior de las casas de los otros. Me gusta mirar sus objetos, adosarme a ellos. La casa está llena de muebles antiguos, de libros y objetos que transpiran su pasado, como si nos hablaran de esa presencia. Mientras contemplo el paisaje pienso en mi madre, allá en Lima. Pienso en el hospital.
Sería terrible para mí no poder devolverme lo que me ha dado, no poder verla contenta, sonriente, antes de que cualquier cosa le suceda.
Frente a ello, las conversaciones (estaba con Elisabeth) sobre su relación con la nobleza italiana me parece una realidad casi esquizofrénica, por desfasada.
Terminamos el té y como ya ha oscurecido no podemos visitar la capilla.

Encuentro esta frase de Jean Genet en un libro: Me arriesgo a una explicación: escribir es el último recurso cuando se ha traicionado.

mardi, septembre 26, 2006

Jacob

Amanecer un tanto agitado a raíz del viento que sopla sin cesar. Las ventanas del Monasterio se han golpeado toda la noche y no he podido dormir bien...
Lecturas cruzadas: Clarice Lispector, no me entusiasma, no logro entrar....
Bruno Schulz, Las tiendas de canela, en versión francesa. No sabía que había muerto de una bala en la nuca, durante la Sengunda Guerra... Me gusta cuando habla de su padre, me hace pensar en Kafka...
Terminado el libro de Angot (ya no hablaré de ella)... hay imágenes que me han marcado, su docilidad frente a ese hombre ausente, en la cama, detalles ínfimos, importantes..., su valentía para mostrarse en toda su vuilnerabilidad... admiro esa capacidad para unir su vida a la creación...
Ayer me leí de un tirón un ensayo de Lou Andréas Salomé sobre el amor y otro sobre el erotismo. Me encantó y pienso traducirlo.
Bueno, basta de lecturas, ahora me gustaría dormir un poco porque estoy muerta de sueño...
Me espera una conversación con Luc sobre su novela... Pensar en por qué la estructura no funciona, según mi modo de ver, no me fluye y no sé en qué radica exactamente eso. Tal vez porque la novela es como el cine: tiene que tener movimiento y a Luc no le gusta el cine.

Descubierto que Michael ha escrito algo sobre La escalera de Jacob, esta historia del Génesis de la Biblia que inspiró a Gauguin el cuadro, Jacob, la lucha con el ángel, y a mí, una novela: O, la lucha con el ángel. Tengo el libro: Michael Gluck, La escalera, ed. L'Amourier, Francia, 2006.

1.

Pongo la cabeza
sobre al almohada del libro
pongo la cabeza
sobre la piedra del libro
insomnio
insomnio
nada se levanta
nada se eleva

me quedo allí con los ojos abiertos
no veo nada
no escucho nada
no oigo nada

el libro está cerrado bajo la nuca

textos sin vocales
piedra
bajo la cabeza de Jacob
sin las vocales de Jacob


no entiendo

alguien dice escalera
teclado mudo
piano ciego
escalera

para escalar el silencio
para subir pero para qué
subir bajar
subir bajar

el libro no se abre

(...)

Cuando salgo al corredor, una escalera está apoyada contra el muro...
Ps: creo que estoy monologando, nadie acude a mis llamados. ¿por qué ese pudor?

Luego colgaré un poema de Barry Wallenstein...

dimanche, septembre 24, 2006

La escritura o la vida


Es extraño, sentirse alejada de las cosas que dicen los demás, de los cientos de lecturas y películas que conoce Michael, por ejemplo, de todas esas lecturas que va mencionando entre las que salen nombres nuevos. Por ejemplo, yo no he leído a Bruno Schulz y Michael, sí, tampoco he visto la película que hizo Beckett sobre Buster Keaton... etc... A mí me interesa saber las cosas y abarcarlas a la vez, vivir con ellas, sentir con ellas... No, yo no quiero solamente la escritura como se dice, yo quiero la escritura y la vida. A veces, siento ganas de decir toda la verdad sobre lo que siento, decirla sin interpretarla, en bloque, en vrac, como se dice en francés. A veces siento que me alejo de la vida con tantas lecturas, que, a fuerza de leer y pensar ya no vivo en la vida, ya no estoy viva sino disecada... Y yo quiero la vida, quiero la vulgaridad de una vida, para el resto basta mi cabeza, mis ganas de decirlo todo y estar siempre contenida, a punto de vaciarme como si fuese a saltar un precipicio y alcanzar un terreno firme donde poder abrir los brazos y danzar. Es rara, por otro lado, esta sensación de libertad.
Tengo un sueño dando vueltas en la cabeza: X y yo en medio de una sala llena de juguetes. Yo temía que mis sobrinos llegasen y se asustarán al vernos echados sobre la alfombra, pero él insistía en que nos mantuviésemos así y yo no sabía qué hacer... Ganas de decir todo sobre X pensando en el libro de Christine Angot, Rendez Vous. Dice: al principio el banquero no me atraía, me decepcioné el primer día que lo vi y deseé que fuese otro... Yo pensaba: la primera vez que vi a X pensé que era otra persona, que me había equivocado, me impresionó por su tamaño, pero no lo recordaba así, entonces me enfadé por mi falta de memoria y quise irme, pero luego un gesto ( a lo mejor su parecido con un escritor), en un café, el hecho de coger mi celular que se había quedado pegado y hacerlo funcionar, esa bondad (y esa paciencia), me hizo sentir en confianza y la seducción se instaló; empecé a confiar definitivamente, definitivamente y con los ojos cerrados, queriéndolo casi de inmediato. Apareciéndome, él, como una persona hermosa, llena de ternura, un encanto netamente viril, no sabría explicarlo... Además no estaba acostumbrada a ese tipo de belleza masculina...
O tal vez sucedió lo lo mismo que describe Angot, enredada en los circuitos afectivos que se ponen en marcha. Y es automático, más allá de lo que pueda inspirarme una persona... Yo sé que podría decir todo sobre alguien, dar curso a esa especie de lucidez que abarca varios aspectos de la experiencia, podría hacerlo, pero tampoco estoy segura hasta qué punto no sería ficción. Yo no deseo alejarme de la vida, no, no como decía Duras, la escritura se impone en la vida, o cómo responde uno de los amantes de Angot cuando ella le confiesa que tiene miedo que no exista más que la escritura entre ellos, él dice: para mí, la escritura podría llenar una vida entera.
Son las dos cosas juntas, escribir y la vida, o la vida y escribir, nunca tener que elegir entre las dos, eso sería como la muerte... La vida es cuando un libro me ayuda a comprender, cuando una frase, perdida en una página brilla y me señala el camino y ya no me siento perdida, por eso leo entrecruzado, ahora, el diario de Stendhal, La correspondencia de Flora Tristán, y la novela de Christine Angot. Todo el mundo me dice en la Residencia: cómo puedes leerla tú, que escribes tan diferente, a Angot?, pero yo desearía escribir con ella, con esa soltura, esa vivacidad. Para mí una escritura debe estar viva no muerta, una escritura deber ser como una vida, debe tener aliento, no textos disecados que no transmitan nada, ¿Por qué leo a Angot? Porque hay algo de Celine en ella, algo que realmente me gusta y porque para escribir hay que leer de todo, Stendhal y Angot, Duras y Millet, todo, de todo. Y además yo no escribo diferente de ella, yo escribo, simplemente, y no deseo ver más retratos de mujeres hechos únicamente por hombres. Sí me gusta que sean también ellas, las mujeres, las que se atrevan a decir cosas sobre los hombres, que se atrevan a clasificarlos, a contar su propia versión de las cosas. En el cine no, le digo a Michael en el cine, algunos hombres han hecho retratos de mujeres extraordinarios, Persona, de Bergman, Una mujer bajo influencia de Jonh Cassavettes, y Rachel, Rachel, de Paul Newman o Jules et Jim, de Francois Truffaut...
Retratos como yo nunca construiré el mío, ocupada en terminar tantas cosas, una tesis, pensando en la vulnerabilidad de otras personas, a veces, con miedo. Ni siquiera sé si deseo enseñar, creo que le pasa a todo el mundo, además, no sé si podré, no sé si llegaré al final...


