Hoy me entero que ha salido también una entrevista en El financiero, larga. Y que le den ese espacio en un diario económico, me sorprende y me alienta... En todo caso no puedo evitar sentir que México es una puerta abierta y que, por su población (casi 100 millones) y situación geopolítica, puede ser el ágora ideal. Y claro, afectivamente hablando está próximo....
http://impreso.elfinanciero.com.mx/pages/Ejemplar.aspx
La autora peruana tiene una nueva novela
Javier Pérez
Lunes, 3 de mayo de 2010
La literatura es una transgresión constante de las reglas: De Souza.
· LA LITERATURA, UN PACTO CON LA VERDAD
Ellos dos (Jus), de la escritora peruana Patricia de Souza (1964), es la historia de un duelo romántico, alejado de cualquier maniqueísmo. "En este caso el otro, el hombre, es el abismo, una forma de perderse para volver a recuperar un centro, que es lo que la protagonista hace al final de Ellos dos", dice la autora en entrevista.
A ratos parece que ese personaje va desgranando su memoria más que gestando un relato en estricto sentido lineal porque, dice De Souza, "la linealidad es un espejismo y no es imprescindible para que un relato sea verosímil. Lo importante es la carga afectiva que transmite, su emoción, su capacidad de tocar una fibra en quien lo lee. Nos hemos acostumbrado a aceptar la fragmentación en el cine, ¿por qué no en la novela?"
Ellos dos hace un guiño a la Historia de O, de Pauline Réage, al nombrar O al personaje que ha marcado la vida de la narradora. Pero no sólo por eso: como en aquélla, el intertexto tiene que ver con la aceptación de una dosis autobiográfica en el relato, en este caso al llamar Patricia a su narradora.
-Hablo de autoficción cuando uso la primera persona, para usar un término y darle ese sentido ficticio que implica incluso una primera persona con referencias autobiográficas -explica De Souza-. Quiere decir que cuando existe la intención de hacer una ficción entra en juego una fabricación, una forma de viaje que significa que la vida recreada no será nunca como la hemos vivido. Las personas hacemos ficciones de nuestras propias vidas en el día a día, nos decimos, nos contamos, nos tratamos de narrar, sólo que las que escribimos tenemos otra relación con el lenguaje, exclusiva y casi sagrada.
-Recuerdo dos momentos en los cuales habla de la incapacidad del lenguaje para ser un transmisor coherente de ideas y emociones, uno relativo a la idea de que vamos a desaparecer, ¿en qué sentido piensa que el lenguaje tiene limitaciones?
-El lenguaje tiene limitaciones en el sentido que desearía abarcar toda la experiencia, pero sólo puede coger trozos de ella y juntarlos. Uno de los intentos más interesantes por tratar de dar la sensación de una totalidad es A la búsqueda del tiempo perdido, de Marcel Proust, en que la frase es larga, envolvente y produce un efecto de duración poco común. Pero la novela se termina en algún lugar. Esa imposibilidad de no poder decir todo, de lo indecible, tiene que ver con un problema epistemológico que pertenece a nuestra época.
-Dice la narradora de Ellos dos: "Tal vez si entendiese qué me sucede no escribiría, no tengo nada que contar, pero necesito con todas mis fuerzas decir algo para no perderme definitivamente, en el fondo para no perder la razón y padecer un caos total en mi lenguaje..."; en ese sentido, ¿Patricia de Souza se asume como exégeta?, ¿por qué?
-Porque se coloca en el lugar de la observadora, de aquella que comprende que la única salida, lo que estructura y salva, es el lenguaje. Es una idea muy lacaniana; pero, antes, cartesiana: pienso, por lo tanto existo. Nuestro instrumento más importante, el que nos distingue de los primates, es el lenguaje, pero no sólo para comunicar sino para simbolizar, para soñar, crear...
-Toca el tema de la fama, de las entrevistas, ¿qué tanto afecta a la creatividad del escritor?
-Estoy convencida que una escritora que busca la fama está perdida desde el inicio. No es la fama lo que hace que crezcamos ante los ojos de los demás, porque además quien lee completa este proceso de creación al hacerlo vivir dentro de sí, sino el hecho de que haya diálogo, dialéctica, juego de opiniones, que es lo que hace que la experiencia de escribir no sea tan solitaria. Las entrevistas ayudan a organizar las ideas, a exponerse, a darse un poco a los demás y a aprender un poco de humildad. Nada está resuelto.
-El relato también surge desde la desolación y el desencanto de la narradora, ¿es una característica de nuestros días?
-Sí, el desencanto y el desarraigo son síntomas de nuestra época. La soledad también es uno de ellos porque produce empobrecimiento afec- tivo y esto nos lleva a pensar con temor, a radicalizarnos en ciertas posiciones, por falta de una voz, de compañía. Por eso el personaje lucha contra esos miedos y comprende que, a pesar de estar sola, tiene al len- guaje y su imaginación para salir de ese solipsismo.
-En la presentación de Ellos dos asegura que se convierte en "un instrumento de exploración", ¿cómo y por qué se asume de esta manera?
-Podría decir que en el trabajo de autoficción una actúa sus propios personajes y se aliena con ellos, se entrega. Hay entonces un acto casi de sacrificio porque se cumple con cierto misticismo o religiosidad: nada puede traicionar esta entrega, ni siquiera que terminemos despersonalizadas, como una actriz que asume tan bien su rol y después ya no sabe quién es.
-Su protagonista es desinhibida en su comportamiento sexual; pero al mismo tiempo, al reflexionar, asume cierto sentimiento de culpa, ¿a qué se debe?
-Es una mujer de esta época, pero no puede superar, sin culpa, la presión social. A las mujeres se las señala muy fácilmente y sienten miedo del castigo social y la exclusión. La culpa en mi personaje es más de desarraigo, un poco como la Madame Bovary de Flaubert que, a fuerza de correr detrás de su deseo, ya no sabe quién es. O Ana Karenina, de Tolstoi, quien se enreda y se pier- de en la ley social sin poder crear su pro- pia ley. Entonces, la pregunta sería: ¿cuál es el libre arbitrio de las mujeres y cuáles están en condiciones de decidir: las más instruidas, las más osadas?
-Los hombres que rodean a la protagonista son frágiles a pesar del dolor que pueden provocarle a la narradora, ¿a qué se debe que los retrate de ese modo?
-Son frágiles porque ella puede percibir que más allá del género lo que hay son personas con miedos y debilidades, en eso todos somos iguales. Antes que nada este personaje va a lo esencial y los recorre literalmente. O como dice el verso de Aragón: los lleva dentro de sí misma, casi como si fuese un alumbramiento. Pero no me olvido de esta frase de Proust: el otro es siempre un producto de nuestra imaginación
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