Llegada a Lima. Primera impresión: sentir que las cosas están desnudas, expuestas, sin máscara. Algo se nos revela en ese estado, porque casi nada retiene la vista: ni la vegetación, ni la multiplicación de esapacios. Aquí, por ahora, cada espacio cumple su función, existen para lo que que están destinados. De golpe, se tiene la sensación de autenticidad. El cielo está gris, la luminosidad disminuye con el día. Hace poco frío, pero la impresión de humedad aumenta con el día... La manera como los limeños asimilan el frío tiene que ver con la indulgencia a la que están acostumbrados. Comimos en un restaurante de pescados con mi madre y mi sobrino Patricio (el mismo que ha abiero en México), excelente cocina con vista al mar. El lugar rebozaba de gente y de amigos, Lima parece pequeña pero no lo es... Espera un largo viaje hacia la sierra del Perú donde no he puesto los pies desde hace mucho tiempo. Curiosidad, apremio, ansiedad.
Foto: el morro de Chorrillos y la bahía de Lima en imagen nocturna.
4 commentaires:
Bienvenida Patricia, estás en nuestra Lima.
Leí "La imagen que transpira": una de mis lecturas que me muestran cuán vital es la literatura.
Un gran salute.
Bueno Patricia, ciertamente a veces regresar a un lugar amado nos devuelve a cierta extrañeza familiar y a esa desnudez de la que hablas. Es que claro, a veces el corazón le juega pequeñas trampas a uno.
Saludos.
Es cierto, lo que dices de la autenticidad. Yo lo entiendo como la imposibilidad de que los espacios te mientan. Porque sabes que ellos nacieron contigo. Sabes como fueron. Eso sentía cuando regresaba a Cartagena.
Bienvenida Patricia, no tenía idea de que regresabas a Lima. Un fuerte abrazo, espero que estes súper bien y con tan buena disposición viajera.
Un beso!, V.
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