Recuerdo las manos de la joven mexicana que me secaba el pelo en la peluquería de la colonia de La condesa, recuerdo que me preguntó: ¿regresará? Y le dije que no sabía, pero seguro que sí, que regresaría, y ella me dijo, entonces siempre vendrá a secarse el pelo aquí?, porque no había llevado secadora al D.F, y pensé que sí, que sería bonito que siempre me sequen el pelo allí, ella, apenas una adolescente.
Recuerdo los colores del departamento de X, la luz en la ventana, su rostro radiante cuando me ve...
O pienso en el bar de la calle Mandri en Barcelona, en un rostro inclinado, la amabilidad de ese rostro, todo parecía indulgente, la vida, las cosas, la seguridad... el desarraigo estaba lejos...
Creo que he soñado con una casa en San Angel, y una en Barcelona, una donde me gustaría vivir, aunque siempre está Lima, mis sueños con ese mar de Lima, con mi casa, mi familia, mis amigos, con su paz, con verlos, y quedarme retozando al sol...
No quisiera gastar energías en querer a personas que no valen la pena, como escribe Angot, ni que se me cierre la garganta antes de dormir porque las exigencias aumentan, aumentan con las lecturas, y tengo miedo de aburrirme conmigo misma, miedo de darle la vuelta a la experiencia, porque sí, debería decir todo, o casi, sobre lo que pienso en ciertas momentos y sobre ciertas personas, ser coherente, pero soy débil frente a mis afectos, los circuitos afectivos son mi tela de araña, cuesta salir, a veces es lento, alejarse como una cámara que va ensanchando la escena.

Elisabeth, escritora de biografías sobre mujers célebres: Tienes todo, belleza, talento, todo. Pero solo hay una cosa que importa: el afecto, affectio, Elisabeth. Los libros ayudan, sí hay que leer para no repetirse, para abarcar más espacio, para conocer qué dicen y piensan otras personas, para eso también es bueno, pero sin alejarse de la experiencia, sin transformar todo en ficción aunque la necesidad de escribir se imponga, así, como ahora, dictada casi de memoria, este texto que se está haciendo largo, es casi un vicio, casi una enfermedad, y habría que poner un punto final.


Foto: Christine Angot, autora de Rendez-Vous.

samedi, septembre 23, 2006

Los adolescentes


La noche pasada le hice descubrir a Barry la película de Buñuel, Los olvidados, rodada en México, con niños y adolescentes. Es terrible ver cómo se corrompe todo en la miseria, la ingenuidad infantil desaparece y da lugar a una lucidez descarnada, expresiones en los rostros que tienen esa sombra de los cuadros de Goya. Antes, Barry, me había hecho oír un disco que ha grabado con unos músicos de jazz, es decir, poemas suyos. Y había sido de una ligereza, una especie de allegro vivace, tan distinto del film de Buñuel, que no pude evitar pedirle que me copie el disco antes de irme a dormir. Pondré su señas porque suele dar conciertos en Nueva York. Barry tiene un candor, una espontaneidad a flor de piel, vivas, auténticas. Es realmente agradable como persona. Volviendo a los adolescentes, me he preguntado sobre los hombres Peters Pans, sobre ese tipo de hombre que nunca crece y sigue siendo adolescente, felizmente desapegado, sin abandonar la casa, la mamá, los amigos. Las mujeres, las relaciones afectivas con ellas, en segundo plano, sujetas a esta imagen de ser ellos el centro y que deben mantener a todo precio. Esos eternos adolescentes, despreocupados e indolentes (he ahí la palabra que quería usar, indolente)... seductores. En muchas relaciones con ellos, los hombres, se trata de poner piedra sobre piedra, construir un lugar donde se dialogue, se crezca, se comparta la aventura, la pasión por la creación etc..., siempre he pensado que es posible. El peligror es que se termine por relacionarse con sus propios contenidos(como encerradas: pitié!!!), pocas veces en diálogo, y aceptando que no exista aunque se necesite decir-se, escribir-se día a día en el sentido más íntimo del término. ¿Las mujeres más que los hombres? No lo sé, pero me sorprende la cantidad de libros que han parecido este mes en primera persona sobre encuestas afectivas hechas por mujeres: Camille Laurens, Christine Angot (El incesto, está publicada en Seix Barral, 2000), Lorette Nobecourt. Escritoras talentosas que emplean sus energías en tratar de entender su relación con los otros, los hombres. Y el resultado es apasionante del ¿cómo se puede pasar tanto tiempo tratando de comprender? Simone Weil siempre decía que la compresión era como la absolución. Al comprender quién es la persona que hemos amado, también nos comprendemos a nosotras mismas y viceversa. Esta mañana conversaba con Luc sobre la misoginia, mientras el gato de la casa que se llama Beckett, pero que es una cachorrita que tendrá problemas de indentidad (sic) hacía piruetas en la barra de madera desde donde se ve la montaña frondosa y alta. Yo decía que la misoginia era una especie de desconfianza innata de lo que es el otro, el que nos e parece. Para trascenderla hay que confiar en que esa persona que es tan distinta no nos va a dañar, y bueno, no hubo quorum, como siempre. Yo le decía ¿por qué entonces esperas a que sea Michael, otro escritor, quien te diga que Christine Angot es una buena escritora para que te intereses por ella? Pero Luc, no, no cree que desconfíe, simplemente es un prejuicio hacia las mujeres que escriben en primera persona, aun cierto exhibicionismo. Pero Madame de Stael, Duras... en fin, Luc, los hombres siempre lo han hecho... voyons!!!

