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mardi, octobre 14, 2008

Mala sangre

Ayer oía una emisión, siempre en France culture, sobre las neurosis. Uno de los especialistas decía que una de las razones eran los amores reprimidos, contenidos o abortados. La mejor definición del amor yo al encuentro, por una proeza del lenguaje, es la de Emmanuel Lévinas: el amor es la presencia del infinito en mí (ya Simone de Beauvoir lo había intuido y lo escribió en sus Cuadernos!!), por eso es que es inasible y puede limitar nuestra capacidad de comprender. De ahí también la melancolía. Freud decía que no se podía estar enamorado para comprender algo sobre el amor porque el transtorno afectivo a veces bloquea la razón. La pasión comprendida como fuego, como combustión, es también una forma de limitación en la comprensión, yo creo que es aforística, tajante, cortante. Pero siempre creo en la fuerza creativa del amor, en el amor como motor de conocimiento, casi como experiencia metafísica. El problema es cómo nosotros recibimos ese amor y si estamos preparadoas para ello. Hay suspensión de saber cuando el amor se vuelve una batalla por imponerse, como lo interpretaba Sartre, una forma de someter al otro (o en un amor no correspondido, trágico). Pero si lo interpretamos como una gama de posibilidades infinitas, para conocernos, sería genial. Lo que sucede es que tal vez el infinito nos da miedo porque nuestra comprensión es limitada y solo es posible a través del languaje, lo que no reconocemos, no lo asumimos. En fin, que para amar hay que abandonar también nuestro principio de soberanidad individual, y quizás esa sea la razón por la cual las personas muy orgullosas (con una autoestima frágil) o las vanidosas (idem) no se enamoran... Bienaventurados? No lo sé, si entendemos el amor como un instrumento de conocimiento, tal vez estas personas se queden solo en la superficie. El amor nos lleva también a abrirnos hacia los demás. Cuando nos sentimos queridoas, amadoas, somos más capaces de dar, de escuchar. Nada nos hace más presentes ante nosotroas mismoas...

Siguiendo con Le Clézio (no se le podría clonar digo yo! porque si el planeta estuviera con hombres así, no nos sentiríamos menos soloas?) Yo tengo que confesar que cuando tenía 21 años yo había leído el Proceso Verbal, que se ha traducido en castellano por El alegato, y luego, un día en Gallimard, descubrí su foto. Me impresionó su belleza (no solo física, es esa mirada que brilla la que más me impactó) y pensé que me encantaría conocerlo, pero nunca sucedió aunque yo haya visitado y visite muchas veces Le temple (http://www.gallimard.com/), como se llama a esta editorial. Y con el tiempo, solo he seguido sus libros, que me han acompañado y me han hecho soñar... así que dos personajes que quiero mucho y que me han acompañado siempre: Le Clézio y mi Lévi-Strauss, ambos son una especie rara, sabios, hermosos en dos edades diferentes. Tan vivos, tan presentes... Este video que publicaron en el blog de Zoe Valdés les va encantar...

http://zoevaldes.wordpress.com/2008/10/09/claude-levy-strauss-jmg-le-clezio-tom-wolfe-en-apostrophe/

Anoche fuimos a ver el concierto de Calamaro en el Auditorio Nacional de México. 6000 personas. Show impresionante, aclamación. Qué más... noto el sentimiento de los argentinos, su vulnerabilidad... Me gusta ese local, es cómo decir, épico, enorme, de una construcción moderna y lineal y con una vista espectacular de la avenida Reforma. El cielo estaba límpido, la gente, la muchedumbre estaba enardecida e iluminaba el escenario con sus celulares que parecían luciérnagas...

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