lundi, juin 30, 2008
Marina
Marina Staeva, una vida al borde del precipicio
La reciente publicación de sus Cuadernos de notas, luego de sus Confesiones, recuerda el dolor de la guerra encarnada en una persona...
La vida de Marina Svetaeva (1892-1941), atravesó su época como un cometa, a toda velocidad y de forma incandescente. Esta poeta rusa, en quien todo el mundo reconoce una de esas pérdidas trágicas que produjo la guerra, es el símbolo de la vitalidad creativa, de la insumisión individual, y de los límites de la acción frente a lo irreversible del exilio a una tierra inhóspita que arrojó a esta ecritora de lo que consideraba como un valor supremo: la capacidad de pensar y de escribir. La poeta viaja muy pronto al extranjero. Destino: París. Su padre es un profesor de letras y su madre una reconocida pianista que muere muy joven dejando a Svetaeva la primera impresión de desamparo y de conocimiento de su propia vulnerabilidad. A los dieciocho años publica su primer libro de poemas, luego vendrá el famoso Lanterna mágica, con poemas incandescentes y fulgurantes, apasionados en mostrar una manera de concebir el mundo, una especie de divisa que mantendrá hasta el final de sus días como la dignidad de la creación. No se trata de una creación como resultado de la vida, sino la creación para engendrarse a sí misma. Como ecribe Tzvetan Todorov en su prefacio a la publicación de sus Confesiones (Robert Laffont 2005), es una biografía en el sentido literal, una vida escritura la que se nos entrega en esta recopilación de cartas, anotaciones, y textos. Si la poesía de Svetaeva es apreciada por su intensidad, sus escritos en prosa revelan los contornos de esta vida sacudida por experiencias violentas que atravesaron su vida en varias direcciones, transformadas más tarde, por las manos de la poeta, en huella personal. Svetaeva escribe: No amo la vida como es, para mí no comienza a significar, es decir, a tener peso, sino es transfigurada en el arte. Ese amor apasionado por vivir una especie de carpe diem constante, hace de ella un personaje trágico, decidida como estuvo a no ser ua una escritora epigonal de ninguno de los escritores de su época, Maiakovski, Pasternak (su gran amor, un poco ficticio), Pushkin, e incluso, Rilke, con quien mantuvo una apasionada correspondencia. Marina se insurgió contra esas herencias que la acompañaron en su travesía europea, y durante catorce años en París, antes de morir a su regreso a Rusia, en 1941.
Todo empieza por un matrimonio (1912) con un joven oficial ruso de la armada blanca, Serguei Efron, muy pronto involucrado en los hechos sangrientos de la revolución bolchevique, más tarde deportado, por lo que Marina se ve obligada a seguirlo, debido a unas condiciones de vida miserables. Una de sus hijas ha muerto de hambre y cuando ella decide ir a reunirse con su esposo en la ciudad de Praga, el caos y el infortunio han empezado a tejer sus redes. En 1925, la poeta decide fugar con Serguei y su hija Alia a París y así huir de la pobreza y la precariedad en que se había sumido su familia luego de los acontencimientos de octubre. Sobre París ella había escrito en su primera visita a los dieciséis años: Rumor de boulevares nocturnos/ El último rayo de sol se extingue/ Por todas partes parejas y parejas/ El temblor de los labios y la audacia de los ojos/ Durante toda su vida, Svetaeva no dejará que ese fuego, ese ardor, se extinga: Todo en mí es fuego, escribe a una amiga, atrapada. Atrapada en la lucha entre el mito de Phyque y Eva, dos puntos de tensión: pensamiento y cuerpo. El cuerpo para Marina siempre pasó después del alma. Con Boris Pasternak, esa tensión encontró su medida, entre poeta y poeta, entre el amor amical y la pasión amorosa: Deseo un hijo de él, para que viva a través de mí. Si eso no se realiza, mi vida no será completa, ni su proyecto (pero s casi no se conocían!!). Nada de eso se realiza, ni sus ganas de ver editados sus libros, que después de su fuga de Rusia han caído en el olvido, el desdén del medio literario ruso transfigurado por los nuevos valores de la revolución que nada tienen que ver con la literatura, ayudan al silencio y Marina ve su obra marginada: El poeta no puede servir al poder porque es él mismo el poder, el poeta no puede servir al pueblo, porque él mismo es el pueblo. El día en que Svetaeva ve declinar esas fuerzas de escribir, su único refugio, su único amor, más allá de todas las pasiones fulgurantes por las que ha estado marcada su vida, sabe que dejará de existir. Su hija Alia, su esposo, y su hijo nacido en Francia, a quien llamaba Mour, deciden su regreso a Rusia, poco antes del estallido de la Segunda Guerra. Alia será deportada en el Goulag, Serguei, convertido en espía soviético durante sus últimos años en París, arrestado y también deportado, y Mour, fascinado por la Unión Soviética, no verá el peligro. Cuando Svetaeva decide volver, se produce la invasióna alemana obligándola a refugiarse en un lugar abominable en la campiña rusa, lugar que le recordará su triste vida en las afueras de París. Esta vez, intuye el final. El trabajo y el hambre se imponen muy rápido. La síntesis de esa situación es una carta desesperada al dueño de un bar para conseguir trabajo lavando platos. Este será, como dice Todorov, uno de los escándalos de la literatura rusa y, como lo revelan sus cuadernos, 15 en total, que reúnen de todo, notas, apuntes para nuevos libros, impresiones... etc, todo lo que ella pudo arrancarle a la vida. Es el corolario, poco después, Marina Svetaeva termina con esa vida de la cual había escrito el epitafio: Y mi ceniza será más cálida que su vida.
Bibliografía: Marina Tsvetaeva, Les carnets, Edition des Syrtes, París, 2008.
