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mercredi, avril 27, 2011

Por un derecho al aborto, la ley

Es inadmisible que el tema del aborto siga siendo tabú en el Perú. Basta que algún candidato (en este caso, Ollanta Humala) se pronuncie sobre le tema para que se desate una casería de brujas promovida por la iglesia católica y sus representantes. No se ha hablado de una legalización, que normaliza un derecho a decidir ser madre, sino simplemente de "despenalización", es decir que no sea considerado como delito.

En 1975, Simone Veil lideró una batalla por el derecho al aborto en Francia, durante el gobierno social-cristiano (ojo, no todos son radicales) de Giscard D Estaing, la mayoría de derecha no votó, pero sí un sector que logró que se hiciera la ley con el apoyo de los partidos de izquierda. Es increíble que no sea un tema de debate, como no lo es la separación de la Iglesia y Estado, entre otros temas. Hay un conservadurismo que mantiene ciertos temas en la penumbra, o peor, en la oscuridad.  No se puede poner en duda cierta estructura cerrada, rígida y retrógada, que alimenta la religión. Pero, no puede ser que toda la población se pliegue. No se entiende que las mujeres no participen de un debate que las concierne, las estudiantes, las que trabajan, las que están en la casa y conocen casos de mujeres que se han visto obligadas  a abortar en la clandestinidad. Simplemente mantenemos una seria de a prioris naturalizados como que el aborto es un delito y  esto no debe cambiar porque se le estaría negando un derecho a la vida a un ser que ya es considerado como una persona (este debate es absurdo porque estamos viviendo una época en que la noción de alma, que es el argumento de la religión católica, tiene un valor distinto). Pero justamente, las mujeres son ¿personas¿  o son simplemente un medio para que una sociedad  mantenga vivos sus mitos?

No se puede dejar que la religión católica legisle y se entrometa en problemas de sociedad.  No es posible atribuirle tanto poder, la sociedad tiene que movilizarse y pensar y decidir haciendo un lado a la religión.
Difícil concentrarme en estos días aunque haya hecho lecturas muy interesantes. Pensaba en la crítica de Javier Ágreda sobre Tristán, "no es una novela", en ese sentido, lo he dicho, y lo repito hasta la saciedad,  yo creo que el género novela tiene varios dispositivos, uno de ellos es el fragmento. No es narrativa en el sentido clásico, pero eso responde a una intención de la autora: no puedo escribir en el código que se me han enseñado, el fragmento no solo expresa esa incompletitud, ese borrador que somos siempre, sino una resistencia a la ley, a la norma regida por un patriarcado. Es una forma de ejercer una relativa libertad. Releyendo textos, leo que Lacan decía que la ley en el lenguaje la transmite el padre (y Julia Kristeva se opone a esa lectura apoyándose en Mélanie Klein), pues creo que las mujeres tenemnos que inventarnos nuevas leyes y nuevos valores con urgencia...

Pienso que pronto llegaré a Francia, a París, la luz de de esa ciudad , las calles, los ruidos y los olores...

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