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mercredi, juin 18, 2008

tempo: acelerato

Dos horas y media para llegar en el Ave, el tren de alta velocidad que sale de Barcelona hasta Madrid. Barcelona estaba con lluvia, Madrid, con sol. Oh, mi serenidad francesa, mis paseos, mis ensoñaciones solitarias, todo es se me va al traste. Esa es la "excepción cultural" de toda persona: pensar. Imágenes en serie, el rostro sereno de Alaric mientras conversamos en la terraza del Munich, una calle el Barrio chino, la soledad de esas calles, la voz ausente, las ganas de perdurar, de seguir y arrancarle a la vida lo que no siempre nos da: pasión, ganas de descubrir.

Mientras avanzaba en el tren (otra estética, más austera, menos tupida), releo entrevistas sobre Lévi-Strauss, y pienso: gran dilema, cómo resolver esa distancia entre la necesidad (que es com una religión) de creer en una cierta trascendencia y saber que en el fondo es casi imposible, que el mundo ha existido sin nosotros y que continuará haciéndolo, cómo? Aceptar lo efímero, lo cambiante, todo lo contrario de lo duradero, y no asustarse, esa es la sabiduría, o la elegancia de la sabiduría. La sensación que tengo es que nuestra arrogancia nos ha llevado a creer que somos indispensables, que la tecnlogía y la ciencia nos aseguran un lugar seguro en el mundo y a no desear cambiar. De ahí la revoluciçon copérnica de LS: la civilización es una noción, un montaje. El sujeto no existe solo y no se impone a la naturaleza, existe porque esta le permite conocer. Será así? Y entonces, la escritura, qué es? Conformarse con el presente y no aspirar a ninguna trascendencia?

Son preguntas que dividen, acción, no acción, compromisos y movimientos.
Escribo en la terraza de mi amiga paloma, hace mucho calor y llegan unos amigos... Acab de llegar de el diario El país, ambiente de compañerismo, decontracte. Me había olvidado que en Madrid hacía tant calor. Esta noche ganas de ir a una peña a escuchar música andaluza...

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