Me gusta cuando la experencia se nutre de la presencia de los demás, cuando se carga con sus gestos, con sus olores, con sus voces, con sus cuerpos, la forma de un cuerpo, su rigidez o su docilidad. Siempre me ha gustado contemplar esos gestos que revelan los rasgos esprituales de una persona, esa unión entre el cuerpo y la mente. Esa combinación que, de no lograrse, termina siendo una crucifixión, cuando nos debatimos entre dos polos opuestos, energías opuestas, o espacios y personas que nos dvividen constantemente. Es ese muro del que habla Blanchot.
Vi, con Patricio, la exposición de Judith Westphalen en la Municipalidad de Miraflores, sus trazos, sus fotos con Adolfo, el poeta, en París. Y en Roma, una silueta de Judith mayor, a lo mejor antes de morir...
Por la noche, en el jardín de la casa de Tania, la hermana de mi madre, reunión con música ayacuchana y criolla, conjunción de voces, recuerdos que vienen a mi interior y explotan como luces artificiales, una tras la otra. Yo he vivido eso, cuando visitaba la hacienda de mi abuelo durante la infancia. Entiendo también la división entre ricos y pobres que revela esa situaciónde privilegio, una situación casi colonial, aquí, todavía. Miro a mis tías, dos mujeres erguidas, sólidas, con una belleza de oro antiguo, entiendo su división, pasado-presente, no saber adaptarse a una nueva situación, por ahora, es imposible, son reinas en exilio. Veo esta mañana una foto de mi abuelo materno en la hacienda: alto, delgado, con bigote y sombrero, lo veo, casi lo siento, y me fascina. Los acordes de la sierra son tristes, casi melancólicos, los de la costa son más concretos y casi calcáreos, como las rocas del acantilado de Lima.
La sonrisa de alguien estallando en la noche, o alguien que sube escaleras hundiéndose en la fachada de una casa colonial, son imágenes que me vienen de pronto y no puedo evitar escribirlas, necesito liberarme.
Noche fascinate, mi madre ha cantado con na voz alta, limpia. De pronto, ideas con Elba para convertirnos en productoras musicales. Por qué no? Se lo comentamos a Olivier vía Internet, a México y nos mira incrédulo. Yo miro la foto de mi abuelo, en medio de ese paisaje desolado, casi lunar, en tonos azules y verdes. El pasado.
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