Tzvetan Todorov, Vivre dans le feu, Ed. Laffont, París, 2005 :
vendredi, juin 27, 2008
Divisa
oída en la radio France Culture... http://www.franceculture.com/
jeudi, juin 26, 2008
la alienación
Blanco
Llamar blanco a lo que es blanco puede destruir a la humanidad.
Clarice Lispector
Todo empieza por la destrucción del lenguaje, cuando ya no se puede escribir ningún texto, cuando alguien abandona, y queda la ausencia, la desaparición de esa persona, de ese cuerpo. Completamente desposeído. No se puede decir Yo quiero, porque es letra muerta, no hay a quién mandar esa carta. Es una carta dirigida a nadie, que vagará sola, sin encontrar su destino.
Entonces el cuerpo, el de la mujer, o el del hombre, es una máquina, una industria, sin alma, sin estado de alma. Ya no es capaz de decir nada, convertido en algo que no sabemos nombrar. La locura no tiene objeto ni sujeto, es un espacio en blanco donde nada se inscribe, nada se graba.
El deseo ha abandonado su objeto. O lo ha hecho invisible. Nadie, en estado de alienado, desea.
La locura de Fedra, la locura de Camille Claudel, es la ausencia de deseo, que ha sido devuelto a su dueña y le llega sin contenido. Yo pienso en El úttimo cuerpo de Úrsula, en por qué ese cuerpo se paraliza, no desea existir. Porque a fuerza de imponerle una plusvalía, a fuerza de negarle la existencia a través de su deseo, decide desaparecer.
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Sí, se puede llegar a sentir angustia del propio cuerpo, de su espacio, de su vulnerabilidad. Si confiamos tanto en él es que nos movemos casi por un milagro, por el afecto de los otros, por todo lo que eso nos afecta y nos da.
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La primera visión que tengo de la locura proviene de la niñez. Es un loco en una calle de Lima, tratando de cruzar una avenida, semidesnudo y sucio. Luego las ganas de cubrirlo, y el temor que me produce ver su sexo en erección, la impresión de esa parte de su cuerpo en mi visión, la confusión y el miedo y la voluptuosidad que esto produce. Las preguntas que vienen espontáneamente en la cocina, dirigidas a mi madre que descuartizaba un ave manchándose las manos. Primera intuición sobre la voluptuosidad del miedo, pero no se lo digo a nadie. Más tarde, lo escribiré.
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Mi padre nos había traído Alicia en el País de las Maravillas, de Lewis Carrol. Es un libro para niños nos dice nuestro padre y nos obsequia un ejemplar para que hagamos una lectura. Y sin embargo, ese libro me producía pavor, las órdenes de la reina para decapitar a sus solados cuando desobedecen, Alicia atravesando la realidad, el encuentro con el gato, me parecen violentísimos. No puede ser verdad tanta violencia, no cuando yo sentía que la violencia podía rasgar algo en el interior. Necesitaba soñar. Escribir mi texto. Sin esa violencia.
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Pero no, no puedo, es demasiado tarde. Necesito hablar de esas cosas que nadie habla ni nombra, necesito dar voz a esas voces silenciadas, necesito tratar de comprender qué pasa cuando nos ponemos en su lugar. Empiezo con la tercera persona, pero me doy cuenta de que solo puedo acercarme a mí para saber quiénes son los otros. La locura solo puedo comprenderla desde la imaginación. Mientras mi lenguaje esté cargado de afecto, yo creo poseer todos los significados. Significo en una frase, en un movimiento. Esa es mi sintaxis.
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En Francia descubro la desterritorialización, la necesidad de enraizarse en el lenguaje para no desaparecer. La necesidad de dar contenidos, de producir significantes. Soy consciente de eso y creo que me siento segura, a lo mejor soy soberbia, sí. Creo que poseo un mundo propio y eso me da cierta seguridad.
He leído la vida de Virginia Woolf, de la Claudel, feroces, las dos. Conozco la suerte de Artaud, de los niños de la fortaleza vacía de Bethelheim, de los campos de concentración. Una noche lo leo en la mirada blanca de Dola, la abuela de Eric, cuando ella habla de su hijo desaparecido en un campo de concentración: no lo puede nombrar.
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También encuentro esa frase de Hanah Arendt cuando trata de comprender la barbarie: Pero, ¡el lenguaje no puede haberse vuelto loco!
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Sé que la lógica es una forma de locura, la sintaxis cerrada, la frase blanca, la locura. Como el Mersault de El extranjero, esa ausencia que no le permite relacionarse con lo que vive, ni siquiera con la muerte de su madre. O ese innombrable de Beckett lo sé.
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No puede haber continuun en la locura, no hay más que experiencias sin raíz como si las hubiesen arrancado. Y esas camas abandonadas, las del manicomio aquí, en México, nos revelan que esos cuerpos han estado allí para desaparecer de la vida de los demás, han sido recluidos en vida, borrados de la historia. Esa desposesión total, esa ausencia que nos grita: ustedes también son vulnerables.
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Sé que todos somos capaces de perder la cordura, de quedarnos sin esos contenidos que tanto cuidamos, encerrados en las reglas de la lógica. Lo sé, pienso en una imagen , es como la fortaleza vacía, las palabras ya no significan.
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Cuando leo a Robert Amtelme, sé que el sufrimiento puede terminar con un sujeto, convertirlo en una “máquina insignificante”, quitarle su valor humano. Y entiendo la idea del Eterno retorno de Nietszche, que el sufrimiento se repita ad infinitum es la locura.
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Pienso que producir mis propios significados, escribir, me protegerá de alguna forma de la desaparición como sujeto, como mujer.
Lo siento mientras camino por un puente de París y veo la belleza de esa ciudad y sé que lo único que puedo hacer es inscribirla.
