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mardi, octobre 24, 2006

Sí, escribir, como dice Anaís Nin es crear un mundo donde sea posible existir... Y ahora leía las Cartas de un viajante, de George Sand, la primera carta está dirigida a Alfred de Musset. La escribe desde Venecia, durante uno de sus paseos a pie. Acabo de regresar de caminar por la montaña. No he escalado, no, simplemente caminé por un camino de tierra asentada que va bordeando la montaña y desde donde se puede ver el valle estrecho de la Roya. Los árboles están rojos, vaporosos, tupidos, extraordinarios. Me daba pena no mostrar ese paisaje a todas las personas que quiero porque soy consciente de mi situación de privilegiada. Sé que tengo que apreciar el poder escribir y pensar en un lugar como este, y sé que tengo que hacer esfuerzos para ser humilde (dejar por un instante la insolencia) y no ignorar este instante como viene, aceptar que todas esas experiencias pasadas me atraviesan y no me crucifican si no que me liberan. Aceptar la distancia, la precariedad, la aparición de un rostro y luego, su partida. Una mano que se aferra a la mía en la noche de algún lugar que no recuerdo, la sonrisa luminosa y su acta de partida, la puerta cerrada, los extensos espacios del Perú con una música arcana, pura y limpia, la inmensidad clara de ese paisaje, la del que me rodea ahora. Cada fragmento, cada historia, cada rostro, solo como un rostro y con eso, su efímera verdad, su duración, pero también su final. Aceptar el final, el cambio y el movimiento, saber que todo es escritura todavía fresca, la huella, la marca que luego se inscribirá en el texto a esperar que alguien venga y, con manos inseguras, como yo cuando me aferro a una frase, a una música, tratará de tocar.

1 commentaire:

Anonyme a dit…

Si, escribiendo percibe uno la fuerza que hace falta para juntar lo que es y lo que va dejando de ser.