Cuando hablaba de Los invisibles, no me olvido de lo que prometo, quería referirme a aquellas personas cuyos rostros no vemos o no deseamos ver. Ayer encontré una entrevista a Emmanuel Lévinas en la revista Philosophie y he aquí lo que dice en ella (lo mismo que yo digo en mis novelas pero de otra forma):
Pregunta: Qué sucede con lo que usted llama Visage, rostro, no es por decirlo así una metáfora?
E.L: No, no pienso en el rostro de esta manera. En francés de hecho se puede considerar el rostro como algo visible, pero para seguir hablando en francés usted será devisagé (desenmascaraddo sería la traducción pero no es lo mismo). Devisager es también mirar, es saber también de qué color son los ojos. No visage no es eso para mí, yo lo describo siempre como la desnudez, una cierta manera de estar desamparado.
Pregunta: Entonces?
E.L: A lo mejr uan exposición directa a la muerte....
Retomo: yo veo esos invisibles como aquellos que poseen ese rostro del desamparo que describe Lévinas y que nadie ve, ni reconoce, los rostros de miles de emigrantes, de los cholos en el Perú, de los africanos en Europa, los pobres, los que no poseen valor agregado en la sociedad, pero también de aquellos que nadan a contracorriente y dicen lo que piensan sin dejarse sobornar, el de los auténticos, que son mcuhas veces el rostro de la tragedia.
Paso a otro tema también muy importante, el de las mujeres y el cuerpo. Anuncié y colgué una entrevista sobre el nuevo libro de Catherine Millet. He seguido leyendo cosas y reconozco algo: si a CM le gustó la traducción que leyó de El último cuerpo de Úrsula, un fragmento que salió en la revista del NRF, de Gallimard, aquella que fundó André Gide en 1954 y que se convirtió en la editorial Gallimard, fue porque toca un tema que ella también ha sentido como fundamental en su vida: la división entre cuerpo y mente.
En este texto de Millet, Jour de souffrance, plantea lo que yo me había planteado dentro de un marco filosófico y poético: el hecho de la instrumentalizació del cuerpo de mujer y de su desvalorización espiritual. Me sorprende que CM, después de La vida sexual de CM, termine escribiendo un libro sobre Los celos. Me lo había anunciado y sin embargo me deja pensando lo que dice en la entrevista que le hacen en Le Monde, que ha sentido que finalmente esa libertad en el deseo la había alejado de su pareja, el escritor Jacques Henric. Dos cosas me parecen también importantes: que la vida privada ha pasado a ser pública, y que las mujeres, al situarse en este plano público, asumen la palabra sobre su situación en el mundo. Ya no son tan invisibles y se van haciendo un rostro. Lo que nos toca justamente en CM es que ella se muestra en toda su densudez espiritual. Ella dice no tomar en cuenta su cuerpo y sentir esa essición que muchas veces todoas sentimos al ver nuestro cuerpo expuesto, valorizado o despreciado por los demás. Nuestro cuerpo que contiene también la muerte. Esa es mi lectura y eso me hace ver que yo he luchado siempre por saltarme esa escisión clásica (cuerpo-mente) y así no vivir en la esquizofrenia. Esas son las ideas que se me ocurren y muero de ganas de leer su libro.
Frase de Simone Weil: Cada ser grita en silencio para ser leído de otra manera.
ps: esta tarde salgo para Tulum, en la costa del Caribe. No sé si habrá Inernet y no sé si podré escribir...
Olvide menconar que leí con mucho interés el artículo de Carlos Caderón Fajardo, escritor peruano en Porta9 (www.porta9.com) sobre le mandarinazgo en en Perú y la insersión en el cánon, otra forma de invisibilidad...
Y que vi Erótika en la librería de el FCE, en mi barrio, La condesa, y que bueno, ahí están los libros esperando que una mano se acerca y les de un soplo de vida: fuerte!!
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