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Comprendo inmediatamente que existe una idea de don. No tengo nada que esperar, eso, sería la locura. Tengo simplemente que desprenderme. Quienes cantan en la oscuridad, avanzan.
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En una persona que no vive sino en el presente, que no conecta el pasado con los otros tiempos gramaticales de su lenguaje, yo leo alienación. Es una locura ignorarnos hasta el punto de no saber nada de nuestra vida interior, no poseer vida interior. Leí esta frase de Deleuze: La vida espiritual es el movimiento de la mente. Horror si yo no puedo pensar o imaginar, horror si una actividad me paraliza la imaginación. Y por eso renuncié a la mayoría de los roles impuestos por el exterior. Si yo no puedo pensar, no existo como ser humano, es mi única dignidad como mujer. Y un, día, en una clínica de París, dije adiós a un niño que nunca conocí. Eric terminaría por dejarme, una llamada de teléfono bastó: No regreso a Lima, me quedo en París.
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La locura es la transgresión de ciertas reglas no admitidas socialmente. Así, una mujer no patea, no muerde los brazos de los hombres, no se muestra obscena en público, no dice injurias, no rompe botellas de alcohol y no se embriaga. Todo eso, no lo hace una mujer sino se la castiga como a una histérica. Vigilar y castigar. En cada una de nosotras existe una inquisidora. La misma que castiga a la mujer de la foto, la Castañeda, la misma. Incluso el lenguaje puede ser policial, nuestro lenguaje lleno de censuras y de vacíos de sentido para nunca decir lo que se piensa. Traicionarse, siempre tracionarse.
Y perderse.
La locura.
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Escribir casi como una paranoica para no perderse, contínuamente, dormir, leer, escribir, dormir, comer, dormir y escribir, no sé si en ese orden, tal vez dejarse invandir por la sensación de estar echada cobre el mar de Lima, el sol de frente pega sobre el rostro, para luego levantarse, siempre levantarse, dejando la cama vacía.
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Decir: yo te quiero, es una afirmación contra el peligro del tiempo. Yo te quiero ahora y aquí, frente a mí, afirma mi presente, comprime el tiempo. Como todo desaparece, afirmar mi afecto con esa frase significa la letra escrita y durable, la carta escrita que se afirma en el presente.
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Yo estoy en los otros, estoy en sus gestos, sus palabras, sus miradas. A fuerza de mirarme solo en ellos, me deformo, como Narciso que a fuerza de mirarse en el lago ya no se reconoce. Cuando escribo vuelvo a mí, me construyo hasta que eso dure.
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Hay una dictadura de la mirada del Otro, algo que se nos impone desde fuera como en una escena en la que debemos actuar y cumplir con una función. Si salimos de esa cadena de significados, vamos hacia el aislamiento, que es una forma de locura. Locura también es quedarse sin interlocutores, sin nada qué decir.
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La ropa blanca secaba sobre el cordel. La sacudía un viento suave, acariciándola. Tengo quince años, de pronto, me pregunto: ¿y si se suspendieran todos lo juicios, y si se dejara de pensar y solo se existiría así, sin palabras? Imposible, yo sé que la noche es inherente al día, que es necesario el lenguaje para existir.
El viento sige soplando levemente en el valle y la ropa, blanca, se sacude. Hay que dejarse invadir por esa soledad. Y esa tranquilidad.
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Pienso en el blanco que tanto atemorizaba a Gérard de Nerval, quien se colgó de una cuerda en la rue de la Lanterne, en París. Pienso en eso y en un texto de Florence Delay, Dice, Nerval, que explica cómo Nerval creyó en su locura y jugó con ella. Yo soy el oscuro, el viudo, el inconsolable, escribe Nerval. Hay que regresar al sosiego, a la cordura. A la aceptación de las reglas. Mantenerse en el orden.
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Si La nave de los locos llevaba a leprosos abandonados a sus suerte sobre una balsa, luego, cuando existieron leprosarios, se convirtieron en los lugares de encierro para los herejes y las brujas. Las brujas eran, muchas veces, mujeres libres que deseaban vivir con libertad. Más tarde las apestadas han sido las histéricas, ahora, sin castigarlas ni encerrarlas, son las que se quedan solas, al margen de la tribu. Esa soledad del encierro en vida, como la única garantía de su dignidad y su nobleza como personas.
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In abstracto, yo me veo en mi casa de infancia tratando de dibujar líneas a lo Jackson Pollock sobre una tela blanca, con una jeringa conteniendo pintura. Observo las líneas y me parece que son como la realidad, enrevesada, hostil, a veces, acogedora. Pero, creo, sé, que no tendré miedo de esos espacios vacíos, de no comprender. Renuncio a la verdad y a las categorías. Es mi primer acto de libertad.
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Avanzamos por una calle, Olivier y yo, cogidos de la mano. Lo sigo como una brújula, en otra etapa inicial de mi experiencia en el extranjero. A veces cruzamos una persona que habla sola, una demencia inocua, aceptada socialmente y que pasa desapercibida en las ciudades francesas. Llegamos a un café, nos sentamos a conversar y tratamos de comunicar en medio del sentimiento esquizofrénico que produce el diálogo, casi es imposible hablar de verdad, o escuchar con todo el cuerpo, con toda el alma.
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Yo deseo la ligereza de la risa, su irreverencia, su humanidad. Si la Comedia de Aristóteles desapareció fue porque la risa es disolvente, desconoce las reglas de la lógica y es un peligro para el orden y la buena conducta. Pues bien, si la risa es una forma de locura podríamos reírnos de nuestra suerte sin tomarnos tan en serio.