Leí sobre el caso de la escritora Elif Shafak, su caso debe pasar por el tribunal turco que la ha acusado de insulto a la identidad nacional. Ella nació en Strasburgo, Francia y creció en turquía y acaba de ser madre. ¿A qué aspira Elif? A un país cosmopolita, reconciliado con su historia, que reconozca la masacre armeniana de quien nadia habla ni desea acordarse. ¿Es demasiado pedir y merece que la condenen?

Termino este post por ahora, salida a Ventimiglia (pasar por la casa del poeta Salvatore Quasimodo, unacasa hermosa, con vista al mar) con Barry para ir al mercado, uno de los más importantes en Italia, que se hace hoy, en una plaza... encargos: cigarrillos, whisky, cigarrillos y más whisky...

Ps: anécodota que me cuenta Barry sobre Norman Mailer. Yo sabía que en una borrachera él había intentado apuñalar a su esposa, por otro lado peruana. Barry me dice que él creció en el mismo edificio de Mailer, que lo veía todas las mañanas y le gustaba conversar con él, etc... parece que Mailer no apuñaló a su esposa, sino que fue una especie de punzón con un cuchillito de plástico durante una escena de celos (sic) porque ella intentó seducir a la mujer con quien estaba conversando (doble-sic)....Vaya, del mito a la verdad, hay un espacio enorme...

Tarde...

A veces pienso que hay una cierta euforia en escribir, el querer llenarse del exterior para huir un poco de nosotras mismas... Pero como dice el I Ching, el pozo siempre es el mismo. Y se desea que suenen las campanas, que suenen largamente, fuertemente... Y siempre, siempre ese deseo de trascenderse , de lograr un mínimo, mínimo de ascensión espiritual, con equivocaciones, con pasiones que se mueren y que reviven, mas siempre un poco de oxígeno. Es extraña esta experiencia del Blog porque se roza el exhibicionismo, entonces, cuando se busca el recogimiento, una especie de método para conocernos más (por que el poner algo por escrito es hacer de ello un objeto en el cual no sabemos si nos reconoceremos), se reniega de todo lo que parece artificial. Es una apuesta por saber más, una búsqueda que no termina...

jeudi, septembre 21, 2006


Hoy, caminata pensando si se puede creer en la empatía, en la capacidad de los demás de ponerse en el lugar de los otros. La falta de generosidad en la relaciones, los miedos, las fobias (femeninas y masculinas) hacen que no podamos establecer ningún contacto. Una a veces cree que basta con entregar afecto para recibirlo, que basta con buscar la belleza interior para crearla, y no, no es sencillo. Siempre tenemos que estar reconstruyendo todo, tratando de embellecer lo que vivimos, deseando que los otros estén a la altura, que nos acompañen. Es lo que se conoce con el “compartir”, creo que es uno de los sentidos esenciales de la vida. Sin eso, la soledad es una lápida, una cosa que se te pega al pecho y es fría. Pero, ¿cuántas personas están dispuestas?, ¿cuántas personas podemos dejar de lado nuestra vanidad y entender que todos estamos solos y que lo único que cambia esa certeza es la palabra, el gesto, la caricia? Siempre he buscado personas que de alguna manera sienten lo mismo, una forma de mantenerme a salvo del desafecto y el desapego que avanza con la edad y las cosas que se deben ir enfrentando. En las sociedades post-industriales las relaciones humanas se empobrecen, se hacen rígidas, el aislamiento es duro y la gente la padece. Entonces, hay que ir hacia esos espacios donde podemos ser lo más parecido a lo que sentimos, lo más cerca. Eso me lo repito, luego pienso: hay dos formas de estar mejor en el mundo, la primera es con humildad y cierta rebeldía cuando algo nos ofende o nos rasga la dignidad, la segunda, de una manera cínica y desapegada, avanzando hacia una ausencia de riqueza interior, desencantada.
Anoche, había un cielo estrellado, hermoso, tan hermoso, que quise que alguien que creía cercano compartiese conmigo ese instante. Por supuesto, ignoré la situación de mi interlocutor, su falta de atención, su instante (algo que siempre desconocemos si no nos la comunican), y recibí una especie de cachetada, una especie de portazo con el que me fui a dormir desalentada y pensando en por qué, si yo solo deseaba compartir, recibía a cambio una respuesta tan poco empática, tan pobre. Hoy me levanté pensado que tal vez, la comunicación verdadera es imposible, y que había que aceptar esos imponderables como los límites de la experiencia. Yo había disfrutado de esa noche llena de estrellas, mirando la torre del monasterio, su sombra casi temblando integrarse a ese cielo, y con eso bastaba. Querer compartir ese instante, es quizás solo un deseo, como la vida compartida, como todo lo que más deseamos, pero esa es también su combustión. Hay relaciones que se comvierten en noche y hay relaciones que se convierten en días soleados, pues bien, hay que caminar por ambos lados.

mercredi, septembre 20, 2006

Nietszche

Hoy he caminado por la montaña. Es decir, sentía que la montaña caminaba conmigo, que a cada paso el paisaje se activaba y me seguía como en un travelling. Entiendo por qué Nietszche amaba tanto este lugar (la naturaleza en la Costa Azul es privilegiada). Ganas de hacer su recorrido y convertirme en una especie de Zaratrusta. Ayer, Elisabeth, contó que tenía una carta manuscrita de Marcel Proust, dirigida a André Gide. La razón: una justificación del por qué había escrito A la búsqueda del tiempo perdido, contestanto al rechazo de su contenido en la editorial Gallimard donde Gide era lector. Parece que Gide le habría dicho: votre recherche du temps c’est du temps perdu!!
Y si Proust le hubiese hecho caso a Gide… Hummmm
Yo sentí un fetichismo absoluto, ganas de tener una copia de esa carta entre mis manos.

