Obvio que llegando a México, me da mucha pena haber dejado Lima. Pero justamente, la llegada me hizo sentir el espesor de una ciudad muy grande y eso, al principio, me permite perderme en el anonimato y cohabitar solo conmigo, sin miradas que me distraigan. Es más duro, pero a lo mejor no hay solución perfecta y es la única manera de escribir. Justo caí sobre un fragmento del libro de López Soria hablando de la identidad que podríamos tener en el Perú:...que la itinerancia es no es una condición transitoria sino permanente, no es una contingencia que podamos y debamos superar, sino una forma de se que nos deja instalados en la permanente movilidad, entre enraizamiento y despedida (p26).
Tout a fait d accord...
Y ahora leo El país y veo que el juez Garzón lanza la mayor investigación que se pueda haber hecho sobre los desparecidos durante el regimen de Franco, la Iglesia sería responsable de 90.000 muertos durante la Guerra Civil. Hay una obligación de memoria, pero de recordar bien para llegar a la reconciliación, decía el filósofo Paul Ricoeur...
Es un tema apasionante, pero estas cosas em estimulan al ser una forma de sabiduría que llega con los años. Los niños siempre crecen y necesitamos mirarnos en el espejo y ver qué rostro tenemos. Sucede lo mismo con el informe de La comisión de la verdad, que mucha gente critica. Nadie puede tocar, todavía, ciertos temas en el Perú, siempre se empieza una cacería de brujas y gritán, al ladrón (que por cierto es comunista)!! Sin embargo, yo, otros, cientos que pensamos de la misma manera, que sí creemos en que hay un deber de recordar para no seguir viviendo en un país con afasias, con miedos, infantiles, golpeado e injusto, hablamos y gritamos hasta que alguna vez, los más jóvenes, los niños, escuchen y lean otras cosas y vean su país, el mundo, de otra manera.
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