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mercredi, septembre 06, 2006

Laurens


De nuevo en París, el brillo de sus calles, su silnciosa alegría. En el Boulevard Saint Germain, la mayoría de gente me parece radiante. La belleza tal vez es un modus vivendi, una forma de estar en el mundo, de estar presente, de mirar a las personas con quienes hablamos. Reconocerlas ante todo, no solo como un cuerpo, tamaño, color, etc., sino como un rostro. Solo los tontos se guían por las apariencias, por eso, no dejarse impactar por los fuegos fatuos, suena a coartada para la tontería. Y esto brilla en todos partes, en el Café Deux Magots, en las playas de Ibiza, o en Miami...
Incursión entuasmada en la librería la Hune para comprar la última novela de Camille Laurens, Ni toi ni moi (Ni tú ni yo) editada en las ediciones Leo Scheer. Me doy cuenta de que hay conincidencias en las lecturas, Adolfo, de Benjamin Constant, que me hizo soñar con la idea de hace una adpatación en Perú de ese mismo texto, etc... Y hallo este fragmento soberbio: (...) pero, él no entra jamás, sino por intermitencias desgarradas en su propia realidad, en su alma, si esa plabra aún tiene sentido. El alma sería lo que hay que adivinar detrás del cuerpo o lo que aueda abandonando detrás de las frases: el alma es el secreto del cuerpo y del idioma, no se ciñe a su movimiento, no lo penetra: permanece impenetrable. Y por eso todo el drama radica allí, como un decorado de teatro, altos muros con pequeñas ventanas y sin puertas. No puede salir de sí mismo para ir hacia ella y él no la quiere dejar entrar. Los sexos están desesperadamente separados. Y cuando por un azar se escapan de la fortaleza, no se encuentran mas que en el patio de los adioses. En suma, es una pesadilla.

Foto: Camille Laurens, editada en Anagrama.

2 commentaires:

A. Ele a dit…

El Bello Durmiente, ¿un final exagerado?


Escribe: A. Ybrahim Luna Rodríguez
Fantasmas menos poéticos revelan insospechada versión sobre deceso del escritor norteamericano Edgar Allan Poe (1809- 1849).

La misma voz
Estigmatizado como escritor “maldito“ ante los ojos del mundo, a E.Allan Poe no podía acontecerle un final común, al menos no uno que no coronase una vida llena de excesos, tormentos y desvaríos. Así lo entendieron los pocos interesados y amigos del escritor, quienes aceptaron y difundieron la noticia más clásica sobre sus últimos días:
Extraña y lívida madrugada en Baltimore. Desolada mañana cayendo, octubre de 1849. En un callejón, a pocos metros de una taberna, un hombre solo, ebrio y semiinconsciente, descuidado y sucio de sí mismo, agonizaba en medio del más desgarrador delirium tremens. Ese hombre era Poe, que alcoholizado hasta el desvarío era trasladado a un hospital cercano donde días después moría en el más absoluta olvido.

Otros delirios
Se cerraba así uno de los capítulos más marginales de la literatura. Con un hombre deshecho, presa de sus propios demonios. Tan marginal como su pluma: exquisita mezcla de la soledad en un país industrial y la nostalgia por una Europa romántica y decadente. En suma, un hombre de espectros estéticos tan adicto al alcohol y al opio como a la metafísica; una sombra gris perdida bajo la sonrisa blanca de una nación que se impulsaba en plena revolución industrial.
Pero pocos repararon o resaltaron una de sus cualidades más constantes: su desbordante inteligencia.
El estigma no perdona, mejor es mirar a Poe a través del lente de la degeneración; mirarlo como el maniático al hombre lógico; como el adicto, al lúcido; como el salvaje, al prolífico; como el maldito, al soñador.
Esa virtuosidad dejada de lado, fue probablemente motivo de envidias y rencores personales, tan insalvables como la contraposición de posturas ideológicas o políticas.


Una nueva cara de la moneda
La siguiente, es una versión aparecida en la Primera Edición de la Colección “Grandes Figuras de la Humanidad” – ESCRITORES CÉLEBRES Universales. Central Peruana de Publicaciones S. A. – LIMA, Pág. 200. (Biografía de E. A. Poe)
“... pero al pasar por Baltimore, en viaje a Nueva York, fue hallado sin conocimiento, la madrugada del 3 de octubre, en la calle, en las cercanías de un café transformado en comicio durante una elección municipal. Trasladado al hospital murió cuatro días más tarde, el 7 de octubre por la mañana. Su detractor Rufus Griswold, a quien él, equivocadamente había nombrado albacea literario, hizo circular la maligna leyenda de que el poeta había sucumbido de resultas de un ataque de delirium tremens. Pero el diagnóstico escrito del médico que lo asistió, el doctor Moran, atribuía el deceso a una congestión cerebral causada por el agotamiento y el frío. La verdadera causa de su muerte fue la miseria.”

Los motivos de Rufus G. serán siempre inciertos; pero es posible que nos encontremos ante uno de los precursores del marketing sensacionalista. Sobre Poe diremos, en humilde resumen, que era un hombre brillante con mala suerte en la vida, y con una fama gris, ennegrecida, quizá interesadamente, por pinceles oscuros de manos extrañas.

Anonyme a dit…

En la linea de este blog conviene hacer un enlace con uno muy interesante tambien. http://www.elhedonistasibaritico.blogspot.com/

He visto que Bayly es catalogado como el peor escritor, dificil saber quien es el mejor