Y sí, la voz de Dawn Umpshaw es impresionante, es como un ascenso, una especie de catarsis espiritual. A Philip Glass lo conozco mal, pero me han dado ganas de explorar, también oír a Powaqqatsi, a quien no he oído.... Me queda mucho por descubrir... gracias...

mardi, septembre 19, 2006

La luz

Hoy me he levantado con una luz limpia, dorada. Es imposible no dejarse tocar por la placidez del paisaje, un poco cuando estás obligada a reconocer que dependemos de esa luz y eso hace que estemos en equilibrio. Esta mañana la computadora se me ha vuelto a plantar. Según los técnicos es tal vez un problema de disco duro. O sea... puede que me quede sin ella, cosa que me parece imposible y me lo tomo con calma. De alguna forma extraño a mi técnico peruano, un superdotado que encontraba soluciones a todo. Esas relaciones efímeras, de las que una se acuerda mucho tiempo después. He sacado la cuenta de que algunos de mis objetos permanecen ¡desde que vine del Perú! Y no me he dado cuenta, ellos se han apegado a mí, es como si me hubiesen seguido.
Ayer, conversación sobre la música clásica contemporánea. Me doy cuenta que soy ignorante en este tema, casi no conocía a nadie y Luc y Michael me hicieron un paseo por una gama de compositores nuevos. Según Michael, algunas partituras de Bach han sido plagios (¿)... Esta mañana mientras desayunábamos me dice que la Madeleine de Proust era originalmente una simple biscotte, galleta,....

Todos estos espacios de armonía, de creación, me parecen un lujo. Cuando hablo con Lima me doy cuenta de que la situación en el Perú, para muchas personas que quiero, es delicada, Que no es fácil crear, escribir, soñar cuando la realidad se te impone en bloque. Nunca me olvido de eso y siempre me ha creado un sentimiento de responsabilidad, es decir, de deuda. Me digo que si tengo el privilegio de pensar y escribir debo hacerlo, aunque eso no evita que a veces me sienta fuera de todo (el entusiasmo de Luc cuando hablaba de Casanova, por ejemplo), un poco incrédula con todo lo que implica la creación. Me conmueve cuando las personas creen relamente en lo que hacen, porque soy un poco una incrédula con ganas de creer que sí, que todo puede cambiar por una página, por unas frases. Que sí es posible una vida como un proyecto de trascendencia. Es necesario, para mí, sentir que en la vida obtengo un poco más de serenidad, que soy menos ignorante sobre lo que son los otros...

Doy un título de unos de los compositores que he descubierto ayer: Henryk Górecki, Sinfonía N 3.

Y pongo un fragmento del poema de Dorothée, uno que me gustó mucho.

Conocimiento

Voy a poner un texto delante de mis ojos
Y yo
Voy a ampliar el movimiento del texto delante de mis ojos

Yo no conoce
Yo no conoce nada más que yo
No conoce que yo no conozco nada más que
Yo
Conoce que yo no conocía más que ese yo
Antes que yo nazca que nazca sin conocer nada ni saber nacer nacida de nada salí de nada y he aquí que sin saberlo sin saber cómo he nacido sin conocimiento antes de nacer me acompañaba en el instante de mi nacimiento de haber nacido antes que hubiese tenido de no ser más que yo quien acompañaba el conocimiento de nada que vine sin concebir mi venida sin ver el ser que no concebía nada que no sabía justo antes que el yo no tiene equipaje que no tiene maleta ni bolso que lo he aceptado así que se concibió así (...)

Y cuando no tengo palabras no tengo pensamiento
(...)

dimanche, septembre 17, 2006

Saxo


Anoche se hizo una lectura acompañada de saxo. Un lado salón literario bastante agradable. Barry leyó un poema y Marcelo, tocó la trompeta, luego Dorothée, Luc, luego yo leí un poema en prosa de Góngora, y me he dado cuenta de que traducirlo, es casi imposible.... Leí en castellano... Góngora y el jazz, ¡qué mezcla! Es fácil deslizarse por esos instantes de armonía, todo parece fácil, limpio. Estar en este monasterio es casi una utopía, por el huertoque tiene tomates, lechugas, coliflores, uvas..., se puede casi vivir en autarquía y, por la camaradería, parece la vida ideal. Me hace pensar en los falansterios de Fourier y con los cuales soñaba Flora. Camaradería, fraternidad, una Casa Inicial, como dice Marguerite, todos niños, todos adultos. Además, hay un gatito, Beckett, que parece ser una gatita, y a quien yo he puesto otro nombre: Charlotte, como Bronte...
En el suplemento Le Monde aparecen unas fotos estupendas de Bamako. El gusto por la charla, por la conversación que a mí me fascina. Parece que en la capital de Mali mujeres (mi madre me cuenta que en Lima también se reúnen siempre entre hermanas para conversar y creo que es un talento para vivir, saber compartir)y hombres se reúnen a conversar durante largas horas, comen, beben y comentan de todo. Me encantaría ir a Bamako donde también se dice que la música es importantísima. Sin música, para mí, la vida se empobrece. Por eso, ayer, Marcelo, que es italiano, novio de Silvia, otra escritora, fue todo un acontecimiento. De paso, una casualidad rara: alguien me ha dejado una melodía en saxo en mi celular, y justo ayer, he podido escucharlo en vivo. Marcelo y Silvia son una pareja vital, ríen mucho juntos, y es muy bonito verlos así. El cocina muy bien y le prepara platos estupendos. Hay una generosidad en todo esto y me gusta. Me piace molto.

samedi, septembre 16, 2006

Su propia música

Cada instante de éxtasis se paga con una angustia/viva y frenética/ con toda la proporción...

escribe Emily Dickinson, y luego esta frase de Duras se pega a este poema: es demasiado traumático ser escritora, es demasiado terrible. Hay que tener cuidado con el lenguaje.

Me doy cuenta de que no soy la única que siente aprensión a escribir, como si todo se deshiciera delante mío, como una hecatombe de la que nace algo nuevo. Terminado el diario de Anais Nin, me doy cuenta de que hay un trabajo directo con la neurosis en el desarriago. Aceptar eso es aceptar que podemos crear a pesar de todos nuestros límites. Creo que hasta ahora ha sido como una actividad de salvataje, como mi maletín de la cruz roja que empiezo a asumir mirándolo y sabiendo qué contiene. ¿Qué se esconde detrás de la insatisfaccción, de no poder disfrutar realmente de las cosas? Una ausencia, una pérdida que ha dejado una huella fresca,imborrable. Somos un poco víctimas y también solo nosotroas podemos curar esas heridas. Me pregunto cómo se puede escribir en ciertas condiciones de inestabilidad, y sin embargo se puede, se puede escribir al borde del precipicio. En tensión extrema. Luego, viene la paz. Lo que desearía saber es cómo podemos hacr que las personas estén más cerca de lo que son realmente y no del significado simbólico (es que siempre tenemos que atruirles un rol simbólico a todo y a todos?) que les damos para no equivocarnos cuando queremos llamar su atención, cuando necesitamos de ellos. Es un aprendizaje, tal vez sea simplemente seguir su movimiento interno, estar ahí donde queremos estar. No podemos estar en todos los frentes. Ni ser juez y parte en cada una de las experiencias.

