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jeudi, juillet 27, 2006

El trabajo


Conversaba sobre el valor del trabajo, el trabajo remunerado. Si en la antigua Grecia se pensaba que la condición ideal de la persona era el estado contemplativo, en nuestra cultura judeo-cristiana el valor de trabajo como fuerza productora, transformadora y de acumulación de riquezas, como lo explicó Marx (un místico en el fondo, para Simone Weil), tiene un valor de sentido en sí mismo: el trabajo dignifica la existencia, la hace dinámica, la enriquece. Ese es su valor social, pero moralmente es quizás un acto de solidaridad hacia los demás. Por medio del trabajo yo me uno a la comunidad, pero también la honoro, le rindo homenaje. Los estados de ocio de hecho son productivos, porque el trabajo sin vocación o pasión, aliena, destruye la vida personal de quien lo practica. Vivianne Forestier, una periodista francesa predijo en “El horror económico” que el trabajo remunerado desaparecería con el tiempo, tal vez volviendo a una sociedad de trueque o en la que se trabaje para auto-abastacerse, pero sin el sentido de plusvalía. En todo caso, moralemente, el trabajo es una forma de estar presente en el mundo, el ocio, como una forma de inercia o estado próximo a la muerte, por eso la acción, y la acción compartida, es tan revitalizante. Bueno, me decía esto a raíz de la llegada del verano y de la necesidad de mucha gente de no hacer nada, simplemente ponerse al sol y matar las horas para volver a la rutina, pero trabajar, pensaba, es también estar presente en forma de acción, de obrar, de hacer, no solamente para ganar dinero sino porque estar vivos es estar en estado de combustión, es la creatividad en nuestras vidas lo que nos diferencia de otras especies, entonces... ¡a trabajar!

3 commentaires:

g. a dit…

Coucoù ;-)

Anonyme a dit…

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Anonyme a dit…

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