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jeudi, octobre 19, 2006

Baise-moi


He seguido leyendo algunas cosas de Octavio Paz por Internet, la influencia surrealista, sus tomas de posición, sus carencias: falta de dinero, pobreza extrema, y sin embargo, una riqueza interna, una vida rica en amistades y en afecto. Una vida vivida con intensidad, sin lamentos y sin amargura. Una especie de sabiduría adquirida, deseada. Me gusta cuando analiza la idea de “azar objetivo” que había desarrollado André Breton. El pensaba que en el amor tenía que haber una elección, para no ser una acción enagenada que sometía la libertad de una persona. Pero, la elección también es en cierto modo alienación con el propio deseo, habría que empezar por saber donde está su deseo, o profesarle una cierta devoción mística para no confundirlo con otras cosas. El deseo no es único, los Libertinos (entiéndase en el sentido de libertad en el pensar) lo comprendieron muy bien y lucharon por darle un sentido nuevo. En todo caso el deseo, cuando se concentra en una sola persona se convierte en lo que decimos “amor”, pero cuando este se transfiere a otras esferas, al trabajo, a la amistad, se le conoce como afecto. Un tema complejo sobre el cual podría colgar una entrevista a Philippe Sollers hecha por Elisabeth, ex-residente.
Volveré sobre este tema, tal vez con más ideas. Del otro lado, el deseo también está implicado en el ensayo de Virginie Despentes: King Kon Thérorie, Grasset, 2006. Me sorprende su claridad y su capacidad para un pensamiento elíptico, es clarísima, y brillante. Si el deseo nos hace libres, también nos somete cuando está alienado con el exterior, con lo que nos es impuesto y todos, todos los modelos sociales que nos llegan desde la infancia y contra los que hay que luchar para llegar a ser verdaderamente autónomos y tener esa dignidad que se puede considerar humana al construirse.
En esto de ser autónomos, Despentes dirige una crítica feroz al Estado francés. Señala con el dedo las heridas más sensibles. Una sociedad que estigmatiza la maternidad (la derecha sobre todo) es una sociedad que infantiliza a sus ciudadanos sometiéndolos a una super-protección que los limita y los aliena. Despentes dice: Cuando Nicolas Sarkozy reclama la intervención de la policía en las escuelas, o Ségolene Royal (candidata del partido socialista a las elecciones presidenciales del 2007), los militares en los barrios peligrosos, no es una figura viril de la ley que introducen en los niños, si no el poder absoluto de la madre. Solo ella sabe castigar, guiar, manejar a los hijos en calidad de una maternidad prolongada. Un estado que se proyecta en madre-todo poderosa es un Estado fachista. El ciudadano de una dictadura se convierte en un bebé, cubierto, nutrido y dentro de una cuna por una fuerza omnipresente, que sabe todo, que puede todo, tiene todos los derechos sobre él y por su propio bien.
Entiéndase bien que Despentes critica ese culto hipócrita a la maternidad que esconde una consolidación de un falso poder que sirve para que el Estado pueda neutralizar mejor a sus ciudadanos. Está claro que el amor es ayudar a caminar y no a quedarse sin manos y pies, un amor de verdad, ayuda a ser libre y a pensar con libertad, empuja hacia afuera, no encierra, da lo que puede para que ese hijo y esa hija sea libre, se autodetermine y esté en capacidad de pensar con total autonomía. Mas allá, VD escribe: El cuerpo colectivo funciona como un cuerpo individual: si el sistema esta neurotizado, engendra espontáneamente estructuras auto-destructivas. Cuando el inconsciente colectivo, a través de sus instrumentos de poder que son los medios de comunicación y la industria del entretenimiento, sobrevalora la maternidad (ah, las telenovelas!!!), no es por amor a lo femenino, ni por benevolencia global. La madre dotada de todas las virtudes, es preparar al cuerpo colectivo a la regresión fascista. El poder que un Estado enfermo otorga es forzozamente sospechoso.
Pero hay una guerra civil con los hombres, una guerra que empieza por el sometimiento de todas las mujeres a reglas de juego injustas bajo una mascarada de seudo-liberación que no ha hecho si no masculinizarlas, es decir, las ha hecho tan esclavas (como a los hombres, de paso) de una imagen de virilidad desfasada, fuerza, insensibilidad, templanza convertida en temeridad, terminando en la estupidez (no digo idiotez porque el Idiota de Dostoiesvki es más bien un sabio). Los hombres denuncian con virulencia las injusticias sociales o raciales, pero se muestran indulgentes y comprensivos cuando se trata de domincación machista (acabo de leer en el Boomerang un texto interesante sobre la violencia en España). VD: Son numerosos en comentar que la lucha feminista es anexa, un deporte de ricos, sin pertinencia ni urgencia. Hay que ser cretino, o horriblemente deshonesto, para encontrar una opresión insoportable y al otra poética.
Hasta ahora, la parte más dura, la que más compromete a la autora y al lector o lectora, es cuando habla de la violación. Despentes fue violada mientras tiraba dedo en una ruta de Francia. Habla conociendo esa experiencia que muy pocas mujeres se atreven a contar y asumir en público. Escribe: La violación es la guerra civil, la organización política a través de la cual un sexo declara al otro: me tomo todos los derechos sobre ti, te obligo a sentirte inferior, culpable y degradada.
Esa es solo una parte de este ensayo, duro, esclarecedor y de una lucidez sorprendente. No puedo entender que sigamos separando lo social y lo político, lo estético, de lo moral. Toda acción se inscribe en el plano de lo político, sobre todo escribir a partir de un yo encarnado. Es una militancia activa, es decir: yo estoy aquí, y existo. No es un juego lógico de palabras, es una toma de consciencia y una forma de asumir una posición para evitar lo que sí, queda, queda como una herida incurable para Despentes:

Imaginaba que hablando de ello (la violación)terminaría con eso. Liquidar ese hecho, vaciarlo, agotarlo. Imposible. Es fundador. De lo que soy como escritora, en tanto que mujer que no es totalmente una (creo que hace alusión a la forma como Despentes se ha visto empujada a asumir actitudes masculinas y convertirse en una especie de híbrido sexual). Es al mismo tiempo lo que me desfigura y lo que me constituye.

A los militantes contra, les recomiendo ver la película inspirada en la novela de Despentes. Debe estar en dVD... la misoginia es otra forma de racismo, mas sinuoso, más camuflado por el poder, pero lo es. Una frase de Goethe me hace pensar que un rasgo de lucidez es casi posible: El eterno femenino ensalza la existencia.
Yo no definiría lo femenino como eterno si no como algo que cambia en función de las épocas y las personas, a cada una de construirse su “femineidad” o como diablos se le llame.

Foto: V.D

1 commentaire:

Rain (Virginia M.T.) a dit…

Le llaman patriarcado, incluso a lo que se ejecuta desde Estado. Aquí el enfoque es diferente: el estado es como la madre totalitaria.
Otra visión, en la que he de pensar más.

De todos modos, son poderes excluyentes.

Salute, Patricia.