A veces me pregunto cuándo juntaré mi vida en un solo lugar, en una sola ciudad. Una no siempre decide todo, aunque piense que la voluntad hace un destino. La posibilidad de elegir es remota, contingente. ¿Cuándo cerraré mi círculo de contingencia? Ganas de ir a Lima, a estar con mi madre que nuevamente se debilita, o la vida la debilita con el tiempo, ganas de ir a Francia con Olivier, ganas de llevarme mi casa, a todos aquelloas que me hacen falta. Pero solo existe el desarraigo, no solo el desarraigo del idioma, que sigue siendo mi idioma, pero tiene otra historia, el de una condición en el mundo, la categoría mujer, el de estar lejos de los códigos familiares, de todas esas "señas de seguridad" que mucha gente posee.
Quizás por eso la necesidad de escribir, es lo único que junta esta dispersión.
Hoy cayó una tempestad terrible en Caracas, la gente cruzaba ríos de agua en puntas, corría como podía protegiéndose con periódicos o bolsas de plástico, comentaban, creaban un ambiente de amistad. Los venezolanos son amables, des gens de bonne fois, como se dice en francés, carecen de estrés y eso me gusta y en eso se parecen un poco a los mexicanos, tienen un jardín interior. Aunque no me guste generalizar, es lo que se percibe desde el exterior...
mañana, viaje a París, estoy dividida entre mi necesidad de comunicar con Lima, estar aquí, y Francia que me espera... vaya, !me espera!!
Aucun commentaire:
Enregistrer un commentaire