Ayer regresamos de la Feria de León, luego de una ida y vuelta larguísima por esta dimensión tan inhumana de la ciudad de México, y digo eso porque son horas de horas en atolladeros infernales, laberínticos que son las muestra de esa improvisación de la ciudad moderna, no planificada para vivir en armonía sino en un constante caos, caos del capitalismo también, de sus consecuencias, de su impronta de subsistencia. En medio de eso, la Feria del libro, un local enorme, mucha gente, cero ventas. ¿Qué sucede? Creo, honestamente que estamos llegando a una época en que la tecnocracia, la dictadura de la técnica (que invade todas las esferas, desde la profesional hasta la doméstica) terminará por desplazar al libro, que no es algo sagrado ni sobrenatural, es algo vivo, sino porque nadie tiene tiempo para leer, nadie, ni los más jóvenes, ni los más mayores. Yo no sé cómo, loas que escribimos, podemos ser indiferentes a este hecho. Hay pocas sociedades donde el libro es un hecho familiar, en la mayoría, es símbolo de complicación, es un objeto alejado de la realidad, o que hace sentir a las personas que las aparta del mundo, del mundo real, al que las editoriales no se atreven a tratar con más irreverencia, porque si están en el mundo de la comunicación, pues que se muevan en él! Pero lo más abrumador es que los libros no forman parte de la vida de todo el mundo, por qué? Porque no proponen una ganancia tangible y en un mundo tan materialista, todo lo que no propone esta plusvalía inmediata está destinado a perderse. Yo no sé cuál es la alternativa. Es cierto que los libros nunca han sido un objeto de consumo masivo, salvo los best sellers, que se caracterizan por ser coyunturales, aunque sea prefererible eso a nada. Lo que me inquieta es que cada vez es más visible que en las sociedades más dependientes y más pobres, los libros son casi objetos en desuso y privilegio de sociedades ricas. Vamos a dejar que eso suceda, y qué hacer? Yo creo que la frivolidad, el carrierismo (la asención social deseada a través del la literatura) han alejado, están alejando a los libros de sus lectores que ya no entienden cuál es la diferencia entre comprarse una hamburguesa y leer un libro. No se crean grupos (no hay uno solo en literatura que valga la pena) que refelxione sobre temas de sociedad, que acorte el desfase entre el mundo social concreto y la literatura. Encerrada en su torre de marfil, morirá de asfixia. Esa defensa ingenua de la literatura como algo alejado de la vida pública, como a-política, mientras es todo lo contrario, terminará con ella. No lo dudo. Hemos hecho de los libros un tema tabú, intocable, y no hay nada más humano y banal que un libro. Lo digo en el sentido que si loas que escriben no bajan de su pedestal para unirse a la prosa del mundo ¿por qué el público se va a interesar en elloas? Seamos honestoas, en esta época de crisis, ¿qué nos puede interesar lo que nos dice una fulana o un fulano sino se entera de lo que sucede a su alrededor y con que autoridad va a hablar a los demás, quién, quienes lo legitiman? Pues aquelloas que leen... Como no nos preocupamos por eso, dejamos que las ferias y los festivales sean centros de exhibición y no de reunión, de ágape (para usar un término), no de reflexión, de debate, de encuentro... eso, de encuentro, de conversar, hablar, preguntar, curiosear... Se están convirtiendo en zoológicos de especies en extinción!
Las cifras de ventas son aplastantes ( y México representa el 50% del mercado), sobre todo en aquellas editoriales que se arriesgan por propuestas más diverssas. Pero eso porque el público no reconoce el objeto que le muestran, primo, porque no tiene los instrumentos, secondo, porque no posee el tiempo necesario (es decir el capitalismo ha asegurado que los sistemas de explotación sean eficaces en hacer que el tiempo libre, para pensar, soñar, en suma vivir, sea mínimo, y hay que gente que critica la ley de las 35 horas de trabajo que impuso el partido socialista en Francia!, sic), como lo decía Simone Weil la brutalidad del sistema ha condenado a una parte del planeta a una especie de oscuridad por carecer de tiempo y energía para otra cosa que no sea la subsistencia y el consumo y, ah, aquí viene el centro, el consumo no se dirige hacia los libros, bienes no tangibles ni inmediatos, sino a aquellos que adquieren inmediatamente un valor social (el stataus quo que da un Ipod, una computadora, etc). Por ejemplo, los libros que se vendían eran los religiosos, y eso porque la religión (a costa de la ignorancia) sigue siendo un valor protegido, no los libros de ficción, y menos la poesía (olvidémonos porque no se escribirá más poesía, estoy casi segura). Es lo que me abruma en todo esto, que detrás de esto hay una fatalidad económica, que no es producto del azar sino, una vez más de la dominación ideológica (la tecnocrática) y la explotación económica (compro lo que es indispensable, lo que me permite existir en mi comunidad)...
