He léido un artículo del diario El comercio titulado “Cinco jaulas en busca de un pájaro”, de Marcel Velázquez, en una secuencia de artículos sobre la novela contemporánea en el Perú. No me queda muy claro, en tanto que lectora, el marco teórico del autor, las categorías que menciona, realismo socio-mágico, novela total o novela urbana. Y yo desconfío de las categorías aunque se diga que son necesarias. No me imagino a la crítica estructuralista calificando a las novelas de Marcel Proust como una obra filosófica, o novela total o novela post-moderna a las novelas de Jean Echenoz... Más allá que la post-modernidad sea la disolución de las fronteras, o la hibridación en el discurso, o el intertexto, tiene que ver con a crisis del lenguaje y los paradigmas que se habían creado en la modernidad. Esa, parte, que toda novela enfrenta ahora, y que no se dice casi nunca, es algo que no deja de sorprenderme. Después de las grandes crisis del lenguaje como un espejo de la realidad, de Rimbaud, Lautréamont, de la Carta a Lord Chandós, de Robert Musil, de Niestzche, o de Wittegenstein (no voy a seguir mencionando nombres para no cansar), me resulta ingenuo que se siga pensando que la novela es más un problema de mímesis y no con el propio lenguaje. De los límites que plantea el lenguaje con la identidad individual. Ah, y aquí toco el tema que seguro todos esperaban, y que verán como dedo en la herida: el de la novela escrita por mujeres. Pues sí, hay heridas, la de desear nombrar y no poder, la de darse de golpes con las palabras y sentir su tiranía, su alienación, y sin embargo, insistir. Y por eso, me sorprenden las omisiones, porque suenan a destierro, a ceguera, a una resistencia que tiene que ver con el poder de las palabras, que, al final de cuentas son un poder político, influyen en la opinón, la moldean y la condicionan. Por eso, ciertas negaciones son negaciones al derecho a la palabra, establecen jerarquías de valor, no solo estético, si no también de contenido. En todas partes sucede esto, la crítica se enfrenta y opone sus propios criterios, pero se enfrenta, aquí, no lo sé, hay una necesidad de dibujar una frontera nacional, con escritores nacionales y algunos expatriados, no sé muy bien a qué responde eso, pero se tal vez termine por comprender. En suma, esta era una reflexión que me ha venido espontáneamente luego de leer esta crítica, justo en el instante en que termino una tesis de las escrituras en primera persona como resistencia a la invisibilidad (no, imbecilidad, ojo), la escritura como huella y marca de subsistencia, en el caso de Lautréamont y Flora Tristan, envers y contre tous, de espaldas y contra todos...
Quien dice “yo”, dice Ego, escribió Benveniste. La primera persona como el primer paso para constituirse en sujeto enunciador de discursos y nuevos símbolos. Si a ustedes no les preocupa el ego como parte de este proceso, a mí, sí.
3 commentaires:
Lo de Marcel Velázquez parace un rosario de nombres con largos adjetivos. Y aún cuando no te gusten las categorías ellas dan algo de orden al panorama, pero ni aún eso se logra en la columna del Diario El Comercio. Da igual que en estos casos no lo citen a uno: el ego permanece intacto. Tu escritura se impone.
No hay que hacerse bolas por ser nombrado o no por un columnista. Quién es Marcel Velásquez?? a seguir con lo vuestro Patricia, el ego es importante pero estese usted conforme con sus propia escritura y siganos hablando a traves de ella.
Salute!
Patricia, podemos salir al cine?
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