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vendredi, octobre 06, 2006

espacios


Anoche, los ánimos se calmaron. La luna estuvo casi llena, el cielo limpio y puro. Brillaban las estrellas. Siempre creo que el lenguaje ennoblece la experiencia, por más pobre que sea la situación o la persona que la inspira. Es cuando hacemos de una experiencia un aprendizaje, una huella que tratamos que lata a nuestro ritmo. Se trata, pensaba yo de lograr siempre armonizar el interior con el exterior para poder crear, avanzar, vivir. Se trata, pensaba, de crear espacios energéticos, razón por la cual, toda experiencia humana que nos rompe esa armonía nos empobrece y nos hace sufrir porque violenta nuestro espacio interno que desea mantenerse en movimiento, deseando y sintiendo. Entonces hay que alejarse de esos espacios en donde nuestras energías se consumen vanamente porque la combustión necesaria para poder crear, se consume. Hay que dejar arder nuestra llama interna. Y aquí me veo en la Serpentine Galarie, en el Hyde Park de Londres, frente a una isntalación de un artista de origen japonés, no recuerdo si era Noguchi. La instalación consistía de una sala a oscuras con imágenes del mar proyectadas sobre una pared desnuda. En el centro una vela ardía lentamente y me podía sentar frente a ese fuego. Fue algo que me reveló que toda experiencia estética es también mística y silenciosa. Y aunque escriba oyendo a Philip Glass (por los consejos de un lector, su Cronos Quartet), creo que esa música impulsa el ritmo y me permite pensar. Deja que la llama arda.

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