Cuando estoy a punto de partir de viaje, me entra un poco la obsesión de mantener un orden, es como si el hecho de alejarme de un lugar me dejase medio desamparada y tuviese que proucurarme señales de seguridad: cierto orden, cierto silencio, cierta lentitud. Y entonces escribo menos, el exterior y el espacio exterior, se imponen hasta dejar que me vuelva a acomodar, para seguir con ese diálogo silencioso, con los ojos cerrados, que cuesta mantener en una época tan vanidosa y ruidosa...
en fin, allá voy hacia París y unas cuantas ciudades que también serán una casa, un lugar de sosiego... de eso se trata...
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