Hay personas que se sienten muy orgullosas de no necesitar de nadie y vivir en autarquía, de no necesitar escribir a nadie, de no mandar una carta pidiendo ser oídoa, o enviar un pensamiento, una frase, como quien arroja una botella al mar...
Una frase de Lorette Nobecourt(Horsita, Grasset 1999), autora a quien pienso traducir pronto, me llena de serenidad. Los que no necesitamos de nadie, renunciamos a nuestra parte más humana, la más vulnerable. Y es extraño sentir que se incomoda mandando esas cartas que no reciben respuesta, es como tocar siempre una puerta, que solo a veces, se abre. Et quelle joie!
Querida Horsita:
Te necesito. Es un lujo, sabes Horsita?, sentir esa necesidad. Porque no sentir la necesidad es sentir la soledad absoluta. Bendigo esa necesidad que te enseñará el deseo.
Sucede igual con pa pasión, de la que solemos huir por miedo. Lo que sucede es que somos pocas las personas que tratamos de defender la pasión, frente al uso, al interés, a la inercia. Loas que escribimos estamos en cierta forma obligadoas a hacerlo... esa es mi moralina de hoy...
4 commentaires:
No creo que esas personas se sientan orgullosas, simplemente no les gusta que les dediquen atención porque creen no merecerla.
Por desgracia para que la pasión se realice y alcance máximo esplendor se necesita que sea un juego de dos, se necesita que exista un(a) cómplice con cual compartirla.
Por el contrario si no existe esa posibilidad huir de ella no es mala opción pues alimentarla, ¿acaso nos conduce al sufrimiento, a la locura?
Tampoco pienso que sea orgullo, si no miedo.... Y sí, tienes razón, se puede pensar que no se merece, y es terrible.
La pasión puede ser muy desestabilizante, sí. Pero sin ella, qué? Y se puede merecer la sabiduría sin haber sido sufientemente apasionadoas?... preguntas que cada unoa debe contestar...
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