Hoy me he levantado con una luz limpia, dorada. Es imposible no dejarse tocar por la placidez del paisaje, un poco cuando estás obligada a reconocer que dependemos de esa luz y eso hace que estemos en equilibrio. Esta mañana la computadora se me ha vuelto a plantar. Según los técnicos es tal vez un problema de disco duro. O sea... puede que me quede sin ella, cosa que me parece imposible y me lo tomo con calma. De alguna forma extraño a mi técnico peruano, un superdotado que encontraba soluciones a todo. Esas relaciones efímeras, de las que una se acuerda mucho tiempo después. He sacado la cuenta de que algunos de mis objetos permanecen ¡desde que vine del Perú! Y no me he dado cuenta, ellos se han apegado a mí, es como si me hubiesen seguido.
Ayer, conversación sobre la música clásica contemporánea. Me doy cuenta que soy ignorante en este tema, casi no conocía a nadie y Luc y Michael me hicieron un paseo por una gama de compositores nuevos. Según Michael, algunas partituras de Bach han sido plagios (¿)... Esta mañana mientras desayunábamos me dice que la Madeleine de Proust era originalmente una simple biscotte, galleta,....
Todos estos espacios de armonía, de creación, me parecen un lujo. Cuando hablo con Lima me doy cuenta de que la situación en el Perú, para muchas personas que quiero, es delicada, Que no es fácil crear, escribir, soñar cuando la realidad se te impone en bloque. Nunca me olvido de eso y siempre me ha creado un sentimiento de responsabilidad, es decir, de deuda. Me digo que si tengo el privilegio de pensar y escribir debo hacerlo, aunque eso no evita que a veces me sienta fuera de todo (el entusiasmo de Luc cuando hablaba de Casanova, por ejemplo), un poco incrédula con todo lo que implica la creación. Me conmueve cuando las personas creen relamente en lo que hacen, porque soy un poco una incrédula con ganas de creer que sí, que todo puede cambiar por una página, por unas frases. Que sí es posible una vida como un proyecto de trascendencia. Es necesario, para mí, sentir que en la vida obtengo un poco más de serenidad, que soy menos ignorante sobre lo que son los otros...
Doy un título de unos de los compositores que he descubierto ayer: Henryk Górecki, Sinfonía N 3.
Y pongo un fragmento del poema de Dorothée, uno que me gustó mucho.
Conocimiento
Voy a poner un texto delante de mis ojos
Y yo
Voy a ampliar el movimiento del texto delante de mis ojos
Yo no conoce
Yo no conoce nada más que yo
No conoce que yo no conozco nada más que
Yo
Conoce que yo no conocía más que ese yo
Antes que yo nazca que nazca sin conocer nada ni saber nacer nacida de nada salí de nada y he aquí que sin saberlo sin saber cómo he nacido sin conocimiento antes de nacer me acompañaba en el instante de mi nacimiento de haber nacido antes que hubiese tenido de no ser más que yo quien acompañaba el conocimiento de nada que vine sin concebir mi venida sin ver el ser que no concebía nada que no sabía justo antes que el yo no tiene equipaje que no tiene maleta ni bolso que lo he aceptado así que se concibió así (...)
Y cuando no tengo palabras no tengo pensamiento
(...)
1 commentaire:
Es una bonita coincidencia leer que la 3ª Sinfonía de Gorecki es de su agrado. Es impresionante, sobre todo si la voz es de la soprano norteamericana Dawn Upshaw, y dirigida pod David Zinman.
Otro contemporáneo: Philip Glass, es capaz de transportarnos a mundos imaginarios emplazados en cualquier lugar. Aunque me atrevo a suponer que le conoce, quizás a través de la composición de alguna banda sonora de alguna película, como "Las horas". ¿Qué opinión le merece "Powaqqatsi"?, ¿no es una maravilla?
Buenas tardes.
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