En la noche de ayer, empecé a leer el libro que mi amigo Richard Millet me regaló, uno suyo, por supuesto: Opprobe. Ya he hablado varias veces de esta relación, pero ahora, simplemente es importante que precise algo: leyendo Oprobio, que es como se llama este ensayo sobre la demología, me digo varias cosas. Que mi amistad con Millet es soprendente, poque me permite ser como soy, auque estemos en desacuerdo casi siempre. Ahora, habría que ver qué me esconde M!!! No lo sé, pero yo suelo desmitificar lo que para la mayoría de la gente es un tabú: la maldad, una cierta inteligencia de la maldad. Yo estoy convencida de que no existe. Leí un artículo de Vargas Llosa que celebraba la capacidad de Celine para denunciar la mentira y el amaneramiento de esta época. Se pueden leer a esos autores amargados, desencantados, xenófobos, hasta la demencia, en el caso de Céline, y cómo justificarlo? Entre Céline y Millet hay una gran distancia. Millet es un gran moralista, un obsesivo del estilo, un enfermo del estilo, y un desencantado que llora frente a su imagen sobre le espejo deformado, pero no es un fanático. Cito un fragmento que lo describe: Busco un punto absoluto que significaría una ley qe me separe de mis contemporáneos: esta ley no puede ser mas que la escritura. Si me han leído bien (incluyendo mis novelas) me comprenderán. Lo que digo de los hombres no debe ser tomado al pie de la letra periodística o política: me sitúo simpre en otro lugar. No hago sino recordar que lo puede parecer maldito en mí es la búsqueda, a veces violenta, pero siempre áspera, de la verdad, sobre mí, sobre los demás, sobre el mundo.
Y aquí puede haber un punto en común entre yo y él: el de tratar de reconocerse en todos sus gestos y pensamientos, incluso los más rudos. Es cierto, pero, al margen de su soberbio estilo, de que hayan existido en la tradición francesa una larga lista de autores moralistas, incluyendo a Rousseau, cuya frase (sino soy mejor, al menos soy otro) equivaldría a esa de Millet quien no se deautoriza sino que se reconoce como "Otro", el que piensa, el que moraliza y se defiende.
Lo que em separa de Millet digo, son sus ideas de índole filosófico, sus creencias y sus orígenes. La suya, su filosofía, está basada en una tradición judeo-cristiana que él reivindica continuamente, uan idea de lo sagrado más teosófica que secular. Yo soy compleamente secular, en el sentido que las ideas que poseo no las he extraído de la religión sino que las he ido construyendo yo misma y las veo como pasajeras o suceptibles de cambiar. Sí, como Richard, yo también me he preguntado si lo "políticamene correcto", no es una forma de enmascarar nuestras debilidades, si, la izquierda y el pensamiento humanista existe todavía, si esta palabra, humanista, significa algo, si la democracia es posible en este mundo globalizado de libertades restringidas, y siempre la respuesta se nutre de valorizar a las personas como capaces de ser autónomas, libres, en no estigmatizar nada, en dejar de pensar en categorías clásicas, en ponerlo en duda todo, en Consruir y Construir deshaciéndose de todo prejuicio. Una cosa que no comparto casi con nadie es mi idea sobre lo ilsutrado, lo sabio, lo elevado, lo espiritual. Pese a este mudo mediatizado, bullicioso, infernal, las personas más comunes producen contenidos y sabiduría, simplemente existiendo día a día. No hay ningua civilización superior mientras esta no consiga la libertad de sus pueblos, este puede ser mi único paradigma universalista... Y por último, no creo en la maldad, no, cualquier cosa atribuída a fuerzas exteriores me produce ternura. La maldad se da en la superficie, en esa conjunción de gestos espontáneos, no reflexivos, que produce la estupidez de la alienación, pero no en las profundidades de nada. La maldad, el Mal absoluto no posee espesor, es un vacío de lenguaje, y en esto, estoy completamente en descuerdo con todas personas que se aferran a categorías. Son dos posiciones distintas: querer fijarse a una estructura, denunciar que una Fracia desaparece, que un idioma desaparece, y otra que es movimiento. Yo no subestimaría tanto la capacidad de las personas en su selección de valores y significados, me hace pensar en la película Misión, en cuando llegan los jesuítas a Paraguay y afirman que los indígenas son incapaces de comprender la música clásica negándose a tocar para ellos. Pero uno de ellos (jesuíta) sabe que la sensibilidad no tiene nada que ver con el aprendizaje (sino habría tanto Tonto culto!!), nada, es una experiencia sesible, asbtracta, impredecible. Voilá. Y ayer, mientras discutíamos acaloradamente sobre la desaparición del latín en las ecuelas francesas, yo me decía: sí que me cuesta mantener este punto de vista sin el paradigma de la civilización. Porque mi intuición me lleva por ahí: tutti le mundi, tutti quanti es capaz de los sentimientos más sublimes, esto es solo una cuestión de oportunidad y de un azar bienaventurado. Bienvenidos los bienaventurados.
Hay frases, a la manera de aforismos de Millet, alucinantes, recuerdan a lo mejor de ls grandes moralistas franceses:
Privilegio de los mártires y los santos, y también de los escritores, estoy vivo en mi tumba.
Cuelgo un video, que yo encuentro divertido, du méchant Millet, que no creo que mate a una mosca y que es de una timidez impresionante. Esto sucede en su oficina de Gallimard, patéica mi voz por su tono!
ps: sensación de que no se puede adjetivar fácilmente. Por ejemplo, llamé "La femme laide" a una persona, haciendo alución al apodo que le puso Simone de Beauvoir a Violette Leduc, hasta dónde podemos ir con nuesras irreverencias?
1 commentaire:
Es nuestra tendencia a no reconocernos en nuestra propia voz. Desde aqui se oye muy bien.
Enregistrer un commentaire