Regreso, exhausta, de hacer el Velib, en París. Es la bicicleta que la municipalidad de París pone a servicio de todos los ciudadanos, ahora existe en casi todo el país, y también en varias ciudades de Europa, en Barcelona, por ejemplo, solo que aquí es un poco má sencillo rentarla. Así que gran paseo desde La bastilla hasta los Jardines de Luxemburgo pasando por el Pont neuf, con altos en librerías, un chocolate en el salón de té de la calle de L école de la medicine y retorno: agotada, pero feliz. Pienso en la discresión de los franceses, incapaces de molestar o de ser poco amables. Hay una paciencia que veo en pocas ciudades. Pensaba, es que aquí siempre se espera lo mejor de las personas, y el hecho de pensarlo hace que estén a la altura. Sí, cuando esperamos lo mejor de nosotroas mismoas y de los demás, sucede.
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