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Pienso en cuando un cuerpo no quiere ser solo un cuerpo sino también persona, un cuerpo hablante y hablado, un cuerpo deseante y deseado, uno amante y amado, un cuerpo reconocido, un cuerpo que sea yo-tú, que pueda avanzar por el mundo sin miedo, con confianza. Pienso en esos laboratorios de la pobreza que son todos los países pobres, los campos de concentración modernos, donde el cuerpo muerde el polvo, absorbe frío. Un cuerpo casi industrial, desposeído de su valor fundamental: su dignidad como ser humano.
Esos cuerpos que no se quieren, que se convierten en el odio a sí mismos y en una desconfianza hacia los otros, cuerpos sin rostro. Y veo cómo caminábamos, mis hermanos y yo, por unos basurales muy cerca del barrio de clase media donde vivimos, veo como cada cuerpo está al límite de dejar de ser una persona, un cuerpo producto de la esquizofrenia del Capital. Entonces no entiendo cómo se puede vivir en un mundo así, cómo decir cosas coherentes, tener un lenguaje sano, sin pathos.
Pero, ¿y el deseo?
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Mi deseo no se produce sino es en la ausencia de su objeto, de ese cuerpo, de su altura, únicamente porque lo puedo inventar. Sé que sufriré pero necesito esa ausencia. Y voy directamente hacia ella.
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Él y yo estamos sentados en una sala, sé que me ha tocado profundamente, que es un clavo que se ha plantado en alguna parte de mi cuerpo. Deseo hurgar en el límite de su angustia, saber qué nos separa y nos arroja el uno contra el otro, con violencia. Nunca antes he comunicado con otra persona con tanta impotencia y tanto amor, convertidos, por falta de confianza, en dos animales encerrados en su jaula.
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En tanto que mujer, tengo miedo de mi deseo, de no saber qué hacer con la libertad. Quiero todo y nada a la vez. Sé que la angustia que esto me produce es la intuición de que mi deseo no posee límites. Sé que no deseo el matrimonio ni los hijos, sé que quiero arder en mi deseo, y sin embargo, le temo como a una enfermedad. Supongo que soy una mujer consciente cuando estoy echada en el sofá de mi casa mirando cómo se mecen los árboles y le digo a mi madre que sí, que me casaré un día.
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Si mi deseo se había atenuado por ese hombre fue porque me creí la princesa que descendía de su caballo a besar la frente de su lacayo con indulgencia. Y por compasión. Desde esa escena inicial, todas las crueldades y arbitrariedades podían ser permitidas sin castigo y sin culpa. Toda suerte de locura haciendo que la libertad sea más deliciosa. Mi angustia se hacía más intensa porque siempre supe que tendría que destruir a mi objeto.
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El amor y la locura se parecen en una cosa: ambos se ignoran, ambos son una especie de alienación. Claudel, en su encierro, repitió varias veces el nombre de Rodin, Adele H el de su querido soldado.
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Es una especie de desorden de los sentidos, de elevación mística, cuando lo veo caminar por la calle, un poco doblado, como si el mundo le pesara. Hay una suerte de encantamiento cuando los dos nos reímos porque sabemos que no podemos hacer nada sino entregarnos con vehemencia a esa pasión, hasta el cansancio. La actividad física entonces es frenética. Como no nos queda nada concreto al final, ambos abandonamos el lecho. La pasión me parece lo más cercano a la locura, nada la satisface y saber que el objeto de ese deseo se mueve, libre por las calles, desespera. Hubiera podido matar...
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Cuando estoy sola, yo no sé qué hacer con esta libertad. Solo me produce angustia.
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Soy una niña cada vez que deseo. Esa niña sentada en la terraza de su casa, mirando el cielo y las nubes avanzar. Aquella que como una corriente fría, presiente la aparición de esa mujer alienada, con trenzas y sombrero, sonriendo, mostrándome que ella no es como todo el mundo, no habla, no articula nada, solo se ríe y me hace girar con ella hasta producirme vértigo. Yo no puedo deshacerme de sus manos que me sujetan en el aire, la voluptuosidad de mi miedo me paraliza. Me deja sin aliento hasta que grito, y sé que es como una liberación, una sensación sublime y al mismo tiempo aterrada.
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Lo contrario al sosiego es la locura, es el grito, que no es música, no articula. Constantemente hacer el esfuerzo para unir el exterior con el interior, moverse en el exterior sintiendo que no traicionamos nada que nos pertenezca, que nos identifica, ¿no es acaso una locura? Por último, escribir siempre como una analfabeta, como una niña que aprende a escribir, como si le llevasen de la mano. Dibujar figuras hasta que aparezca mi rostro, sobre todo el tuyo,
Intenta.
Nueva editorial
mercredi, juin 25, 2008
Revista La tempestad
Descubierto un restaurante peruano en la calle Tamaulipas de La condesa, voila mi lado chauvino, que es más bien un vínculo con la casa, la madre, mi pasado.
a ver si cuelgo mi video de calle exterior, el interior está ahora más sosegado, cuando Nicolás me alcanzó las revistas y empecé a leerlas, me sentí de nuevo con estado de alma, con ganas de seguir a contracorriente, aunque termine como un salmón!
