Uno de mis grandes placeres es leer la revista La tempestad, editada por Nicolás Cabral. El último número está dedicado a Octavio Paz y es uno de los pocos homenajes independientes, nada cortesanos que se ha hecho a Paz. Creo que una revista crítica como esta es importante, sobre todo porque nos indica que podemos pensar con independencia, sin caer en el típico acomodamiento latino, de "yo no digo nada para llevar la fiesta en paz" (incluso rima!). Uno de los grandes desafíos de esta época es la valentía, la integridad...
Descubierto un restaurante peruano en la calle Tamaulipas de La condesa, voila mi lado chauvino, que es más bien un vínculo con la casa, la madre, mi pasado.
a ver si cuelgo mi video de calle exterior, el interior está ahora más sosegado, cuando Nicolás me alcanzó las revistas y empecé a leerlas, me sentí de nuevo con estado de alma, con ganas de seguir a contracorriente, aunque termine como un salmón!
Abajo: interior-exterior... Me repito, olvidarme mis exigencias pequeño burguesas, de mis pequeños goces, de mis ganas de ir a toda velocidad, de esa necesidad de incandecencia, saber vivir con cierta austeridad. Contemplar. No hay mucho que comprender, sino observar, saber estar con los demás y aceptar lo que la vida nos ofrece. Una de las cosas que más me gustaba de Monique, es que disfrutaba mucho de sus momentos de soledad, los absorbía con fruición, pero sabía también estar en serenidad. La combustión, agota.
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