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jeudi, septembre 03, 2009

Shoah, un hombre


Al inicio está este hombre, Jan Karski, polaco, nacido en 1914 y miembro de la resistencia. Un hombre de una nobleza fuera de lo común, que asume riesgos inéditos para seguir siendo el emisario de la Resistencia, torturas, deportaciones, la última huída es a los Estados Unidos. Allí muere el año 2000. Luego una película, la de Claude Lanzmann (vivió 7 años con Simone de Beauvoir, en verdadera convivencia), Shoah, 15 años de invesigaciones para dar esas esas escenas en que vemos a Kasrki casi mudo, como dice el autor (Yannick Haenel) de una novela inspirada en su vida, como si tuviese la caja negra del siglo XXI, lo que nos obliga a pensar que la exterminación de los judíos en Europa no les concierne solo a ellos, sino que pone en duda la idea misma de humanidad. Haenel nos habla del devenir judío de la escritura en el sentido deleuziano (el de la escritura menor), pasar de una posición de minoría a una de poder o viceversa (cómo salir del ghetto católico y ponerse en el lugar del judío?), sin olvidar que lo que se hizo durante la Segunda Guerra mundial no fue solo exterminar a una raza que no existía, sino quitarle el derecho a la palabra, destruir espiritualmente un pueblo para que no quede huella. Horrible, la verdad...


Ganas de leer ese libro de Haenel, el personaje, es realmente sublime.
foto: Simone de Beauvoir, Claude Lanzmann, y Jean Paul Sartre en Egipto.

2 commentaires:

XIGGIX a dit…

Convengo con la idéa en cuanto que el Holocausto, el Mal instrumentalizado, fué un episodio que nos debiera avergonzar a todos los hombres en torno a ese proceso de humanización al que, pienso, no podemos aceptar que es, en éste ahora, completo en sí mismo; pero me resulta curioso que el marco para una apreciación del devenir judio en el post, tenga como fondo las Piramides de Egipto, y lo digo por qué es allí, con Moisés, donde empieza ese proceso de "contra-religión" e "inversión normativa" con el que se construyó la ley judía, como ejemplo, el sacrificio del cordero pascual siginificaba el asesinato del toro Apis que era sagrado para los egipcios.
Bueno, el tema es fascinante, pero no quisiera extenderme para no descentrar la atención sobre esa regresión del hombre que significó el Holocausto. La Religión de los hombres de la que hablaba Freud, hoy sólo sirve para separarnos.

Patricia De Souza a dit…

Hummm, sí, interesante lo que dices, completa lo que digo. Curiosamente, Egipto es uno de los pocos países que reconoció inmediatemente el Estado de Israel y el que mantiene relaciones diplomáticas, junto con Jordania, con ellos. Si no fuese la religión, tal vez no estarían, como dices tú, separados. Pero me interesa es idea de Deleuze, de que hay una "judeización" de la escritura. Podríamos decir que ciertas mujeres (ver Steiner, ensayo sobre este tema) son también una especie que padece una opresión de tipo ideológica... da para largo, la verdad.