Abajo: interior-exterior... Me repito, olvidarme mis exigencias pequeño burguesas, de mis pequeños goces, de mis ganas de ir a toda velocidad, de esa necesidad de incandecencia, saber vivir con cierta austeridad. Contemplar. No hay mucho que comprender, sino observar, saber estar con los demás y aceptar lo que la vida nos ofrece. Una de las cosas que más me gustaba de Monique, es que disfrutaba mucho de sus momentos de soledad, los absorbía con fruición, pero sabía también estar en serenidad. La combustión, agota.
mardi, juin 24, 2008
Claudel
El idioma
Insisto en algo: yo nunca he sentido desfase entre el idioma francés y los que lo hablan, es como si estuvieran siempre presentes, ocupando sus frases. No me pasa lo mismo en otros lugares, hay como un ruido constante que perturba la comunicación, cuando el diálogo se hace griterío y no música, algo anda mal. Siempre pienso en la frase de Hananh Arendt, cuando lo del Holocausto, El idioma no puede haberse vuelto loco. Un idioma autista, que no sea poroso ni creativo, es iquietante. Por eso, el catalán, que no conozco sino a través del carácter extremadamente reservado de algunos conocidos, impuesto a los demás, es un contrasentido que deja pensando en qué sucederá cuando todo el mundo decida encerrarse en identidades regionales atomizadas: La torre de Babel??
lundi, juin 23, 2008
Cuando
La exuberancia del paisaje mexicano me deja perpleja.
dimanche, juin 22, 2008
L'ennui
Pero el verde paraíso de los recuerdos infantiles, como escribía Baudelaire es algo que está ahí, presente como una falta, un manque, ese algo es tal vez sea la contingencia de nuestras vidas que no logramos aceptar y que se manifesta en melancolía, abulia. Desclávame mis clavos, oh nueva madre mía, verso de César Vallejo, que podría ser la súplica francesa que no desea saber que los clavos los tienen que desclavar ellos mismos. Y por eso creer que cerrar las puertas, las nuevas reglas europeas de imigración, sea la solución es solamente buscar una coartada para no enfrentarse con lo esencial, como los es en otras partes aferrarse a la idea de que nada debe cambiar y que podemos seguir así, con medio planeta en la total vulnerabilidad, total, piensan tal vez ellos, alguien hará ese trabajo por mí!!
vendredi, juin 20, 2008
México
No logro deshacerme del zumbido del avión un airbus que se sacudía como una hoja en el cielo inmenso. Solo yo sentía esa sensación de vulnerabilidad, al menos, la única que parecía sorprenderse. Fulgor de ideas, nunca me siento totalmente bien en la estabilidad sino en el movmiento. Cada instante es un fuga, un desarraigo y hay que saber vivir con ello. Esa es la esencia de la vida...
seguiré luego, la cabeza me zumba... En un par de horas salimos para Cuernavaca...
http://fr.youtube.com/watch?v=fAwUGd5Kxwg
Cesaria Evora, ese es mi estado de ánimo: saudade luminosa...
jeudi, juin 19, 2008
Me voy
mercredi, juin 18, 2008
tempo: acelerato
Mientras avanzaba en el tren (otra estética, más austera, menos tupida), releo entrevistas sobre Lévi-Strauss, y pienso: gran dilema, cómo resolver esa distancia entre la necesidad (que es com una religión) de creer en una cierta trascendencia y saber que en el fondo es casi imposible, que el mundo ha existido sin nosotros y que continuará haciéndolo, cómo? Aceptar lo efímero, lo cambiante, todo lo contrario de lo duradero, y no asustarse, esa es la sabiduría, o la elegancia de la sabiduría. La sensación que tengo es que nuestra arrogancia nos ha llevado a creer que somos indispensables, que la tecnlogía y la ciencia nos aseguran un lugar seguro en el mundo y a no desear cambiar. De ahí la revoluciçon copérnica de LS: la civilización es una noción, un montaje. El sujeto no existe solo y no se impone a la naturaleza, existe porque esta le permite conocer. Será así? Y entonces, la escritura, qué es? Conformarse con el presente y no aspirar a ninguna trascendencia?
Son preguntas que dividen, acción, no acción, compromisos y movimientos.
Escribo en la terraza de mi amiga paloma, hace mucho calor y llegan unos amigos... Acab de llegar de el diario El país, ambiente de compañerismo, decontracte. Me había olvidado que en Madrid hacía tant calor. Esta noche ganas de ir a una peña a escuchar música andaluza...
lundi, juin 16, 2008
Hoy salgo para Barcelona desde Niza. No puedo evitar el sentimiento de desarraigo, siento que dejo mi casa aunque regreso a ella. Una noción de tiempo intensa. Justamente esta mañana mientras tomábamos el desayuno con Monique, mirando la montaña, me decía que las personas que persevran en sus decisiones sin jamás ponerlas en duda, son aquellas que se sienten eternas.
Es como si no posyerean la conciencia del tiempo, se ven idénticas, no se imaginan que van a cambiar y envejecer como todo el mundo. La falta de curiosidad, de porosidad hacia los otros, tiene que ver con una vanidad nutrida de esta carencia de noción de tiempo. Y sin embargo el tiempo y el espacio son dos categorías que nos definen! No me imagino lejos, mi cabeza sigue trabajando también en francés. No sé dónde vivo. Supongo que me mi casa soy yo. Y algunas personas que me leen.
samedi, juin 14, 2008
La época del miedo
Sus diarios, sus cuadernos, son brillantes, de una observación acerada, casi clínica sobre la sociedad de su época, pero también generosa, valiente. Hay edades crucials, esta (la de este cuaderno), entre los 18 y 20 años, es de , formación, la de los cuarenta, de asentamiento. Edad difícil porque se llega a la madurez estando con un pie en al juventud. Por eso, es importante saber hacer elecciones, filtrar lo que no nos va a ayudar a crecer, lo que nos limita o nos empequeñece, aumentar la medida de los lentes, yo que soy miope! Un proyecto de vida puede tambalear si es que no tenemos cuidado. Una tarea que no es fácil, pero se trata justo de eso, de una lucha constante contra las convenciones y los relatos pre-frabricados. Le contaba a Monique que cuando estudiaba filosofía, incluso en el colegio, se me miraba con desconfianza, la mirada femenina era también feroz, porque me salía de lo colectivo, y no me comportaba como una mujer tradicional: no sabía cruzar las piernas!! Y había un estudiante, aspirante a cura, que me tenía pavor. Era su antítesis y su tortura al erosionar sus esquemas sobre la mujer y la femineidad. Y bueno, esos atentados contra las buenas costumbres... Insisto hay que perder el miedo para pensar, actuar, vivir. Síiiiiiiii....
terminado el artículo sobre Lévi-Strauss, especie en extinción... Y la novela. Ya veremos...
vendredi, juin 13, 2008
vanidad tienes nombre de mujer?
