Lo que está pasando en el Perú me parece revelador: el sentimiento que domina es el miedo. Primero la desconfianza por un candidato "izquierdista", y no de "izquierda", que es una declinación que significa exceso, falta de dominio, exactamente igual como la diferencia que existe entre ser "popular" (tener éxito) y se "populista", aprovechar de una circunstancia para ser popular, no respetar las reglas de juego democráticas, etc, y la candidata de la derecha dura, Keiko Fujimori. Me sorprende que mucha gente critique con firmeza la candidatura de Marine Le Pen en Francia (toda la prensa extranjera, incluyendo Le Monde), y justifique la candidatura de K.Fujimori en el Perú (aparentemente un "mal menor" a la luz de los éxitos económicos logrados por su padre, sic), parece que nos dijesen que no podemos tener mejores candidatos, y se olvidan de que ningún país está libre de este discurso efectista, fácil, y radical de las derechas extremas. Además no entiendo cómo los jóvenes pueden sentirse involucrados por el discurso de una candidata como Keiko Fujimori, y ahí, creo que hay un problema con el lenguaje, es decir, qué está diciendo que los seduce. Hay ahí algo tan violento que recuerda a las "hordas primitivas" que ajusticiaban (y ajustician con los linchamientos en algunas zonas apartadas del Perú) para cobrarse la venganza o liberarse de un sentimiento de culpabilidad (el de ser pobres) votando por una candidata que habla en términos de "tolerancia cero", de servicio militar obligatorio, o de restablecer la pena de muerte. Es decir, promete venganza, vigilancia, castigo, etc, ¿qué rol de imago produce esta candidata? Es tal vez el equivalente de Magaly Medina (quien tiene un programa en la televisión peruana), quien con sus delaciones, burlas y ataques a personajes públicos, logra hacer transpirar la frustración, la cólera y la desconfianza que una parte de la población siente en mi país. Son los "chivos expiatorios" que sirven de purgante. Me ha costado escuchar una campaña que habla en términos acusatorios y condenatorios, más que de proyectos, pero hay que reconocer que el único que se muestra como un candidato, es Ollanta Humala. Es él quien ha hablado de "Estado de confianza" para hablar de la seguridad, aunque haya pisado en ciertas circunstancias el palito de la provocación de Keiko. En la política, como en todo, hay una dialéctica, y Ollanta Humala ha endurecido su discurso para tratar de apartar las dudas sobre una supuesta incapacidad para gobernar (pero !si no gobierna!). Todo se está haciendo en términos acusatorios, perseguidores, con una paranoia delirante. Si los jóvenes y los adultos estuviesen más acostumbrados a escuchar discursos menos inquisidores (hay que mirar la prensa) y perseguidores (la Iglesia es una de las que fomentan ese estado de alerta, de pánico general) pensaría más en los contenidos y serían más sensibles al discurso conciliador de Ollanta Humala que al belicoso y radical de Keiko Fujimori, que además evoca a Dios y a otros miembros de la Iglesia católica para otorgarse autoridad ¿Va a gobernar en nombre del Opus dei? Qué terrible entrar en otra "época Fujimori", en esa política oscura, justiciera y vengativa. Una parte de la población espera una revancha (del lado de Keiko, con violencia, del lado de Humala, con el reconocimiento y el derecho), pero se olvidan que son escuelas, postas médicas, seguro médico, hospitales, universidades, y estabilidad laboral, lo que deben reclamarle al futuro gobierno. Ante el marasmo que han creado los medios de comunicación, la confusión (izquierdista, chavista etc...) y el miedo, el lenguaje no comunica, actúa, ojalá que no sea para sacrificar a la democracia.
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