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lundi, septembre 20, 2010

La religión del miedo

Pienso en cuánto tenemos que luchar para vencer nuestros miedos para que la imaginación y la palabra circule, para poder imaginar, crear, traducir... Nuestro peor enemigo es el miedo, un enemigo interior que cuando se proyecta sobre los otros se convierte en prohibición, rechazo, silencio. Nuestros miedos interiores nos dominan y nos imponen un miedo de los demás, de los que no se nos parecen, de la inseguridad que nos crean, de los cambios, además otros miedos colectivos, la crisis, el clima, el mundo en general. Las amenazas toman forma de personas, o perfiles de gente desconocida, o formas naturales, catástrofes, en forma de metástasis de nuestros miedos. Nunca quedamos libres del miedo. Ahora, en una nueva ciudad, con alarmas constantes, con mensajes de alarma que me llegan de todas partes, cuidado con esto, con esto y esto, hay que vencer nuevos miedos, recuperar el centro, circular libremente.
A veces me detengo y me pregunto: ¿cuál es mi centro? Mi capacidad de imaginar, acoplarme a los demás en ese latido constante; cuando lo logro, aunque sea por unos instantes, todo fluye.
Las casas, las cargas, los espejismos de una vida organizada, desaparecen en cuanto ponemos los pies en otra tierra, con otras connotaciones del idioma, otros símbolos y otros significados. Por eso, la condición más humana sea tal vez la itinerante, la de los gitanos, los pobres, los desprotegidos. Elloas adhieren a la vida en su forma más espontánea, más auténtica, más verdadera. Es la mayor expresión de libertad, pero la libertad así, sin familia, sin ataduras, sin objetos, qué miedo! dirán algunos.
Para poder pensar, crear, existir y vivir, se me hace necesario reducir a un mínimo las cargas materiales, de ahí que comprenda la vida de los anacoretas que se iban al desierto para poder pensar, sin objetos, en sandalias y túnica. La mayor intución de Jesucristo, fue la alteridad, la compasión, después de varios días de meditación en el desierto, Montaigne en su castillo, Rousseau en el bosque, Descartes en la soledad de la noche...

por el momento la palabra "casa" ocupa un buen espacio, además de las calles de Caracas, su urbanismo complicado, sus ruidos (motores, muchos motores), su verdor, sus pájaros salvajes...
El domingo hay elecciones y se respira serenidad, ganas de comprometerse (nunca he visto una población más implicada en su devenir, en lo que van a hacer con sus vidas dentro de un territoiro, de un país, veremos qué pasa). Pero se intuye una confianza profunda  en la democracia, y en el voto como forma de legitimar esta voluntad. Muchas veces he escuchado la necesidad de cultura, de educación y de ocio para disminuir la violencia. La población caraqueña es consciente que los jóvenes sin horizonte se abandonan a la violencia y se dejan gobernar por ella. Su lenguaje es reflexivo, lleno de presencia, sensible (hablo por lo que he visto en televisión) a la dialéctica que establece el diálogo. Estoy impresionada por los contrastes pero más por esa voluntad de llevar las cosas por el camino del bienestar colectivo. Con arengas contra el "capitalismo de casino" que han impuesto las leyes de libre comercio, los oyes reclamar reglas justas de juego, y es completamente comprensible además de valiente en medio de este mundo que se convierte en tereno plano por el que circula la moneda y la ley de los más fuertes. Venezuela es ahora mismo un laboratorio político y social importante en América del sur, un terreno de resistencia que posee un apoyo colectivo importante. Es lo que voy viendo y quedo perpleja antes los discursos previos a las elecciones. Si en Europa y en buena parte de América la regla es lo individual, aquí es el corpus colectivo concreto, y si lo es en la asistencia, lo es también en el diálogo y  en la necesidad  imperiosa de construir un futuro menos cruel. Es lo que voy leyendo en todos estos días... y es posible que entre en contradicciones y que no comprenda muchas cosas porque es imposible aplicar un modelo exterior para leer lo que está pasando, espero "traducir" bien. Creo que lo que sucede aquí creo que es inédito. Es una revolución de valores, de ideales...  Si no soy exacta, al menos espero aproximarme del contenido...

Y ahora, en esta casita, llena de ruidos de aves (y algunos motores) tratar de escribir, de evocar México y Perú y Francia, desde Venezuela...

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