He leído el discurso de agradecimiento a su inclusión en la Academia Francesa de la escritora Assia Djebar[1], nacida en Argelia. Algunas cosas dichas por ella, me han hecho reflexionar sobre mi propio trabajo, sobre mi relación con el idioma francés y el hecho de estar escribiendo (quejándome de lo complicado que es) en este idioma. Yo no elegí venir a Francia. Es lo que se dice un Fatum. Sucedió. Y yo dejé que sucediera. Al principio, como no sabía ni una palabra, sentía que era como una ciega dándose de golpes en un largo pasillo, cantando una música que nadie comprendía: mi español de Perú. Recuerdo que soñaba mucho y las imágenes me liberaban de ese encierro, pero también recuerdo que esa sensación de ceguera y de andar perdida en un laberinto me deprimieron porque mi incomunicación con el idioma francés me había encerrado en una torre de Babel, o en una fortaleza de autista y era una sensación muy dura e insoportable, de melancolía intensa. Me ha costado mucho aprender el francés. Sería mejor decir que él se ha ido imponiendo y que poco a poco he aprendido a vivir con él (como con otras personas) y ahora podría ser como una segunda piel. Todo esto gracias a las lecturas que he hecho, pero también al cine: le debo tanto a Montaigne como a Cervantes, a Godard como a Buñuel o Bergman. Sin embargo sé que mi idioma afectivo, aquel con el que juego y me siento libre es el castellano. Es mi primer amor y será siempre el idioma de la Arcadia, de mis tardes en Chaclacayo y los paseos con Patricito, mi sobrino, para mirar desde algún promontorio ese valle sereno y austero del río Rímac. En esa austeridad yo he creído de veras en la felicidad como una vida sosegada, buena, en la que lo más importante es el afecto y el saber compartir. Pero para volver al francés, este idioma me ha descubierto cosas que no sabía, me ha revelado mi propia identidad, recorriéndola (cojo la cita de Assia tomada a Henri Michaux: Escribo para recorrerme) y dándome cuenta de las voces que la habitan, aquella de mis hermanos (también la cojo de Assia Djebar, hermosa palabra “hermana”), mujeres hombres, todos los fragilizados por la historia, no simplemente como presencias que me miran, sino como una marca, una huella en mi propio idioma que se traduce en una especie de incapacidad innata para narrar. Para mí contar una historia de forma clásica es traicionar de alguna forma la veracidad de los hechos, es someterse a las reglas del juego, plegarse y yo siempre he deseado desobedecer. Hay un silencio que es respetuoso, aunque no sepa quedarme callada (y esto, algunas personas lo pueden suscribir!), o preventivo. Si escribo, es porque siento que en mi castellano, en mi francés, hay huellas frescas y hay que exponerlas, no por exhibicionismo sino por entereza, por valentía. Assia lo describe muy bien en su relación con el idioma árabe: sí, las palabras pueden exhalarse, pero sus arabescos no excluyen a mi cuerpo recorrido de memoria.
La presencia de otro idioma, otro idioma como el francés o el castellano, o el árabe, hace que nos representemos a nosotras mismas como a otras, o como a otros, es el idioma extranjero, no materno, el que nos da la justeza de nuestra imagen. Aunque sea efímero. Cito de nuevo a A. Djebar:
El francés en el lugar de cruce de mi trabajo, espacio de meditación y de ensoñación, punto de mira de mi utopía, a lo mejor, incluso diría: tempo de mi respiración, día a día. Lo que desearía dibujar en este instante en que soy una silueta erguida sobre vuestro suelo.
1] Assia Djebar es la quinta mujer que forma parte de la Academia Francesa, apadrinada por Florence Delay y Francois Cheng.
2 commentaires:
Es de una belleza sin par el idioma nuestro y el francés me sabe a exquisita música hablada.
De veras que el cine es tan aleccionador...
Suelo soñar que estoy en lo alto de la gran torre, la Torre de Eiffel.
Para ti ese no es un sueño sino tu modus vivendi: estar allá en la ciudad soñada, y ser parte de su escenario urbano.
Gran salute Patricia.
Justo estaba por hacerte una pregunta respecto del idioma que has adoptado, y es por mera curiosidad, tal vez sea una tontería pero me intriga en cierto grado saber en qué idioma sueñas.
Chiao Patricia, y un cuidese bastante para seguirla leyendo.
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