Me había olvidado lo gris que puede ser Lima en invierno. El cielo siempre está bajo y tupido. Con los continuos temblores, la sensación de vulnerabilidad, no me abandona. Además, hoy es domingo y estos días son raros, sin forma y anodinos. Quisiera encontrar una lectura, una película, un tono que abrigue en ese invierno húmedo. Casi no hace frío pero el vient entra por todas las ventanas que no se cierran bien, por los pasadizos y tragaluces. Dentro de la casa estamos tan vestidos como en el exterior. Lo único que anima Lima en invierno es su mar, los veleros y los eternos tablistas, pero empiezo a extrañar el sol, las estrellas, una variación...
La portada de mi libro es azul cerúleo, con una excelente composición que no he logrado colgar por inepta. En lugar de Lima cuelgo esta imagen de París publicada hoy en el diario Le monde, en pleno mes de agosto.
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