Una sociedad que no permite pensar y soñar, es una sociedad que condena a su población a una vida de muertos. Si no nos damos cuenta es que estamos tan adormecidos, tan en estado vegetal, nadie nos depertará de ese letargo y alguna vez, todo eso,se nos vendrá enciama... prepárense...
5 commentaires:
Quizás es hora de ser flexibles a la llegada de una nueva era, mala o buena, no lo sabemos, en la que las relaciones humanas son distintas, como son diferentes la información y la experiencia del tiempo. La nostalgia del libro como objeto de comunicación y de conocimiento y de experiencia, debería convertirse quizás en una propuesta alternativa, hay que reinventar la forma de esa comunicación para que sea más accesible en este mundo que va demasiado rápido, ¿no crees?
No importa el soporte, Karin, lo importante es que nos dejemos que ese espacio desaparezca de nuestras vidas... la nueva era no debería ser otra nueva de opresión, es de eso que hay que preocuparnos... Y la velocidad, no es el problema, sino disponer de tiempo, de vacaciones pagadas (un derecho), para poder pensar o leer...
Hola Patricia, nos encontramos de nuevo.
Después de leer tu texto no quiero ser pesimista, pero si realista. No es una coincidencia
(las coincidencias no existen, pues el azar no existe) que en los últimos 20 años se hable de posmodernidad, del fin de la modernidad, del fin de la historia, del final del capitalismo, el fin de los paradigmas, la muerte del arte etc. No son gratuitos todos estos discursos sobre un aparente fin cercano de la cultura occidental ahora globalizada. Por otro lado están las suposiciones nada esperanzadoras sobre la humanidad, a causa del cambio
Climático, la contaminación. Encima tenemos ciertas interpretaciones de carácter religioso o místico, acerca de que estamos entrando en los últimos tiempos, en una nueva etapa de la humanidad, como la era de acuario. Parece que si estamos llegando a un supuesto final del mundo tal como lo conocemos, que vendrá después, solo Dios lo sabe. ¿Sera el fin de los tiempos? Se supone que si la historia no es cíclica como se piensa fuera de Occidente y como pensaron los griegos (no hay que olvidar el mito del eterno retorno), sino lineal, con un comienzo y un final tal como nos enseña la escatología cristiana, entonces, no nos queda otra que esperar el final o el gran cambio. No soy adivino, no sé que vendrá.
Ya hace tiempo Spengler se adelanto con su decadencia de Occidente
No deberías sorpréndete de que la gente ya no lea libros y que un país como Estados Unidos no posea el suficiente capital humano en la juventud para remplazar a los futuros jubilados ¿ahora los jóvenes que leen?. Las bibliotecas serán museos. Yo ya no creo en el futuro mejor.
Hola Patricia, nos encontramos de nuevo.
Después de leer tu texto no quiero ser pesimista, pero si realista. No es una coincidencia
(las coincidencias no existen, pues el azar no existe) que en los últimos 20 años se hable de posmodernidad, del fin de la modernidad, del fin de la historia, del final del capitalismo, el fin de los paradigmas, la muerte del arte etc. No son gratuitos todos estos discursos sobre un aparente fin cercano de la cultura occidental ahora globalizada. Por otro lado están las suposiciones nada esperanzadoras sobre la humanidad, a causa del cambio
Climático, la contaminación. Encima tenemos ciertas interpretaciones de carácter religioso o místico, acerca de que estamos entrando en los últimos tiempos, en una nueva etapa de la humanidad, como la era de acuario. Parece que si estamos llegando a un supuesto final del mundo tal como lo conocemos, que vendrá después, solo Dios lo sabe. ¿Sera el fin de los tiempos? Se supone que si la historia no es cíclica como se piensa fuera de Occidente y como pensaron los griegos (no hay que olvidar el mito del eterno retorno), sino lineal, con un comienzo y un final tal como nos enseña la escatología cristiana, entonces, no nos queda otra que esperar el final o el gran cambio. No soy adivino, no sé que vendrá.
Ya hace tiempo Spengler se adelanto con su decadencia de Occidente
No deberías sorpréndete de que la gente ya no lea libros y que un país como Estados Unidos no posea el suficiente capital humano en la juventud para remplazar a los futuros jubilados ¿ahora los jóvenes que leen?. Las bibliotecas serán museos. Yo ya no creo en el futuro mejor.
Yo no creo mucho en esa lectura lineal de la historia. Hasta ahora no hemos reproducido las mismas cosas, la memoria es frágil.Que entramos en una etapa post-literia, me parece casi un hecho, y me da pena... tal vez asistiremos a una diversificación (o adelgazamiento, anoréxico) de la escritura de tal y como la hemos conocido hasta ahora. Gracias por tu comentario, Rafael.
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