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mercredi, mars 11, 2009

Beckett en privado


Leo que acaba de salir en Francia la correspondencia escogida de Samuel Beckett, un personaje que siempre me ha cautivado por su austeridad. Una de las anécdotas que más me han impactado es aquella sobre que su esposa se paseaba con sus manuscritos dentro de una canasta, hasta dar con Jerome Lindon. Justamente, hoy tuve una conversación con Minuit, la editorial de Lindon.

-No sé si mandarles el manuscrito?
-Pero, por qué no?
-Porque no veo autores de origen extranjero en su catálogo...
-Mais, si, hay muchos... citas de nombres...
-Mnnnn., se lo mando entonces a Irene Lindon?
- Sí, pero en copia manuscrita.
- Y curriculum?
-No! No nos interesa qué ha hecho, ni de dónde es, sino el texto!!

Qué alivio!! Adoro ese diálogo... Enseguida le escribo a Helene Lenoir que está con la beca Stendhal en Roma y publica allí. No recibo respuesta.

releo el artículo sobre Samuel Beckett, en la exposición del Pompidou vi un documental: SM ya estaba solo y era famoso, pero vivía como un anacoreta. El premio nobel lo repartió entre los vagabundos y se prestaba una televisión solo para ver el rugby. En ese documental, la mujer que limpiaba describía cómo Beckett se pasaba horas pintando una valla blanca que rodeaba el jardín de su casa en las afueras de París. Yo recuerdo que Echenoz me contó que lo había cruzado (cuando ganó el Medicis) y que era un hombre de una angustia indescriptible, pero Pierre Assouline cuenta que su correspondencia muestra a un hombre divertido, vital, generoso. Siempre he pensado que una es sus amistades y he sentido muchos celos de aquella personas que han podido mantener una correspondencia con personas que se dan y se entregan de alguna manera en sus mensajes (felimente tengo algunas islas). Seguro que si Beckett viviera sería adicto al mail, y es que el lenguaje solo existe, humanamente hablando, cuando se enriquece de la presencia de los demás, de sus lecturas, de sus imágenes...

ayer leí un fragmentos estupendo sobre una mujer mutilada en el Semanal de El País. El artículo era de Juan José Millás. Me sorprendió, por su sensibilidad, por su poesía.
foto: Samuel Beckett en fetiche poco conocido: sonriendo.

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