Otro fragmento de un poema que dice lo que yo no sé decir:

Rodar su estancia en una ropa de cama con el miedo permanente del fracaso, ver cómo se escapa el lenguaje y las tierra de familiar, cuando arrancamos las raíces somos un ganso salvaje abriendo sus alas hacia el sur
Atravesar tierras tomadas por glaciares a la búsqueda de un refugio de calor, y temer constantemente suscitar
Rechazos sobre uno y otro suelo: adónde puede llevar una hoja toda esa desdicha?

vendredi, septembre 15, 2006


Solo ahora puedo darme cuenta de lo que sentí aquella noche en la plaza Garibaldi, en México. Creo que de ahí viene esa presencia rotunda, fuerte que se impuso cuando estaba allí. En esa plaza había una mezcla de pasado y presente, de un pasadao actualizado, pero como envuelto, protegido. Esa luz, esa algarabía, tenía que ver con no querer abandonar una especie de Arcadia, como si se buscase lo eterno en el presente, algo que no va a cambiar. Entre un ambiente de provincia y de gran ciudad, entre formas barrocas y líneas modernas. Creo que en Lima no se ve una atmósfera como esa y por eso me sorprendió. En el Perú las cosas están más divididas, debe ser por la geografía. Y en la capital, se han limado esas mezclas, se han hecho minimalistas. El gusto del peruano es austero como el desierto, o como la presencia imponente de los Andes. En México, el color, las formas, son más cargadas, no se tiene miedo del exceso, es la exuberancia. Anoche alguien dijo que le había encantado la casa de Frida Khalo en Coyoacán, a mí, no. Me decepcionó, pero creo que eso ya lo dije en otro blog.

Anoche comimos en terraza con una lluvia profusa que sonaba sobre el monasterio. Dorothée preparó una tortilla española a la francesa que yo recordaba, según las instrucciones de Vicky, la madre de Manuel, debía mezclarse en un bol con los huevos batidos y que ella añadió directamente a la sartén. Al margen, Barry, poeta norteamericano que vive en Nueva York, hizo un postre muy poético. Doy la receta: cortar naranjas en rodajas sin sacar la piel, ponerlas en un tasón, añadir, según la catidad de naranjas, miel de abeja, esencia de flores de naranjas, canela molida y un poco de pimienta negra. Otra cosa que me pareció exquisita fue una compota hecha por otro residente, Luc, con manzanas y peras cortadas en dados que hizo cocinar, a fuego lento, con un poco de agua (hasta cubrirlas), por una media hora. Añadió azúcar y canela molida. Al final, unas hojas de menta.

Antes de dormir me puse a escuchar unos cds que Dorothée me ha prestado, con una serie de entrevistas a Marguerite Duras. Fueron hechas en tres periodos de su vida, y se nota la diferencia en su timbre de voz. Siempre he pensado que Duras creó un personaje que de alguna manera ella actuó. Creía que la vida y la escritura son lo mismo. Lo sentía así. Si son lo mismo, de todas formas nos transforman al convertirse en objeto. Yo creo que de ahí proviene mi incredulidad. Pero ella creía. Y actuaba. Su voz, su cuerpo, toda ella, se transformaban en actuación. Entonces dice cosas como que el alcohol es la ausencia de Dios, y como la religión, hay que ver la cara de algunos creyentes y suena Bach y Chopin... ella es su propio Dramatis Personae. Casi por pudor, por miedo a la impostura, como si me impusiese una suerte de ascésis, de rigor para compensar el hecho de mostrarse a los demás, no podría hablar así. Siempre trato de convencerme que escribir puede ser un acto de generosidad, pero cuesta no ver el lado narcisista y darse cuenta de que si nos exponemos es porque no podemos prescindir de la mirada del otro, porque la buscamos, lo queramos o no. Es el lado social de la escritura, tal vez...
Y es cierto lo que dice Duras, el alcohol reemplaza algo, actúa como bálsamo, pero exacerba otras cosas. Desnuda las experiencias, y muestra sentimientos, pero también los pervierte porque levanta la barra, y deja pasar todo como en un río. “La enfermedad y la muerte” la escribió roceada de vino, es lo que ella dice... no sé si creerle, a tal punto actúa su personaje...
Iba a decir algo más pero ahora ya no sé.

jeudi, septembre 14, 2006

Llegar


Cada vez me dan más ganas de usar el blog a manera de diario, pero el hecho de que no sea realmente íntimo, por ser leído, me lo impide. Ahora me decía que gracias a algunos diarios, el de Anais Nin, el de Virginia Woolf, el de Julio Ramón Ribeyro o el de André Gide, yo me he recompuesto, he visto que no soy la única en asumir riesgos y estar un poco errante en la vida. La libertad tiene que ver con las elecciones, con la ausencia de ataduras, es ahí cuando escribir se convierte para mí en algo realmente vital. Una imagen de una estación del tren, una persona que pasa, un tono de voz, un cielo. Escribo desde la estación de tren en Niza. Mientras el avión iba a tocar el suelo, veía a algunas personas retozar sobre el mar transparente, los hoteles de la Costa Azul... No sé muy bien cómo llego hasta aquí, los azares se van juntando y yo me apoyo en ellos para seguir observando el mundo. El peso de mi equipaje me hace titubear, quisiera tener una maleta pequeñísima, con lo indispensable. Y la computadora.
Hay un brillo de una noche en la Plaza Garibaldi que me gustaría describir y todavía no puedo, tal vez sea en otro fragmento, no lo sé. Cuando subí al tren una mujer estaba leyendo el mismo libro que ayer acabé en el jardín de la casa de mis amigos de París (el de Laurens). Le dije que lo había leído y me mencionó que le gustaba y le parecía interesante y osado. Luego me vine a escribir a mi butaca, esperando que el tren salga para Saorge y allí esté esperándome Martine, sin quien no podré llegar hasta el monasterio donde quiero terminar un trabajo. Estos últimos días he estado pensando en mi madre, esto, a raíz del diario de Anais Nin. Me pregunto si podré darle lo que ella me ha dado, confianza en mí misma, pese a todo. Si podré compartir un poco lo que yo veo. En Berlín me hubiese gustado que estuviera en la lectura, se hubiese sentido legitimada, hubiese sentido que ha sido una excelente madre y que yo le debo mucho de lo que soy. Como a Anais Nin me da miedo fallarle a las personas que quiero, no demostrarles o decirles a tiempo que las quiero, reconfortarlas. Creo que fue lo que más me dolió con mi abuelo, y con mi padre. Mi relación con mi padre siempre ha sido apasionada, difícil, terrible. Ese es todo un capítulo. Mi relación con el mundo depende también de él. Y ahora, lejos, me digo que a lo mejor me necesita. Entonces me siento culpable de estar tan lejos y no darles apoyo, de no ser la hija que debería ser, la madre que no soy...
Pero, esta opción, la de seguir su propio movimiento, la de autorizarse a ser una misma, ¿no es acaso una manera de estar más cerca de ellos?
Más que palabras, mi madre me ha dado afecto, cariño, cariño incondicional. Por supuesto, nuestra relación no ha sido convencional. Yo me he ido de casa a los diesiséis y definitivamente a los diesiocho. Desde entonces mi madre siempre se ha quejado de mi ausencia. A veces pienso en el libro de J.M Coetzee, La edad de hierro. Un hermoso libro, un verdadero libro. Anais Nin dice que los escritores escriben lo que otros no escriben, ni dicen. Una periodista me preguntó en Berlín por qué había tratado el tema de la locura en Stabat Mater, le contesté que porque nadie se daba cuenta de que en una sociedad donde las personas están constantemente expuestas a la violencia, se ven también expuestas a cierta forma de alienación y, al final, su lenguaje se enferma, se daña moralmente y emocionalmente. Los lugares donde la violencia se hace concreta, se convierten en un hospital psiquiátrico general. Todo trauma existencial deja una huella en el lenguaje. Me parece clarísimo, y yo tenía que decirlo. Es linda esta estación de Niza. Pienso en un encuentro que tienen André Gide y Simone de Beauvoir que entoneces enseñaba aquí.

