Ayer miraba la prensa, luego de un día de playa precioso, mirando el cielo, previo baño en el mar y lectura con una amiga, y encontré noticias consternantes. La primera, que un puente colgante en Cora-Cora, luagar donde nací, cedió al peso de un grupo de niños y adultos dejando 7 de entre ellos muertos y dos adultos. La foto del periódico era siniestra, la segunda, un bus repleto de pasajeros que se estrella contra un camión cargado de gas. Tragedia. Me quedé pensando por qué además de padecer pobreza, esas personas son víctimas de una tragedia. Lo que creo haber comprendido es que es en los sectores más vulnerables donde la vida es una aventura y una supervivencia constantes, sin nadie que proteja. Ninguna autoridad previno el desastre, nadie se ocupaba del puente, ningún Alcalde, ningún consejal. Y el segundo caso, el conductor del bus estaba agotado, es posible? No lo sé pero es indignante que un dedo fatídico señale solo a una parte de la poblcación porque los accidentes en bus han aumentado de manera escandalosa. Los conductores de buses y de transporte público en general, no tienen idea de lo que es un servicio y se juegan la vida de los usuarios todos los días. Una lotería, la verdad, terrible.
tengo varias lbros por comprar: la Teología de la liberación, de Gustavo Gutierrez, me da curiosidad, otro ensayo sobre Mariátegui y algunos libros sobre artistas peruanos cotemporáneos... Muero de sueño, hora de siesta: zzzzzzzz
2 commentaires:
Te entendemos Patricia.
La verdadera fatalidad es ser pobre, nacer en un barrio o pueblo pobre, un país pobre o quedar atrapado en la miseria de una clase, casta o sociedad que nos limita, nos oprime y nos encadena.
Se cierran las salidas, no existe el libre albedrío y todo parece llevarnos a un destino predeterminado sin que nada se interponga para impedirlo. Un verdadero fatalismo...
Sí, Fernando,justamente se trata de pensar que esas fatalidades pueden dejar de existir...
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