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mardi, mars 13, 2007

Avanzar

Para avanzar se necesita confianza, confianza en nosoros mismoas, confianza en el avenir... a-venir... También hay que tener confianza en que seremos capaces de nombrar, de decir y expresarnos para sentirnos completos y no fragmentados. Hoy voy a asistir a la inaguración de una gran exposición de Samuel Beckett en en centro Pompidou. No se me olvida que también vivió en Francia y que escribió en francés. No se me olvida que escribió "El innombrable", alguien sin brazos ni piernas, alguien mutilado, que hablando de símbolos, significaba alguien que no se podía nombrar. Ya no un humano, un sub-humano. Beckett, como Kafka (en la Metamorfosis), como Dostoiesvki (El Idiota), como Simone Weil (Las cartas a un religioso)... se dieron cuenta de que nuestro equilibrio, nuestra confianza está en poder decir y nombrar. Por eso la imagen que tengo siempre presente es aquella en que un niño (en este caso mi sobrino Patricio a los dos años) avanza con confianza sobre un prado verde cuando le extienden la mano. Todos somos siempre un poco los niños que necesitan avanzar sientiédose en seguridad. No hay lobos, si no fantasmas que logran aterrorizar hasta convertirnos en una especie irreconocible; pienso en la novela Frankenstein que acaba de leer mi amiga Elba, en ese otro tipo de monstruo en vida, pero que también es humano. Y pienso también en el personaje de mi otro amigo Millet, El gusto de las mujeres feas (se presenta el jueves en la Alainza francesa de Miraflores). Un personaje poco noble, desesperado, que no sabe qué hacer consigo mismo y con la falta de amor!... Al final, es la com-pasión la que se impone, compartida, sentida... Y bueno, Beckett lo sabía.

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