Hay un fragmento de Simone de Beauvoir en las Memorias de una joven burguesa, que me ha impactado. Ella dice: Cuatro o cinco años de estudios, enseguida, una existencia que yo modelaré con mis manos. Mi vida será una bella historia a medida que yo me la cuente.
Y es cierto, todoas deseamos contarnos una bella historia, y esa promesa, está basada en la capacidad de proyectarnos en el futuro. Por eso pensaba que todoas deberíamos estar en condiciones de regalarnos una bella biografía, más o menos a la altura de lo que deseamos. Mucho tiene que ver la fuerza y la confianza, pero también, creo y estoy casi segura, nuestra capacidad para interpretar los hechos, sublimarlos y transformarlos en objetos, más o menos estéticos y queridos... De todas formas es fascinante ver que existen mujeres que confían en sus capacidades de forjarse un destino. Terminando de leer la correspondencia de Catherine Clément y Julia Kristeva descubro que el sentido de lo sagrado que ellas conceden a lo femenino, lo interpretan como la construcción de sentido, es decir las mujeres obramos, creamos cada día un sentido a nuestra especie, de supervivencia, vital. Pero hay otros aspectos que son interesantísimos, por ejemplo, cómo interpreta cada sociedad (po ejemplo, la africana) las protestas o formas de manifestar el descontento de las mujeres. En el África, hay ritos liberadores, como el trance, la histeria como parte de una expulsión de la represión y la frustración, completamente asimilados y aceptados por la comunidad. En las sociedades occidentales hemos aprendido a disimular y a deprimir para esconder esos síntomas y acallar la protesta, pero es bueno saber qu ecada cultura interpreta los paradigmas de equilibrio y bienestar de otra manera. No olvidemos que somos fruto de la educación cristina y nuestro peor lastre, la culpa.
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