Mañana en Saorge.

Esta Noche ha llovido espectacularmente, con unos truenos que resonaban en la montaña. Y esta mañana el panorama que se dominaba desde la cocina era impresionante. Las montañas estaban cubiertas de bruma, el jardín como transpirando humores, aromas de flores, humedad... Creo que si vuelvo a este lugar es porque me recuerda en algo a la hacienda de mi abuelo en Cora-Cora. Tengo la imagen clarísima de cuando llegamos un día a esa casa sencilla, austera, en medio de la montaña de la sierra peruana y sentí la misma relación con la naturaleza. A mi llegada a Saorge, los demás escritores comían en el jardín, iluminados con fotóforos, en el centro resaltaba un gran ramo de flores silvestres. Y esta mañana llueve profusamente, y yo deseo trabajar. Lentamente, como una caracola que se desliza por la tierra húmeda del sur de Francia pensado que es la casa del abuelo.

mardi, septembre 12, 2006

Traduzco un nuevo fragmento de Camille Laurens, de una lucidez impresionante, siempre del libro Ni toi n moi (Ni tú, ni yo). Me hace pensar en parte en el texto de Madame de Stael, escrito en el siglo XIX, sobre la literatura escrita por mujeres...


Mensaje dirigido a un hombre:

Usted es como Orfeo, es quizás por eso... No ama a las mujeres más que en la ausencia. De todas formas, ¿qué podemos esperar de un cineasta? Ama a las mujeres imágenes, a los iconos, las estrellas. ¿Cuántas han muerto por no estar mas que vivas sobre el papel de aluminio? ¿Cree que Marilyn quería ser querida así? ¿Que no hubiese preferido ser amada en persona, llena de recuerdos y de dolores, de lecturas, de deseos y de niños muertos, de placeres y secretos, en lugar de ese nombre inventado donde cada quien inscribe lo que quiere, donde no es más lo que ella pone?
Hay muchos, muchos hombres que no aman a las mujeres, pero a lo mejor es necesario ser una mujer para saberlo. La mayoría lo ignora porque su reticencia toma una forma amable y amante, su odio tiene los rasgos de la adoración. Las adulan desde lejos temiendo que se aproximen y se les presenta muy a menudo como buscadores de la presencia femenina, sea por su belleza, su conversación o su encanto, o las dos cosas juntas. Se dice que los hombres están más interesados en el sexo, más concretos que las mujeres, menos soñadores. En realidad, muchos se las arreglan para alejar de ellos a las mujeres, poner distancia, aunque tengan que halagarlas y embalsamarlas en las frases. Lo que desean muchos hombres sin saberlo, es hacer desaparecer a las mujeres. Los medios son múltiples y variados: las ponen en un pedestal, haciéndolas inaccesibles, o les huyen, haciéndolas intocables, o las cubren, haciéndolas invisibles, o las desfiguran, haciéndolas indeseables, o las matan, puesto que son invivibles. Aman a las mujeres ausentes, silenciosas, maravillosas, sin rostro, desaparecidas o muertas. No aman sino de lejos. Cuando se aproximan los brazos se les caen. Todo se hace en nombre del amor cuya estrategia se resume en esta pregunta: ¿Cómo volatizar la mujer que amo para poderla amar? ¿Cómo hacerla desaparecer para que esté para siempre presente?
Ah! Habría que banalizar el verbo amar, contribuiría al progreso de la verdad: yo te odio, he ahí la verdad.


He ahí, que, a veces, las mujeres nos vemos transformadas en arpías sin saberlo. En disidentes, subversivas, parias, peligrosas. Me hace pensar también en otra película: Besos volados, en la cual toda mujer que reclama su libertad es considerada como una histérica. Autorizarse a ser reconocida no solo como un cuerpo, sino como una persona, humana, parece que contiene la respuesta: no existes, no estás. Vigilar y castigar, ese parece ser el rol de la sociedad, no veo otra forma de interpretación por el instante. Este libro está escrito en el siglo XXI y lo que el personaje femenino dice no difiere mucho de la situación del otro siglo, ni de la de muchas mujeres que se callan, aceptan el juego, renuncian...

Otra frase interesante: Matamos lo que amamos para no morir nosotros... porque tenemos miedo de todo, miedo de la persona que amamos, de amar y de ser amados, de no reconocernos en la mirada del otro, de no ser nosotroas mismoas, de no llegar a estar a la altura, en suma, miedo y miedo. Entonces, creo, que pasamos a somatizar nuestra existencia, a sentirla como un peso y sin valor. Pasamos a ser devalidos, pueriles, incapaces de generosidad. Como la época nos expone más, como no nos deja pensar más que lo indispensable: cómo subsistir, no empleamos más que lo mínimo de imaginación en comprender nuestras relaciones emocionales. Nuestra vida espiritual, interna, está arrasada.

nota bene: la fusión oa, es a propósito.
Ps: Hoy llegaba Doris Lessing al festival de literatura de Berlín. Me hubiese gustado saber qué pensaba sobre esto, me hubiese encantado...

