Insisto en mi protesta: de nada sirve que escribamos libros, sino generamos un mundo que los acoja, los vida y los comprenda... si seguimos creyendo que las cosas se harán solas, estamos ignorando la crueldad del mundo que nos rodea. Hay una crisis de valores (del capilatismo sobre todo) como ideología económica, cierto, pero cuáles son las respuestas que estamos dando, o proponiendo de parte de los más oprimidos, los más pobres? Podemos decir, hay una respuesta en ciertos movimientos de América del Sur, pero no es calcado del otro? Si creemos que porque salen libros, habrá lectores es como pensar que una gota en el desierto creará un bosque... Yo me atrevo a pensar y confiar en que somos perseverantes, pero son siglos, siglos de ausencia de reacción en el sentido más importante: estar presentes como pensamiento y obra. Me explico, que seamos capaces de generar nuestras propias respuestas, ponerlas en tela de juicio, desmontarlas... y volverlas la montsar. Un ejemplo claro: vivimos una regresión mundial en temas de derecho de las mujeres, pero lo reconocemos, lo decimos en voz alta y actuamos? Yo creo que soy Weiliana en sentido, toda toma de consciencia debe conducir a una forma de acción atenta. No, no creo que reconozcamos mayormente nada, estamos esperando que surja algo desde afuera, no de nuestras canteras. Ahí está mi temor... No porque no estemos en capacidad de hacerlo, por ingenuidad, por alienación, o flojera.
Miremos a nuestro alrededor, qué moviliza a las nuevas generaciones, salvo excepciones, qué los convoca? Puedo parecer pesimista y no lo soy, porque no pienso que sea irremediable, pero estamos dejando hacer a los poderes dominantes que prefieren una población zombie, autista e hipnotizada por el consumismo...
salgamos de eso, y aunque a veces me desanimo para seguir escribiendo... pues sigo, porque no puede ser de otra manera, porque la opresión obliga a pensar que no hay que dejar hacer las cosas, que hay que hablar, decir, pelear... hasta el cansancio.
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