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mardi, juin 20, 2006

Las antípodas


Es importante poder entender qué sucede cuando un diálogo no fluye. Tal vez porque la no-comprensión, algo que se nos escapa, nos duele, nos anula como personas. Por supuesto, el único instrumento con el que podemos comunicar es nuestro lenguaje, escrito o hablado. El hablado implica riesgos, es inmediato y por eso, a veces, es el que se presta más a malos entendidos. Cuando alguien dice, “no entiendo”, quiere decir “no significa nada para mí”. Cada vez que comunicamos vamos a buscar en nuestro archivo como si fuese un disco duro que ha almacenado la información. En algunas ocasiones no tenemos el programa y tardamos en conseguirlos, pero, finalmente lo conseguimos porque e suna cuestión de buscar el adecuado. Yo creo que toda persona está capacitada para comprender a otra, para acogerla y hacerla significar en ella. Lo que impide muchas veces esta alteridad, es el miedo, el bloqueo afectivo. Si todos estuviésemos seguros de que no nos perderemos en el diálogo con el Otro, en que no nos quitará nada, sino que al contrario, nos añadirá (lo digo también por ti De Souza), sentiríamos menos nuestro aislamiento y nuestra soledad. Termino de leer un libro de George Steiner, Extraterritorialidad, creo que lo he mencionado. Hay un fragmento, en el capítulo titulado, El animal dotado de lenguaje, que dice algo muy bonito:

Nuestro idioma es la ventana hacia la vida. Para el que habla, determina las dimensiones, la perspectiva y el horizonte de una parte del paisaje total del mundo. Aprender otro idioma, además de su idioma materno, es penetrar la sintaxis, abrirse una segunda ventana sobre el paisaje del ser y escapar, aunque sea por unos instantes, al confinamiento de la apariencia evidente, de la pobreza intolerante de unos lentes con un solo espejo y monócromo, corrosivo justamente porque no tenemos consciencia.

Ayer visité el nuevo Museo del quai de Branly, hecho por el arquitecto Jean Nouvel y destinado a exponer piezas de Oceanía, Africa y América Latina. Una nueva forma de valorar las culturas antes consideradas “primitivas”, nueva corriente que es toda una revolución en la manera de ver el mundo. Si antes se pensaba que todo era entendible a través de la razón, ahora se piensa que hay zonas no exploradas, esotéricas, nada clásicas, de conocer y entender el mundo. Cuando llegué, Jean Nouvel estaba conversando con unos periodistas, entonces le pregunté qué significaba este nuevo museo para él y me contestó que era crear un territorio para acoger las piezas que abrigaba en el interior, no para exponerlas. Suena muy interesante esta manera de valorar otras culturas sin las categorías clásicas de civilización, pero me preguntaba, ¿no es una forma simplemente idealista? Para no caer en otro tipo de idealismo (a fuerza de agotar discursos universales) es necesario que el lenguaje, lo dicho, signifique con una caricia, una sonrisa, un gesto también del cuerpo. No basta con una voluntad política. El desfase viene cuando se habla de valorizar estas culturas y sin embargo, al mismo tiempo que Chirac inagura ese museo esta mañana, su mismo gobierno está planificando cómo expulsar a 15.000 niños escolarizados, hijos de emigrantes, por supuesto, por estar en situación irregular. ¿Eso es valorizar al Otro? Yo creo que es una cuestión de imagen. Para estar en el aire del tiempo, estas ideas, aparentemente progresistas, gustan, pero no sacan a las personas de su solipcismo. Para sentir cierta vulnerabilidad, hay que tener la bala enquistada en el pecho o algo así... El edificio del museo es precioso, las colecciones, sobre todo las de Oceanía, son impresionantes. Igual para América Latina. Toda la técnica moderna está ahí dentro, contenida en esa arquitectura que acoge el cielo de París, bajo la sombra de la Torre Eiffel, pero ¿hay realmente diálogo entre culturas? Cuando visitaba los techos de las instalaciones para la investigación, mi guía me dijo sonriendo pícaramente: los artistas aborígenes, son como una se los imagina, salvajitos, sin zapatos, pelos enredados... en fin, paso.
Volviendo al tema del no-diálogo, ¿qué formato usar para comunicar con los otros? (PC o Machintosh?) Wittgenstein (el del Tractatus) decía, lo que no se puede decir, mejor callarlo, y Lautréamont, lo que no puede decir con pocas palabras, no hay que decirlo. Steiner sostiene que los filósofos del lenguaje nos han devuelto la humildad al mostrarnos los límites de nuestro lenguaje, pero también la sutileza de las palabras, su capacidad de sugerirnos cosas, y creo que ahí entra Eros. Lo único que nos puede ayudar a acoger a los otros, a un hombre, a una mujer, a un extranjero, es la humildad. Pensar que no sabemos todo, que nos podemos equivocar, pero que siempre, siempre, mientras nuestro deseo mantenga en combustión, decir, significar, es posible. Quizás lo más bonito sea mantenerse en la espera, no desespera, espera en la seducción.

foto: Jean Nouvel delante del Museo de Quai de Branly.

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