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vendredi, avril 24, 2009

La persistencia, quién ocupa este lugar

Es increíble lo testarudoas que podemos ser las personas en nuestros afectos y deseos. Pienso siempre esa escena de una película sobre la vida de Francois de Assis, de Ferrari (ahora, estoy casi segura, peor no verificaré, me pongo a prueba) en que abraza a un leproso por compasión y este lo rechaza, lo escupe y lo insulta. No es que seamos tan bondadosos y generosos como FdA, es que siempre tendemos a horrorizarnos con la crueldad o la insesibilidad de los otros. Y también pienso en Viridiana, de Buñuel, terrible retrato de la degradación de las personas que parece irreversible. Si el alma se corrompe y se pervierte, se pierde una persona, una vida. Esa es una de las razones por las cuales me quedo perpleja: qué hacer con todos esos niños y niñas, mujeres, hombres desencatados, resentidos, heridos para toda la vida, tendrán la capacidad de transformar todo eso en otra cosa? Conozco casos de personas capaces de hacerlo que se han secado por dentro, sucede a cada instante, cuando tratamos de hablar con alguien, buscamos compañía o complicidad y vemos que es imposible, que no hay Nadie. Recuerdo entonces los fragmentos del diario de Simone de Beauvoir, la persistencia con el bobo de su primo, con algunos intelectuales con los que nunca logró comunicar, pero sobre todo, en sus textos lúcidos, combativos, íntegros y apasioandos que casi todas las mujeres han olvidado y que hoy en día muy pocas leen porque no necesitan hacerse preguntas, porque estamos más asustadas que nunca, pero: hay que perderle miedo a ese miedo, transitar y saber qué ocupamos un lugar, el nuestro.

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