No llego a sentir que me apropio del lenguaje a través de la escritura, algo actúa todavía en mí. Llegar a conocer a otra Patricia, una nueva, es lo que deseo, podré, tendré las agallas, la fuerza? No lo sé. La soledad de sta residencia me ha ayudado pero excluye del relato general. Mi crisis se origina cuado siento que el lenguaje, en lugar de acercarme de acercarme a los otros, solo me aleja. Y en eso, la vanidad tiene que ver. No somos ángeles somos un cuerpo, decía Teresa de Ávila, de quien casi termino el libro de Kristeva. Pero esa vanidad, ese orgullo pittoiyable (patético), no lo quiero, solo deseo la dignidad, no el orgullo. Autorizarse a ser arrogante con los arrogantes, sí, pero no con los humildes, saber reconocer. Y sin lamentos. Establecer un equilibrio entre necesidad y contingencia, entre exterior e interior, siempre amenazados por los movimientos en sentido o el otro, por ese juego de espejos que son los otros.
He estado pensando en todo esto y en el comentario de Rocamadour, sí hay un desafío a la autoridad, ya lo he dicho, la única forma de ser independiente, y eso toca de forma figurativa a otras esferas, al orden social y político, etc... Kristeva escribe: sufrir es un destino femenino, está claro y morir humanamente natural. Como creo tener una lectura vitalista de la experiencia, no creo que yo podría ser feliz sin tocar ciertos límites, sin exponerme, sin esa aventura. Escucho a personas mayores. Monique me dice, mírate en el espejo y repítete que jamás vas a renunciar ni a tu pasión, ni a la vida... Tu as une tête de gamine parfois! Mnnnnn (A veces, por la mañanas, tienes una cara de chiquita, Monique dixit)
Pero, por qué a veces que todo entra en mí con una fuerza, con una casi violencia, que hace mal? Y al mismo tiempo hay un goce. Oh, placeres masoquistas. Son necesaris para trascenderse?
Y ahora sigo con mis lecturas, paseos (o, cómo me da pena salir de este paraíso) y reflexiones, me siento tan pequeña! O será simplemente vanidad? Vade retro!
Cito un párrafo de Lorette Nobecourt, encontrado al azar en la web que está en relación con lo que digo:
" Si la littérature n'est pas au service de la vie, elle ne m'intéresse pas tellement. Je ne parle pas seulement de l'écriture mais de la lecture. Je lis énormément pour comprendre quand même, deux, trois bricoles sur la vie avant de mourir. Je crois qu'il y a un phénomène de bascule: il y a un état de désespoir qui à un moment donné est tel qu'il bascule dans la joie, et donc forcément le rapport au monde s'en trouve changé et, forcément, le rapport à l'écriture change aussi. C'est dès lors évident que mon travail n'est pas le même".
Si la literatura no está al servicio de la vida, no me interesa realmente. No hablo solo de la escritura sino también de la lectura. Leo enormemente para comprender al menos, dos o tres cosas sobre la vida antes de morir. Creo que hay un fenómeno de balanza: hay un estado de desesperanza que en ciertos instantes se inclina hacia la alegría, y por supuesto nuestra relación con el mundo se transforma, la relación con la escritura también. Es entonces evidente que a partir de ese instante mi trabajo ya no es el mismo.
Foto con Helene Lenoir, Vadri, y Monique Enkell... Video de los interiores del monasterio, espero que funcione.
jeudi, juin 12, 2008
Jeky and Hyde
Quiero decir que toda una vida no me parece suficiente para ganarse y estar en posesión de sí misma. Toda una vida es una lucha entre nuestros dos extremos, el creativo y el destructivo, Jekyl and Hyde. A veces soy capaz de lucidez, de estar en posesión de mí misma, de cierta generosidad, y otras, de ridícula insensatez, de mezquindad y vehemencia. Lo peor es quedarse con la sensaicón de que la segunda toma la posta sobre la primera, olvidándose de esa hermana interior que todavía no soy.
Una vida para enriquecerse, dar a los demás, estar presente. A veces me da verguenza mis ridículos arrepentimientos cuando los dados han sido lanzados. Sin embargo confío en llegar a ser esa persona de la cual no tenga que avergonzarme, confío en que la edad, el apoyo de los otros, sus críticas, harán de mí una persona más sólida y más auténtica. Y más valiente.
Sí, yo deseo esa vida, pero a condición de sufrir siempre, siempre, y de no esconderme por cobardía. Tagore (cita tomada del diario de SdB)
Confío. Que no sea como escribe Beauvoir (brillante a sus 19 años!), tramposa, el recuerdo del amor en lugar del amor, o una tranquilidad indiferente en lugar de la felicidad. No quiero detenerme en los detalles, quiero ir a lo esencial. No sé si, como a veces me dicen, sea bueno leer tanto, pero esa es la única manera de ponerme en duda, de regresar a mi pequeña e ínfima existencia, de bajar la cabeza y luego levantarla para ver un cielo lleno de estrellas. Protejo una inocencia querida y por eso, cada texto que descubro es un goce, una felicidad.
Encontrado, un poema extraordinario de Paul Claudel que deseo traducir.
mardi, juin 10, 2008
Ah, y Hedayat está cerca de Mohamed Chukri, traducido en Debate. Lean el Desayuno desnudo, genial.
