Creo que extender esta frase también a los hombres, no es mala idea, ellos están tan atrapados como nosotras en ese "devenir" hombre, y todos los paradigmas que eso implica, solo que ellos siempre se encuentran en situación de poder, como lo explica Anne Marie SOhn en un ensayo sobre la masculinidad en el siglo XIX (Seuil 2009), son la norma y la ley, lo que genera pocas preguntas sobre su identidad, menos angustia y pocas interrogaciones. De ahí que ellos sientan menos necesidad de escribir diarios, cartas o testimonios y aunque en otros siglos lo que podría llamarse literatura del sujeto haya sido marcada por la obra de San Agustin o Rosseau, los hombres no se ven impelido a dar cuenta de sus actos, a justificarlos y legitimarlos ante los demás. Sin embargo debe ser terrible estar atrapados en paradigmas que se manejan como certezas, la exaltación de la virilidad en proezas sexuales, el alcohlismo o cualquier clase de rito impuesto para inagurar lo que socialmente se conoce como masculino. Cuál sería la cartografía primaria de nuestro cuerpo? Aquella que se encuentra primero con la madre y el padre, antes del lenguaje, o la que adquirimos una vez que tenemos memoria, y cuál es su semiología? Es un tema para el psicoanálisis, pero, históricamente, es importante cómo los hombres sienten y padecen muchas veces su cuerpo, incluso su necesidad de seducir y ser el "jefe de la tribu" que no deja lugar a la eleccción ni al devenir. Por eso, tanto hombre como mujers podríamos ponernos a leer el Segundo sexo!
Aucun commentaire:
Enregistrer un commentaire