Pareciera que ha habido una intepretación de lo que escribí sobre la elecciones, como que, Barack Obama, representaría a una población resentida. Creo que ha habido una lectura un poco errada, o no he sido suficientemente clara: la humillación, la opresión, generan resentimiento, pero el mejor antídoto es el pensamiento y la creación a través de él. Sobre todo, la empatía. Saliendo de nuestra esfera personal, en contacto con los demás, podemos superar esos estados atomizados, fríos, terribles. Insisto, mi posición es también más rousseauniana: yo creo que en esencia todos somos buenos. Y había olvidado una frase de mi querida Simone Weil: todos somos de alguna forma víctimas (de la alienación, recuerden a Antígona) tanto el victimario como la víctima. No sé, pero siempre me sucede que yo veo, nos veo, constamente atrapados en ese dilema, incluso el de creer en el poder liberador de la razón. Porque no comprendemos todo, solo aceptamos lo que podemos ver. Y allí está la falla epistemológica del idioma y los silencios voluntarios como los de Rimbaud, o el sentido de la frase de Wittgenstein: Lo que no se puede decir, mejor callarlo (Lautréamont, un siglo antes dijo lo mismo en sus Poesías...) Cuál es la forma de conocer más exacta? No lo sé, por eso prefiero la literatura, porque aunque circulen egos, me parece más humana, por imperfecta, y porque aunque los que la hacen no lo deseen, pueden ser trascendidos por el acto mismo de escribir. Todo objeto escrito termina devolviéndole a su autor(a) una imagen más justa de su propia vida. Y esa es la transformación que siempre espero, con cada libro, con cada entrega.
Foto: Isidor Ducasse, dit Comte de Lautréamont
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bUENA vOZ
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