Traduzco un fragmentito de Hedayat... pensándolo bien... mnnn....esa música la he oído antes:
Mientras más entraba en mí mismo, igual que esos animales que, en invierno, se encierran en su hueco, más mis oídos penetraban de manera distinta la voz de los otros y de la misma manera escuchaba mi propia voz resonar en mi garganta. La soledad pesaba en mí y se parecía a esas noches sin fin, espesas, densas, y llenas de una oscuridad tenaz, compacta y contagiosa que se preparan a descender sobre la ciudad desierta donde pululan los sueños de lujuria y de odio.
¿Qué esperas entonces: La botella de vino no está aquí en tu habitación? Bebe un trago. Muere puesto que ya estás muerto por dentro, imbécil!
Y de veras murió. El alcohol, el desarraigo, neurosis galopante. Me hace pensar en cientos de personas que no pueden escribir y que incluso haciéndolo no logran trascender esa sensación de futilidad y de muerte espiritual. Se trata de una muerte espiritual entonces, pero siempre puede haber resurrección, sobre todo si hay sol....
Es curioso porque mi humor es luminoso, solo pensar en Italia, en el sonido del italiano, en las calles y en las atmósferas que veré, me lleno de una impaciencia jocosa....
lundi, juin 09, 2008
Amazona
No sé qué voy a hacer con tantos libros que me han llegado. No sé si terminaré todos y no sé si los pueda cargar conmigo.
Ayer el sol salió tarde, las nubes se elevaban sobre los cerrros, silenciosas, hacia el cielo. Después hubo luciernágas, todo un espectáculo. La otra tarde que me paseaba con Monique, le dije que parecía el trópico, lluvia, calor, como si fuese la amazonía y yo una amazona.
dimanche, juin 08, 2008
La mayor aventura
Acabo de recibir los Cuadernos de juventud editados por Gallimard. No he esperado mucho para empezarlos, pero debo, además, terminar muchas cosas, entre ellas, correccción, dos artículos, empiezo a angustiarme. Me es imposible no observar a los demás, a veces, me impaciento porque no logro más que rozar una parte de ellas, porque son todas mujeres (hablo de la residencia). Creo que lo que más me apena es comprobar que con el tiempo las personas renuncian a muchas cosas, por eso el vitalismo de Gide siempre me ha encantado, como me seduce lo que dice SdB: Se trata de ganer el derecho de decir "yo", que se apoya en la frase de Sartre: Somos lo que somos únicamente a través de la negación íntima y radical de lo que han hecho de nosotros. Ese camino es largo y empedrado, como lo describía la biblia, ninguna presencia auténtica se gana sin padecimiento.
Otro fragmento que me toca directamente: escribiendo participamos en el esfuerzo que hace el mundo para saber, comprender y expresarse, empresa colectiva que nos saca de nuestro aislamiento.
Estoy escribiendo apurada, con mucha gente que pasa a mi alrededor, completamente indiferentes al hecho de qu escriba, una niña juega en el suel, apenas logro mirarla, salvo cuando se tropieza con mis pies y me hace tambalear!!
Seguí con la introducción al libro de SdB, descubro la relación que tuvo con su primo Jacques y reconozco algunas cosas personales en ella: Pr ejemplo, el rol simbólico que le atribuimos a ciertas personas en nuestras vidas y que impide que veamos a la verdadera. Mientras más importante sea ese rol que le otorgamos ( y mientras haya neurosis), más complicado se hace ver a la persona real. Por eso, las relaciones más apasionadas son las que construyen desde la imaginación y no tienen correlato en la realidad. Muchas veces nos negamos a aceptar que alguien no nos concede su afecto o no nos respeta. Lo vemos solo cuando la evidencia es escandalosa. Si no, confiamos en que somos queribles. Basta una frase para que se genere esa ficción. Y cuando tenemos que enfrentarnos a la realidad, el caso de SdB que por mucho tiempo alimentó una relación que consideraba espiritual y sólida pero que se banalizó, o se ridiculizó tanto que tuvo que renegar de ella, padecemos una convalencia larga. A veces inesperadamente larga. Mientras más nos involucramos en lo que hacemoss, en escribir y vivir, más importantes se hacen los vínculos. No hay lugar para la frivolidad. SdB tuvo una amistad intensa con Merleau Ponty, a quien culpabilizó de la muerte de su mejor amiga Zaza, con Sartre, matizada de amor y hasta la muerte. Siempre luchó por ellas, se expuso, peleó para poder crear un vínculo que fuese duradero, porque su vida estaba completamente implicada en ello, todo su proyecto vital y creativo. Renegar de sus afectos es renegar de lo que somos porque cada malentendido, cada relación abortada, pone en duda nuestra capacidad para saber quienes somos y qué tipo de vínculos establecemos con los demás. Y aunque siempre estemos en la caverna, siempre buscamos la luz, la comprensión. Si no dejaríamos de llamarnos humanos....
Trato de colgar un video de la residencia... Imposible seguir escirbiendo con tanta gente... ha llegado un coro de niños, y ahora se ha puesto a diluviar!!
Lo siento...
jeudi, juin 05, 2008
Sigo
Yo creo que mi idea sobre el lenguaje, no es original. Puede ser una salida a muchas cosas, a muchos conflictos individuales, pero también sociales. Si, desde pequeñoas nos enseñaran a hablar con nuestras propias palabras y a darnos confianza en lo que somos, tal vez seríamos menos torpes en nuestras relaciones con los demás. Donde hay desconfianza, miedo, siempre hay destrucción.
Ayer cogí la versión original del diario de André Gide que fue el único libro que robé de casa de mi abuelo como recuerdo. Abrí a azar. Encuentro:
Condiderar a los pesimistas como enemigos. Son justamete ellos, que ensombrecen la vida, los que más se aferran a la vida.
