Hay situaciones que nos reclaman serenidad. Cuando las cosas parecen a punto de abortar, retroceder, pensar, tratar de observar los detalles. Nunca sabemos si estamos en contacto con las personas adecuadas, pero podemos confiar en que nuestra intuición no nos falle. Hay ideas que podemos tener y que pueden ir a contracorriente. Me pregunto si no es el fondo de mi trabajo de tesis que amenaza con abortar. Estoy yendo en la dirección que la universidad como intitución espera, o simplemente mi reflexión es antiacadémica y subjetiva, un rasgo que me identifica? No lo sé. Pero no evita que me ponga en duda. Un trabajo crítico necesita reflexión y tiempo, y si nuestra perspectiva no satisface ciertas exigencias de método, puede ser que carezcamos de él. Es curioso porque tengo una duda profunda sobre estos temas, sin dejar de ponerme en duda yo misma. De todas formas todo trabajo es una construcción y el hecho de retomar o retroceder, no puede si no enriquecernos... veremos...
Ayer, mientras hacía trámites administrativos, observaba a las personas, de todas las nacionalidades, que acudían al lugar. Creo que lo que más me conmovía, era la actitud de ciertas personas de origen africano. Me conmueve y gusta mucho su manera de moverse en el mundo, hay un encanto, una cierta delicadeza, o vulnerabilidad. Su manera de hablar es lenta, sosegada, no es rápida como la de los occidentales. Creo que eso también me lleva a pensar en mi trabajo. La cuestión del método, se puede reflexionar de otra forma que no sea metódica? En fin, todo nos lleva siempre a una nueva respuesta. Ayer en la exposición de Ives Klein, artista nacido en Niza, encontré unas reflexiones sobre el arte interesantes: la necesidad de ir hacia algo neutro, casi de desaparición del artista en su propia obra, sin método. Es una forma, de conocer, sensible que no sé si no está confrontada a otra forma de ver el mundo más racional. Seguiré con este tema.
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