lundi, septembre 11, 2006


He pasado por Berlín de manera veloz, he visto rostros, formas, colores distintos. Las sensaciones han sido muy distintas de las que siento en Lima, en París, en México, y en otras ciudades. Son como flashes que me me vienen ahora a la memoria. La lectura de un texto leído en alemán, las miradas del público, las luces, la oscuridad de la noche, las texturas... Todo eso todavía está en forma sensible, sin idea, sin verdadero texto. Tal vez mi percepción sea solo impresionista. Una noche cenamos en un restaurante del barrio bohemio de Berlín y recuerdo la sensación de timidez, de pudor de un Premio nóbel. Un gesto que me reconcilió con la idea de escribir y exponerse, porque de la actividad solitaria que esto significa se pasa a estar afuera, “expuesta”, sin saber si se tiene algo que decir y es cuando me pongo incrédula, no puedo creer que nos tomemos tan en serio, ni la fascinación del público, nada de eso me parece familiar. Yo funciono por oído, por sensación, voy donde siento que hay cierta armonía (pero, ¿se puede funcionar siempre por oído, incluso con una otitis que no se me pasa?!!!), cierto estado de atención, de vida interior. Hoy leí un proverbio chino que citaba una escritora: Cuando un sabio le muestra una estrella a un necio, él solo ve el dedo que la señala. Y yo quería ver la estrella. Tal vez para verla, tengo que alejarme, que deje de ser abstracto, que pase a ser un deseo con sentido. ¿Qué queremos, qué buscamos cuando escribimos? Por ahora tengo la imagen de una ciudad estupenda, o de un barrio, porque casi no salí del hotel, luces, y cafés iluminados por velas, ambientes cálidos, lentos...
Hanno Depner, uno de lor organizadores del este Festival Internacional, me dijo que tendría que contarle, por escrito, lo que había percibido en el Festival. Y lo intentaré. Prometido.

Foto: Berlín, una ciudad moderna y cosmopolita en la actualidad.

jeudi, septembre 07, 2006

La confusión de géneros


La hermosa frase de Jean Paulhan : Si las palabras no cambiaran el sentido y el sentido las palabras, a mí se me ocurrió esta mañana que podría decir también: Y si el silencio cambiase el sentido y no siempre las palabras... Esto, a raíz de que venía leyendo los comentarios de la “Rentrée littéraire” (la aparición de las novedades del año, para los premios, etc...) en Francia. Una cantidad inimaginable de libros, como en España, seguro, de los cuales solo unos pocos son rescatados por la crítica, con criterios diversos, a veces incomprensibles. Yo no sé qué se busca transmitir cuando se habla de “literario”, en principio, creo, el ejercicio de lo que significa escribir y crear a partir de un lenguaje. Y sin embargo, me da la impresión que las palabras se alejan cada vez más de su significao, volviéndose cada vez más artificiales, menos vitales y casi decorativas. Escribir no es decorar un texto, no es contar simplemente una historia, ni un perffomance de lenguaje, es, prefiero pensar, algo más. Es una manera de jugársela, como en toda partida limpia, hasta las últimas consecuencias. Por eso, me impresionan los escritores (as) ingenuoas (hagamos la fusión para hablar en los dos géneros) , felices, sin angustias. Cité a Octavio Paz en post anterior, quien decía que, en nuestra época, escribir había dejado de ser un artificio. Hemos perdido la ingenuidad de las palabras, las usamos y creemos en ellas, pero también conocemos sus límites en la comunicación. Camille Laurens dice algo muy interesante a propósito del amor, dice que siempre se ama lo que se proyecta en el otro, no a la persona misma. No sé si es del todo cierto, también se puede amar que el otro sea un enigma, un espejo turbio, es demasiado complicado decir es esto o lo otro. Con el lenguaje sucede lo mismo, me gustan las personas que escriben desde ese lado, es decir, habiendo removido todos los esquemas y conscientes de que su trabajo es humilde, una historia de amor y desamor, una especie de búsqueda de la piedra filosofal. El lenguaje es el reflejo de nuestra época, y cuanco Rimbaud decía que había que ser “completamente modernos” significaba que ya no podía escribir como Rabelais, ni como Corneille, ni siquiera como Víctor Hugo. Rimbaud estaba de pie en el mundo, se fue al Africa, se volvió un simple comerciante sin importarle que en Francia se le celebrase como un genio. Esa expresión suya del cuadro de Fantin Latour (está en el Museo de Orsay) es elocuente, dice en intertexto: qué hago aquí, me aburro.
La biografía de Jean-Jacques Lefebre sobre Rimbaud es otra fuente muy buena. Entiendo su sed por aprender idiomas, su gusto por el mundo árabe, el anglosajón (durenta su estadía con Verlaine escribió “The Paintings”, lo que se conoce como “Las iluminaciones", trabajo de exégetas, pasemos.), pero también su hartazgo. Si no nos damos cuenta de que el lenguaje aspira, inútilmente, a decir algo (Camille Laurens dice algo que yo también he pensado: si el lenguaje no repara nada, no ayuda a comprender nada, ¿para qué escribir?), a comunicar sensaciones, imágenes, situaciones, y, para las mujeres, a nombrar, estamos un poco perdidoas. No podemos pensar que el lenguaje es análogo a la realidad o la representa tal y cómo es: Yo no sé qué es realidad, sólo conozco la subjetiva.
Incluso diría que me resulta cándido pensar que después del Surrealismo (Lautréamont), del cubismo (Picasso siempre decía que no pintaba lo que veía sino lo de su cabeza, pero ¿quíen no?), se siga pensando que escribir es un oficio, una profesión (re-re-sic)... Sin querer caer en un Idealismo absoluto, tampoco relativismo, es cierto que hay confusión. No sé quién sabe qué sucede con los que se dicen “escritoreas” y aspiran al estatus de una especie de chaman, predistigitadores del futuro, gurús, y no sé qué más. Lo único que sé es que si alguien desea decir algo en público tendrá que hacer esfuerzos por enriquecer su visión del mundo para no repetir lo que todo el mundo sabe. Cualquier persona es inteligente (y cada vez más pienso yo por la información que recibe) y capaz de entender un libro, dixit “complicado”. Esto lo repito hasta la saciedad. La literatura como un ejercicio elitista es una idea ancrónica, reaccionaria, estúpida. Mañana que me toca ir a Alemania para un festival de escritoreas internacionales (hummmm) me pregunto si no me encontraré con lo personas que se pisan la levita y mujeres de mirada tiesa. Me interesa el lado humano de los escritores que se atreven a decir lo que otros no se atreven, que se atreven a atravesar la línea de lo establecido, no por impostura, ni por ambición, sino por convicción y cierta integridad. Nada de héroes, simples comunicadores que desean eso, darse de golpes con las paredes hasta sacar algo, una frase limpia, brillante, y que signifique. Y me gusta este epígrafe que usa Laurens en su novela, es de Bergman, de Escenas de una vida conyugal. (mi adorado Bergman, lástima que no lo haya conocido):

Marianne: ¿Crees que vivimos en una confusión total?
Johan: ¿Tú y yo?
Marianne: No, todos nosotros.

