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vendredi, mai 14, 2010

Los determinismos, ser una persona y no pertenecer a ninguna clase social

Cada unoa de nosotroas nace en un momento de la historia de un país y de una sociedad. A mí me tocó la época de las revoluciones sociales dirigidas por militares, a falta de líderes sociales (o porque los partidos no lograban penetrar todas las clases sociales, problema de racismo incluido), era el éjercito quien asumía el peso y la responsabilidad de operar cambios radicales en una sociedad bastante brutal. Es el caso del General Velasco Alvarado en el Perú. Nacida en los sesentas, yo he asistido a esos cambios con desorientación, porque la educación no servía, ni sirve todavía, a formarnos como personas sino a incrementar los servilismos, las alienaciones, las distancias sociales, las injusticias, las fobias y las supersticiones, porque era mujer y constataba que los hombres eran una casta superior, las mujeres las oprimidas y las silenciadas. Mi familia era de la burguesía ilustrada, si consideramos burguesía a una clase instruida que ha creado riqueza a partir de un "saber hacer", de una forma de producción de riqueza. Mi padre ingeniero, mi madre, una mujer que siempre deseó estudiar y no pudo, hija de un Juez (de Cora Cora)y de una madre de la burguesía arequipeña. No voy a entrar en detalles, pero es cierto que siempre hemos estado rodeados de  libros, ya sea por mix padres, mi madre nos leía novelas, y mi padre nos regalaba lecturas clásicas que nos obligaba a leer incluso cuando se separó de mi madre, durante sus vistas a Chaclacayo. Muy pronto esa estabilidad económica se vio desgarrada por las crisis que empiezan a acosar el país desde los inicios de los setentas, que genera  lo que se conoce el subempleo, y que empieza a generalizarse en los ochentas (espero ser más o menos exacta en las fechas).. Desde ahí, el deterioro ha sido generalizado, no solo en condiciones de vida, sino también en las relaciones interpersonales. Alguien que ve su vida amenazada constantemente por la inestabilidad no genera muchos sentimientos nobles, si no de defensa. Eso de una manera general.

Todo este preámbulo para decir que si bien he nacido en una clase social, eso no define como persona, simplemente es una condición que ha ido variando con el tiempo, convirtiéndose en un sentimiento de desamparo general. Cuando llego a París, en los ochenta, estoy completamente desorientada, mi abuela paterna me ha dado una bolsa de viaje (de alguna manera intuyó que esa era una salvación) pero yo no tenía idea de lo que iba a hacer: no había decidido ir a París, sino fue empujada por una amiga que estudió Ciencias Políticas,a quien había conocido en la Escuela de periodismo. Decidí pasar por París antes de ir a Barcelona, mi destino. Qué ironía, no bien llegué, no me gustó París!, estaba aterrada,  a punto de querer  regresarme a Lima. Pero, por azares objetivos, me quedé en esa ciudad y fui descubriendo que la vida  allí ofrecía otras cosas, relativizando mi soledad y mi ignorancia del francés. Descubrí que ser mujer no era una condena, sino una condición. Que no era una maldición, que podía respetarme, pensar, estudiar, soñar, todo esto, si aprendía francés. Y pese a eso, no tomé un solo curso! Lo que hizo que el francés se fuese metiendo en mi vida fueron las personas, las lecturas, los viajes, los movimientos... poco a poco descubrí que ese mundo de los libros, que se me había inculcado, escondía un tesoro: la libertad.

Pero la libertad, como decía Sartre puede ser también el origen de la culpabilidad. Sin embargo decidí quedarme en Francia, y creo que hice bien. Es un país que me ha dado la educación no pagada, la noción de solidaridad y de la responsabilidad compartida, en resumen, es una sociedad que me enseñó a respetar(empezando por mí misma). Y la alteridad. Si he pasado muchos momentos de incertidumbre, soledad, miedo, marasmo, el resultado ha sido compensado por un crecimiento interno y una aparición concreta, un libro. A nivel humano si hay algo que he aprendido a valorar es la inteligencia en las personas, no en su aspecto formal., asimilado por la sociedad, es decir, el convencional, si no en su forma más exogámica, la creativa. Y por eso considero que ningún origen me define al hacer de mi búsqueda vital un objeto de valor espiritual. Es decir, me importa poco que una persona sea de Marruecos, de la China, de Bali, de Bamako, Barcelona o Ayacucho, lo que me importa es el vínculo que se establece con ella. Me importa poco o nada, que una persona tenga dinero, lo que me importa es su capital intelectual, sobre todo su sensibilidad. Y Francia me puso en contacto con mundos totalemente distintos, allí aprendí que somos Nadie, personne, nadie de nuevo, para nacer finalmente como personas. Aprendí que además de ser un cuerpo de mujer (con un tipo determinado, que además no valoraba en mi país, es decir, mestizo), sobre todo era una persona, sobre todo una que pensaba y sentía de una forma distinta. Aprendí y sigo aprendiendo a aceptar esa dualidad, a no fragmentarme...

Hay un proverbio chino que cuenta que unos amigos conversaban en una esquina, entonces pasa un hombre muy bien vestido, seguido de una cohorte, un hombre rico, y el amigo le dice al otro: ese es un hombre rico, pero es un hombre sabio. Nuevamente están en la misma esquina y pasa el mismo hombre, pero en harapos y solo, y él le vuelve a decir a su amigo: recuerdas al hombre que pasó el otro día?, ahora es un pobre, pero sigue siendo sabio.

Una mujer rica por dentro, decía D.H Lawrence puede dormir incluso en el suelo. Y como Flora Tristán, yo me identifico con la clase de los parias...

Nunca me he separado del Perú, pero la brutalidad del sistema, exarcerba mi neurosis y mi frustración. Tampoco estoy lejos, porque lo llevo conmigo, tampoco estoy en ninguna parte, porque la tierra entera puede ser un lugar de exilio, y solo los otroas, nos salvan de esa soledad. Muchas  veces he pensado que debía ejercer una actividad más concreta y mejor pagada, pero no puedo dejar de escribir, me moriría. Creo que a lo mejor entraremos en una época en la que el trabajo salariado, el empleo, no será el destino de todas las personas,. Tampoco la maternidad el de las mujeres, ni la sumisión. Pero falta mucho para eso. Mientras tanto hay una mujer que escribe, que se fabrica rostros, que se los arranca, que se opone a cualquier determinismo, que siente miedo, pero que no retrocede, no. Eso nunca.

2 commentaires:

XIGGIX a dit…

Sencillamente maravilloso este texto-confesion y, lo es, por que contiene la belleza de una verdad sin disimulo, individual, pero no por ello menos exacta en esa proposicion de que, nuestro ser social, determina nuestra consciencia, aun cuando parece que intentes eludirla con valentia, al menos eso es lo puedo interpretar desde este momento igual, de mi propia experiencia individual quizas equivocada; no hay duda que tu camino es el correcto, dificil lo entiendo y lo siento, pero no tengo duda que tendremos el privilegio de seguir contando con alguien que, mas alla de esas obras ya escritas, nos entregara, cualquier dia, esa otra que todo escritor intenta y que casi siempre resulta esquiva...
Los caminos de la vida son asi, casi siempre estamos rodeados de buenos amigos si, de conocidos y de gente que puede resultarnos indiferentes por una u otra razon y, sin embargo, ese otro que seria la parte de nuestra perfecta ecuacion, se nos resulta tambien esquiva...Toda la suerte para ti, Patricia; espero que esa nueva ascesis en Saorge te sea propicia...Gracias

Patricia De Souza a dit…

Gracias a ti Xiggix, este mensaje me ilumina...