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lundi, juin 26, 2006

Vigilar y castigar





Ayer tuve una conversación reveladora con una amiga. Hablábamos del rol de las mujeres en la sociedad actual. Por supuesto siempre estamos conminadas a hacerlo porque la situación lo obliga. Ella me decía que se había dado cuenta de que las células familiares solo funcionan reposando sobre la sumisión y el silencio de una de las partes: la mujer. Según ella, si hasta ahora las familias habían funcionado era porque las mujeres habían llevado la peor parte, soportado que el marido sea el centro y ellas, la prótesis o la periferia, desocializadas o inactivas, tolerando amantes, abandonos y maltratos y una libertad que a nosotras las mujeres les está negada por la propia sociedad. La mayoría de mujeres se posponen, aceptan el juego sin chistar (tal vez por miedo a la inestabilidad económica y al desamparo). Entonces aquellas que deciden jugar la partida por su cuenta se conviernten en desertoras y en un peligro para la comunidad. Pensaba en las mujeres que participan en política, en arte o en literatura, sea como sea, mantienen un perfil bajo, y si Segolene Royal, una conservadora de izquierda, está como posible candidata a la presidencia en Francia, es porque su esposo, Francois Hollande, ¡se lo ha autorizado! Si Condolice Rice será la candidata a la presidencia de los Estados Unidos, ¿no es porque representa valores masculinos, fuerza, manu militari? La única excepción es Hillary Clinton, quien podría ser la única que maneja las cosas con indepencia y fuera de clichés, pero conozco mal la situación para juzgarla. Entonces volviendo al tema de las mujeres activas, parece que la sociedad las condena a ser las brujas de la época. Son vigiladas y castigadas por ella al trasngredir las reglas de la tribu. Otra persona, un hombre (francés), me decía, muy pocos hombres desean una mujer, desean una madre, una hija, o una esclava, no una compañera.
Si hacemos un mapa aventurado de Europa, en Francia la sociedad es muy pequeño burguesa, lo que hace que la familia sea un valor sólido, y aunque las mujeres mantengan independencia, las verdaderas independientes, están aisladas, son piezas raras fácil de identificar. Para empezar la legislación está regida por un androcentrismo imperativo, las reglas sociales, ídem, y la política, por supuesto. En España, las mujeres se quejan del machismo (del siglo XIX!)de los hombres, de su inmadurez, falta de arrojo etc... Por cuestiones históricas y económicas, los hombres en España a lo mejor no se han adaptado al cambio y viven como adolescentes, con crisis de identidad y de sentido en sus vidas. Pero, cosa curiosa, un amigo me decía que sucede igual con las mujeres, osea que.... Esto crea una pobreza en las relaciones entre personas porque las relaciones que no comparten o no son sensibles a los pensamientos y sentimientos del que participa en ella, son casi siempre relaciones pobres, rígidas y nunca nobles. Las mujeres que exigen son tratadas de histéricas, claro, la exigencia, cuando pasa a ser un reclamo, termina siendo una protesta un llamado a la desobediencia, una insurrección y ninguna insurrección es pasiva sino violenta. Ahora, si hablamos de Italia, el machismo italiano es ejemplar! En Alemania no conozco a nadie, pero... ¿será muy distinto? En América Latina, como todo está en permamente en reconstitución, también lo está la pareja (los divorcios son mayoría). Y justamente, habrá que pensar que las parejas no pueden concebirse como antes, que la idea del amor compartido, de la familia y de la casa única, tiene que ser re-re-pensado, no lo sé. Pero esto de querer mantener el mismo modelo solo está al servicio de la reproducción y la preservación de la especie, conseciones que ha hecho la sociedad civil a la religión cristiana. Pensaba en ciertas culturas, una del asia, donde la paternidad no es sagrada y el hombre adopta al hijo que su compañera (que además no es monogámica) tiene con otros hombres (sin ir más lejos sucede también en Bolivia, la fiesta de Tati Pancho) porque, parte de la independencia de una mujer es poder decidir sobre su sexualidad sin sentir ninguna culpabilidad. Eso ya lo había dicho Flora Tristán en el siglo XIX, pero parece que hay que recordarlo. La libertad de la mujer no es solamente económica, empieza por ahí y se termina en la libertad en el pensar y el actuar.
Pues bien, no es con genralidades que se puede comprender un problema vasto, pero sí intuir. Por ejemplo, que las mujeres independientes tienen pocos roles que jugar. La independencia en el plano social y el intelectual, se paga caro. También que de alguna manera se les vigilará y castigará porque son casi siempre un peligro. Y en suma no hay mujer independiente que no posea carácter. Esa imagen de la mujer dulce y modosita ha sido prestado también de la religión, la Mater purísima y dolorosa que todo hombre sueña, cuando la ternura, el afecto, no son sino cualidades humanas. Ni femenino ni masculino. Tal vez hayan algunos hombres que busquen mujeres con las cuales puedan hablar de frente, no ver un cuerpo sino un rostro, tal vez, como todo en la vida solo unos cuantos hombres (y mujeres) busquen la sabiduría la riqueza interior, pero, para aguar la fiesta, no son la mayoría y ni el Primer Mundo, ni el el Tercero tiene la exclusividad. Víctor Hugo decía que el siglo XX sería de las mujeres, sí, pero más bien porque hay que seguir exigiendo y protestando para tener derecho a la palabra sin ser lapidada con el epíteto de feminista o revoltosa.
Vaya, !si hay que ponerse guantes!

1 commentaire:

Alfonso Chacon Rodriguez a dit…

No solo la mujer resulta castigada en la sociedad patriarcal. Si el poder lo detentan en general los hombres, no significa que la gran mayoría lo posean (no todos somos Francois Hollande). El hombre común también se sacrifica en la sociedad, que le exige un rolo de triunfador, de proveedor constante. GEneralizar diciendo que todos los hombres son abusivos e infieles, y que las tienen todas consigo es no preguntarse por qué, a la hora del suicidio, los hombres superan por mucho en número a las mujeres. O por qué, en una sociedad que supuestamente beneficia al hombre sobre la mujer, esta vive en promedio de 7 a 8 años más.
Volviendo a lo que se espera de los hombres, si existe el cliché de que los médicos se casan con enfermeras pero las doctoras nunca con enfermeras, es porque salta a la vista. Por tanto, si cambian las expectativas, deben hacerlo en ambas direcciones. La participación femenina en el mundo profesional debe venir acompañada de un cambio en las expectativas de relación.
Uno de los sacrificios masculinos a los que obliga el modelo patriarcal es la exclusión del padre en la familia. El padre es siempre secundario, incluso prescindible. El hogar lo organiza la mujer, es la toma las riendas en las relaciones, la que decide sobre los hijos. En estos días en que se dice que la mujer profesional (clase media o superior, por supuesto) puede escoger si quedarse en la casa para su maternidad o volver rápido al mundo laboral, al hombre le está vedada esa posibilidad.