Para los que vieron ayer el partido de fútbol, algo me pareció evidente, que se parecía un poco a la vida: el juego es su propia justificación, no el triunfo o la identificación nacional, aunque sea inevitable. Para empezar la ultra derecha detesta el hecho de que sólo hayan negros y árabes en el equipo francés y en realidad ese es su encanto, representar a una Francia mestiza y moderna. Luego estos "parias" que se convierten en estrellas han demostrado, en el caso de Zidane, que son fieles a lo que son, que el estrellato es la vanidad de los necios y han jugado porque querían jugar, disfrutar del partido. Y punto. Me dio pena que Thierry Henry no metiera gol, hay una delicadeza en él, una elegancia....
Tal vez la juventud de los jugadores españoles, o su inexperiencia, y pensar que todo se juega en la edad, en el cuerpo y no en la inteligencia, haya dejado que Francia pase a jugar con Brasil, pero bueno, no me importa mucho quién gane, sino lo que representa cada equipo para cada país... Si la fascinación por el deporte siempre me ha aterrado es porque es símbolo de fanatismo, de sicosis colectiva.. en este caso es una muestra de un fenómeno social , importante, y por eso este post...
ps: la tesis sobre Flora Tristán y el Conde de Lautréamont es sobre escribir en primera persona a partir de una experiencia extra-territorial, y en otro idioma... a grosso modo...
2 commentaires:
El Mundial prueba una vez más la existencia tangible de una deidad; y por tanto, como dicen por ahí, Dios es redondo.
Enjoyed a lot!
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