Pages

jeudi, octobre 16, 2008

El cinismo

Justo cuando trato de encontrar un estado interior que me permita seguir escribiendo, es una especie de remanso, de estado de gracia, caigo sobre unos fragmentos sobre el intercambio de correspondencia, vía email, entre dos escritores franceses, el primero filósofo, el segundo, novelista de éxito: Bernard Henri Lévy, y Michel Houellebecq, ambos animales de escena, mediáticos, ambiciosos. Negar la vanidad sería una necedad pero asimilarla a Eros más que Narciso, podría ser una salida para no despreciarla. Yo no creo en la Maldad, tampoco en los juicios severos por más que los haga en un exceso de vigilancia y porque, porque no se puede renunciar a la necesidad de comprender, no lo sé. Yo creo que todos somos perseguidos por un gran sentimiento de culpabilidad que dio inicio al mito bíblico de la manzana, la manzana es la conciencia. Porque somos conscientes de que somos nada, de que podemos ser pequeños, terriblemete egoístas (o uno monstruos, rompemos el vidrio, arrañamos la nada), y que nuestro lenguaje nunca comprenderá ciertas cosas, es que podemos caer en el cinismo. El cínico está desesperado, su desesperación no se consuela con nada, no hay caricia que lo alivie, aunque la desee y la necesite. A diferencia de la belleza espiritual de un Le Clézio o la bondad de un Lévi-Strauss (también judío como BHL), M Houllebecq y BHL no encuentran nada en que remojar los paños de lágrimas que no sea la queja amarga. Algunas muestras:

Cher Bernard Henri Lévi

Todo nos separa, a excepción de un punto fundamental: los dos somos igualmente despreciables.
(...) Nihilista, reaccionario, cínico, racista, misógino vergonzozo: lo que sería un honor llegar a ponerne en las filas de los anrquistas de derecha. Autor chato, sin estilo, no he accedido a la notoriedad sino por una incompresible falta de gusto hace unos años de parte de una crítica desencantada. No soy al final de cuentas más que un pobre tipo. Mi provocaciones incisivas, han finalmente cansado a todo el mundo (...)

BHL: Tres pistas posibles, mi querido Houellebecq. Todo está ahí. Su mediocridad, mi nulidad. Esa nada sonora que nos siver de pensamiento. Pista número dos. Usted, de acuerdo. Pero por qué entraré yo en este ejercicio de autodesprecio, y por qué seguirlo en ese gusto que manifiesta por la autodestrucción fulminante, maldita y mortífera? No me gusta el nihilismo....

MH: (...) la fuerza que en mí podría hacer el rol de socialiación es muy diferente: mi deseo de no gustar esconde un enorme deseo de gustar. Pero yo deseo gustar por mí mismo, sin seducir, sin disimular lo que pueda poseer de verngonzozo. Es cierto que me he librado a la provocación y lo lamento, porque esa no es mi naturaleza. (...) Al contrario existe en mí una forma de sinceridad perversa: busco con enzañamiento lo que puede haber de malo en mí, lo peor, para ponerlo frente al público, exactamente como un perro coloca al pie de su amo la pantufla. Y no lo hago para acceder a ninguna redención, cuya noción me es extranjera. No deseo ser amado a pesar de lo que tengo de malo, sino justamente por eso, quiero que se me prefiera por esas razones.

MH.

Amor incondicional, amor que sí, aunque MH diga que no, recupere, libere, limpie y cure la herida de esa incapacidad de trascendencia, de esa mirada desencantada, cruda, sin maquillajes ni decorados. Yo sé que se desea señalar en sí mismoa todos esos defectos para que nadie crea que somos tan buenoas... Yo sé ese de ese sentimiento de frustración, de darse de golpes... Y lo veo, a MH, yo lo conocía por Nicolas Bourriaud, y caminaba por la Place Capitole y lo vi, lo alcancé y fui a dar con él a una sala de la librería Ombres Blanches de Toulouse, donde hablamos más de una hora. Me daba pena él, yo, por cmprenderlo y no irritarme, por no poseer esa capacidad de indignación o de inquisidora que a veces sí poseo, para darme con los límites del otro y conocer los míos. Había algo que me hacía sentir compasión, no sé si vanidad.. Pero yo sí creo en la vida espiritual, cuando escucho música, cuando camino por el desierto de Lima, cuando veo un rostro y me conmueve, o cuando, simplemente sueño con ser otra...

Aucun commentaire: