Finalmente París: Anne me esperaba con una botella de vino, un super ensalada y quesos diversos. Desde el taxi veía las ostras en los escaparates y me moría de ganas, pero no estuvo mal la cena y me doy cuenta también de la hospitalidad de los franceses (aunque ya extraño la de los españoles!), de la que yo me siento parte... Hace un sol espléndido, no llueve!! Recién despierto y tengo unas ganas de tomarme un café au lait con croissant, comprar el diario, ir a buscar a la librería el libro de Stig Dagerman: La dictature del miedo... Irme a leer al parque de Luxemburgo... devorar calles... soñar...
a plus tard....
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