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mercredi, septembre 08, 2010

Blackberry

Estoy entre el reacomodo y la sorpresa, entre las ganas de comprender y la falta de tiempo para detenerme, entre los laberintos del lenguaje, el alboroto de la llegada, la falta de un espacio (todo depende de tan poca cosa, poder prestar atención, pensar) donde hacerlo con la serenidad que necesito. Encuentro uno en el lobby del hotel, sala internet, con vista a la montaña. Silencio.

Pensaba (y se me borró el texto, van dos veces con el blog!!) en lo que estoy viviendo y en cómo todavía no logro descifrar lo que sucede en Venezuela. Primero, esa cultura del derroche y del consumo que contrasta con el discurso del gobierno (en vocero de los más pobres, primera vez que vivo esto en directo) que habla de "bonos de bienestar" (lo que equivaldría a asegurar a una canasta básica para los más demunidos), de solidaridad, y de consumir lo necesario. Estando ne Francia pensé muchas veces que se consume más de lo necesario, que se aliena a todo el mundo con marcas, objetos, más objetos, que esclavizan, que invaden, etc... pero, claro, eso no lo podemos determinar, el capitalismo nos ha convertido en esclavoas del consumo a través de valores que no hemos puesto en duda, pero que deberíamos pensa alguna vez si.... Es una constatación, y por eso un discurso como el que mantiene Chávez compite con el de los medios que ofrece imagen y ascensión social a través de los objetos y las marcas (avanzando con la novela de M. Houellebecq, pensé que es una sociología del consumo y de la alienación con las marcas y los signos, qué época más semiótica!!) y produce este fenómeno extraño de la violencia galopante. Es decir, un joven está impacienrte por formar parte del mundo globalizado a través de una marca (Blackberry es la preferida por ahora) y la roba o la toma como puede, sin esperar el lento ascenso social que significa reorganizar una sociedad, redistribuir riquezas a través de los impuestos y la responsabilidad civil compartida. El Blackberry ofrece identidad inmediata y saca del limbo a todos los desfasados sociales sin identidad y sin futuro. Solo así se explica que pese a que la pobreza ha disminuido notablemente, Caracas, que es la ciudad más importante, se haya convertido en una de las más violentas del mundo.
Sin embargo estas calles lucen apacibles... vegetación, silencio... es muy extraño...
El otro día que miraba  la inaguración de una fábrica de lácteos con el Presidente Chávez, pensé: es como si dirigiese una escuelita, les dice a los niñoas que debe estudiar mucho, que luego harán un paseo, que pronto tendrán una casa bonita, que incluso podrán comer kentucky fried chicken, y tener blackberrys ( su lenguaje simbólico son los colores, el rojo, el amarillo, la imagen de Bolívar), que si están tan apurados, él mismo les prepara un kentucky con pollo de la granja, pero sus alumnos (porque hay algo de ingenuo en esto, y algo muy paternalista) le lanzan el pollo de la granja a la cara y gritan: Blackberry o nada!!!

Y la prensa, al leerla, son críticas mezquinas, rascistas, torpes, y nada nobles. Una oposición sin ideas, que llora sobre la pérdida de su paraíso social (a la mamera de Dallas), sin ninguna propuesta ni ganas de construir, más bien nihista e engreída (esa es la palabra, es engreída, tonta) que no puede exigirle nada a Chávez ni preguntarse por qué se está convirtiendo en caudillo, líder mesiánico... etc... en medio de un intríngulis social,  de un riqueza que es casi virtual (el petróleo es una riqueza extinguible pero todos los venezolanos creen que es eterna), basada en una desproporción económica y social, cuesta reacomodar las cosas, crear una realidad menos huidiza y frágil, una econmía sólida, un proyecto más o menos durable.

hablando de "real", mientras leo a Houellebecq me pregunto si,
un escritor debe reproducir la realidad o dar una impresión de "real" con algo que no se le parece, romper esa identidad...
si, es necesario que existan novelas como esta, que se inscriben en la doxa general, llenas de lugares comunes y de clichés, expresar el prejuicio reinante y la frivolidad de nuestra época.
de, si es un pastiche o es en serio, si es en serio, es grave, un lenguaje que no respira, sin el más mínimo aliento poético anuncia la desaparición de la novela.
de si, esta crisis que atravesamos a nivel planetario no nos ha llevado a una avería en la imaginación: ya no podemos imaginar nada distinto de lo que vivimos.
de si la crítica francesa tiene miedo de ser juzgada y halaga a Houellebecq como aquel que es capaz de hacer un diagnóstico acertado de la sociedad francesa actual: eso favorece a los militantes de izquierda porque quiere decir que hay problemas que resolver y llama a la reflexión, y reconforta a los conservadores en su lectura del mundo como decadente y en pleno desastre...
y me imagino a MH vestido de médico, analizando el cuerpo enfermo social, en un laboratorio frío, helado, blanco y sin el más mínimo detalle poético...

2 commentaires:

Clément Cadou a dit…

Su texto me ha hecho recordar este latigazo sofístico de Lucrecia Martel, la directora de cine argentina: “Yo veo con mucho optimismo lo decadente. Si estuviéramos en un mundo con un sistema de valores extraordinario, la decadencia sería un peligro. Pero en un mundo en el que la injusticia y la pobreza están concebidas como parte del sistema, la decadencia es una esperanza”
Para pensar, ¿no?
Cordialement

Patricia De Souza a dit…

Sí, para pensar... pero yo no creo en la "decadencia", es una idea que es nostálgica, que lamenta...