Nota de la autora: Jean Paulhan ha escrito un ensayo interesantísimo sobre la literatura que lleva como título Las flores de Tarbes. Lo concibió una tarde que estaba sentado en el Jardin Massey y se puso a ver las flores de Tarbes. Además fue director de la Nouvelle Revue Francaise, de la editorial Gallimard, y obre todo, el hombre a quien una mujer dio como prueba de amor la más hermosa novela erótica que se ha escrito: Historia de O, de Pauline Réage. Un detalle: la escribió para seducirlo porque no se sentía bella y pensó que lo conquistaría con este libro. Al final, todo acto de amor verdadero es también un ejercicio linguístico.


En la imagen, Arthur Rimbaud, en el cuadro de Fantin Latour, junto a Verlaine, en la famosa reunión de los "Zutistas".

mercredi, septembre 06, 2006

Laurens


De nuevo en París, el brillo de sus calles, su silnciosa alegría. En el Boulevard Saint Germain, la mayoría de gente me parece radiante. La belleza tal vez es un modus vivendi, una forma de estar en el mundo, de estar presente, de mirar a las personas con quienes hablamos. Reconocerlas ante todo, no solo como un cuerpo, tamaño, color, etc., sino como un rostro. Solo los tontos se guían por las apariencias, por eso, no dejarse impactar por los fuegos fatuos, suena a coartada para la tontería. Y esto brilla en todos partes, en el Café Deux Magots, en las playas de Ibiza, o en Miami...
Incursión entuasmada en la librería la Hune para comprar la última novela de Camille Laurens, Ni toi ni moi (Ni tú ni yo) editada en las ediciones Leo Scheer. Me doy cuenta de que hay conincidencias en las lecturas, Adolfo, de Benjamin Constant, que me hizo soñar con la idea de hace una adpatación en Perú de ese mismo texto, etc... Y hallo este fragmento soberbio: (...) pero, él no entra jamás, sino por intermitencias desgarradas en su propia realidad, en su alma, si esa plabra aún tiene sentido. El alma sería lo que hay que adivinar detrás del cuerpo o lo que aueda abandonando detrás de las frases: el alma es el secreto del cuerpo y del idioma, no se ciñe a su movimiento, no lo penetra: permanece impenetrable. Y por eso todo el drama radica allí, como un decorado de teatro, altos muros con pequeñas ventanas y sin puertas. No puede salir de sí mismo para ir hacia ella y él no la quiere dejar entrar. Los sexos están desesperadamente separados. Y cuando por un azar se escapan de la fortaleza, no se encuentran mas que en el patio de los adioses. En suma, es una pesadilla.

Foto: Camille Laurens, editada en Anagrama.

samedi, septembre 02, 2006

Fiel


Un fragmento del diario de Anais Nin, me ha impactado. Es una carta que le dirige Felix Pollack, bibliotecario en Northwestern en la que le comenta su novela “Una espía en casa del amor”. Dice: En sus novelas, y de manera muy clara, el sexo es descrito como una fuerza vital siempre presente, la vida de los sentidos invade todo. Eros y la sensualidad son velas que ponen en marcha la máquina, son la fuente y el origen, la llave, la madre en el sentido que lo entendía Goethe. La unidad en la multiplicidad, ninguna dualidad torturada y artificial, ninguna división cristiana entre cuerpo y espíritu, ningún divorcio estéril entre emoción y razón, si no razón y emoción unidas inseparablemente y soldadas como efecto y causa; instintos, motivaciones, vistos como lo que son: aquellos que jalan los hilos de nuestras formas de pensar, incluso las más racionales (…)
Y aquí viene la parte que más me interesa:
(…) Una noción de esta índole conlleva un problema ineluctable: la esquizofrenia revelada, confesada, de la personalidad honesta, compleja y rica interiormente, la inmoralidad de la ética, la búsqueda tortuosa de poseer un Yo que englobe esa multiplicidad(…)

Aquí me detengo para hacer el comentario:

Cuando esta persona le comenta su libro a Anais Nin, le hace comprender lo que ella sabía de alguna manera, pero quizás no lo había escrito todavía. Los lectores completan el trabajo del escritor, sin ellos, el proceso no está completo, incluso diría que se realiza cuando el libro es leído, es decir que todo libro no existe hasta ese instante.
Cuando habla de esquizofrenia es porque toda personalidad honesta sabe que el Yo no es único, que este está en constante frote con los demás, y que, mientras más poroso y sensible y complejo, más se impregna de los demás. Por eso, las personas sensibles padecen con más facilidad alienaciones con sus afectos, con sus gustos, les cuesta más renunciar a ellos. Nunca logran ver en los demás sino partes de sí mismos. Sucede así en el amor y la amistad. Muchas veces una intuición nos dice que nos equivocamos aferrándonos a ciertas ideas o personas, que hemos puesto mucho de lo que somos en ellos y que las personas verdaderas están muy lejos de esa imagen que nos hemos creado. Y sin embargo, seguimos adelante. Todos le otorgamos un valor a cada una de nuestras amistades y afectos, cada persona cumple como un rol mítico, nos recuerda a algo, alquien, más o menos importante. Y nos organiza. Cuando la persona verdadera emerge, no vemos sino lo que deseamos ver y cerramos los ojos ante lo que no nos gusta. Tratándose de ser honestas, tal vez las mujeres, por esa alteridad forzada de una maternidad en potencia (Levinas decía que era la alteridad por excelencia), somos más sensibles a la ubicuidad, es decir, querer comprender y perdonar todo, ser omniscientes. Y es imposible porque ser honestas es seguir la imprecisión de nuestras intuiciones, es entrar en un camino que se bifurca sin fin, es atemorizante. Por eso, muchos optamos por poner un marco a nuestras emociones, a encuadrarlas, a buscar la unidad desesperadamente porque sino padecemos la fragmentación y, con eso, el desarraigo constante. Pero la sensación de desarraigo viene también cuando sentimos que algo nos dice en el interior que no es verdad lo que deseamos creer y nos traicionamos, cuando, por falta de arrojo, de valor, o de afecto, por miedo a la soledad, aceptamos situaciones mediocres y las celebramos como si fuesen importantes y sin lograr involucrarnos. En esto, la única brújula es la intuición. Yo confío en que cada uno sabe qué es lo importante y qué no lo es. Qué es falso, parte de un montaje y qué no lo es. Qué nos pertenece y qué no. Nuestra mirada convierte la paja en oro si la situación o la persona lo merece. Claro, yo hubiese querido tener la suerte de Anais Nin y recibir una carta como esta (un jour, ma chère) Esta persona que le recuerda la frase de Hamlet: antes que nada se fiel a ti mismo.
Es una hermosa frase…. Solo así, aún equivocándonos, el desarraigo no nos sacará ventaja.