lundi, septembre 11, 2006
He pasado por Berlín de manera veloz, he visto rostros, formas, colores distintos. Las sensaciones han sido muy distintas de las que siento en Lima, en París, en México, y en otras ciudades. Son como flashes que me me vienen ahora a la memoria. La lectura de un texto leído en alemán, las miradas del público, las luces, la oscuridad de la noche, las texturas... Todo eso todavía está en forma sensible, sin idea, sin verdadero texto. Tal vez mi percepción sea solo impresionista. Una noche cenamos en un restaurante del barrio bohemio de Berlín y recuerdo la sensación de timidez, de pudor de un Premio nóbel. Un gesto que me reconcilió con la idea de escribir y exponerse, porque de la actividad solitaria que esto significa se pasa a estar afuera, “expuesta”, sin saber si se tiene algo que decir y es cuando me pongo incrédula, no puedo creer que nos tomemos tan en serio, ni la fascinación del público, nada de eso me parece familiar. Yo funciono por oído, por sensación, voy donde siento que hay cierta armonía (pero, ¿se puede funcionar siempre por oído, incluso con una otitis que no se me pasa?!!!), cierto estado de atención, de vida interior. Hoy leí un proverbio chino que citaba una escritora: Cuando un sabio le muestra una estrella a un necio, él solo ve el dedo que la señala. Y yo quería ver la estrella. Tal vez para verla, tengo que alejarme, que deje de ser abstracto, que pase a ser un deseo con sentido. ¿Qué queremos, qué buscamos cuando escribimos? Por ahora tengo la imagen de una ciudad estupenda, o de un barrio, porque casi no salí del hotel, luces, y cafés iluminados por velas, ambientes cálidos, lentos...
Hanno Depner, uno de lor organizadores del este Festival Internacional, me dijo que tendría que contarle, por escrito, lo que había percibido en el Festival. Y lo intentaré. Prometido.
Foto: Berlín, una ciudad moderna y cosmopolita en la actualidad.
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