La indignación, sí, pero nunca el odio. Soy y seguiré siendo incapaz de odiar. Incluso en los peores tiempos de guerra. Sin duda es una debilidad y podría serlo cuando se trata de actuar, pero nada qué hacer. De hecho escribí un día: Familias, las odio!, se trataba de todas formas de instituciones y no de personas, y no es la misma cosa. Es así que podemos odiar la guerra, un regimen opresor, etc... Pero apenas se trata de personas, para odiar, tendría que haber más intolerancia de la que poseo, y desinteresarse del por qué, o cómo, y dónde está la explicación, si no es la justificación de las peores cosas.
Desde hace un tiempo no puedo sino pensar en voz baja. Es una forma de mentir.
He ahí unos fragmentos, habría que recordar que André Gide publicó su diario en vida, como Julio Ramón Ribeyro, ¿por qué? Si el primero era vitalista, creyente, pero además un gran escritor, su diario era una construcción en vida de su imagen. Y Gide quería estar a la altura. No falló, se le puede recrimina cualquier cosa a Gide, nunca entendí su fobia hacia Nietszche, pero no incoherencia. Gide siempre decía, por principio, que se tenía la obligación de ser feliz. Y sí, a veces lo creo. Cuando veo a tanta gente que lucha por vivir, y vivir dignamene, me digo, me repito a manera de mantra, que es una frivolidad y una necedad quejarse de su suerte. Gide llevó su diario hasta su muerte, siempre del lado de la vida, con una mirada de rapaz. El diario de Ribeyro es, para mí, lo mejor que ha escrito. Eso lo coloca al lado de Gide. Allí es insobornable, consigo mismo, y hacia los otros. Recuerdo que una vez una amiga se negó a que le presentase a JRR: Yo no entendía, yo no tenía nada de miedo, me sentía ajena a esos sentimientos de reverencia, pero ella me dijo: Cómo me describiría en su diario?
La tentación del fracaso de JRR es la tentación de la autodestrucción sistemática. Yo me pregunto si no tenía que ver con un enorme sentimiento de frustración, de impotencia y del desarraigo. Su diario es importante para hablar de sí mismo desde una búsqueda de lucidez, pero tambié para entender por qué decía que escribía para dar voz a los mudos. Nos pasamos la vida tratando de ser mejores, Nosotros, que somos tan arriesgados... escribió Rilke.
Anoche, cena de despedida de Helene y Vadri, música de piano para terminar, Anette, alemana afincada en Francia. Esta mañana sino me hubieran llegado las correcciones del nuevo libro, me hubiese deprimido. Yo me entendía muy bien con ellos dos. Ahora, me quedo huérfana.
Los acompañé hasta la bajada del monasterio, ahí donde esperaba Jean-Jacques para llevarlos a Niza. Yo también tengo que ir a Niza ahora, o sea.... que sigo más tarde.
mercredi, juin 04, 2008
De nuevo
Esperemos que regrese, entre tanto sigo con las lecturas, Lévi- Strauss, Kristeva, Dagrman... LS confiesa en una entrevista que por mucho tiempo vivió fuera de la realidad, en el mundo de los mitos de los habitantes en la amazonía de América del sur... Me gusta la manera como tiene de interpretar a los demás, sin prejuicios.
Aquí me dicen que soy muy atenta con los demás. Me sorprendo, creía ser autocentrada, pero parece que algo se ha movido en mi carácter... Tanto mejor.
lundi, juin 02, 2008
Estoy sentada en una ermita, al fondo del jardín, se ve la montaña, se ve la ruta y el río, abajo, en el valle. Helene ha salido, cuando se vaya, la extrañaré (además estoy leyendo su última novela que ha salido en Minuit, La folie Silaz). Creo que podía haber una amistad de verdad.
Traduzco primero algunos fragmentos del libro de MY:
(prefacio)
Este baile de máscaras es el comienzo de una toma de consciencia.
(poemas)
Dónde salvarme? Tú llenas el mundo. No puedo huir si no dentro de ti.
No entregarse, es aún entregarse: es ofrecer su sacrificio.
Decimos: locos de alegría, deberíamos decir, sabios de dolor.
El amor es un castigo, hemos sido castigados por no saber estar solos.
Hay que amar un ser para correr el riesgo de sufrir. Hay que amarte mucho para poder sufrirte.
Estoy agotada: he caminado toda la noche para sembrar tu recuerdo.
Dejar de ser amada es hacerse invisible: ni siquiera te das cuenta de que poseo un cuerpo.
No se construye la felicidad sino es sobre la desesperación. Creo que podré ponerme a construir.
· He elegido los más cortos. Olvidaba decir que ayer hubo una conferencia de una especia de gurú que habló también de los problemas planetarios más urgentes: desastre ecológico y la necesidad de una economía sostenida y más justa. Cuál es la ideología de nuestro tiempo? El consumo, basado en un valor social, el trabajo. Qué pasa cuando no aceptamos el trabajo como un valor remunerado? No existimos! Luego pensé en aquelloas que escribimos y queremos vivir de eso. Imposible. Hoy se lo decía a Helene, ni hablar pensar en vivir de los libros, son como un don, un regalo, un sacerdocio...
· Por qué tememos tanto a ese don? Porque en él significa darse, entregarse sin cuota de rescate.
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· Conversaba con mi primo Sebastian a propósito de consumo y de vida austera. Está en un cacerío de la selva (Puerto maldonado, para quienes conocen), trabajando en una ONG de comercio sostenido. S sueña con un mundo menos pervertido por el dinero. Es una forma de sentirse también libre. Tal vez muchos chicos de su edad piensen así, liberarse del valor mercantil de sus vidas que se han convertido en prisiones. Me muestra su casa por messanger, está llena de aves tiene, incluso, un tigrillo!! Elle n est pas belle la vie!!