Las presentaciones siempre son un epifenómeno que está más destinado a los amigoas y a la familia, a los más cercanos, ceremonia concluída, faltan justamente esas personas, aunque tengo que decir que las presentaciones, las dos, la de Yuri Herrera y la de Ana Clavel, han sido inteligentes, generosas, involucradas, hasta el punto que pasamos una buena hora discutiendo, frente a un selecto público, de temas de la novela actual. Ya de noche, nos fuimos a comer algo, yo miraba las sombras copiosas de los árboles del parque México, luego a Olivier, envuelto en su saco marron, a mis amigas, luego la noche, la noche de México, cerrada, profunda, casi impenetrable. ¿Qué es lo que no penetro de México?, no sé, un punto ciego en la historia y en las costumbre de este país, una especie de sentimiento de "paraíso perdido", tal vez. Cuando leo cosas de Malcolm Lowry pienso que no soy la única, tengo que iluminar mi camino.
El sol de México, ese sol siempre radiante, luminoso... indiferente. Tenemos un almuerzo, las ganas de una conversación larga, y sosegada, como las que suelo tener con mis amigoas más cercanos... es una cuestión de estado, de querer disfrutar del sol, de este cielo...
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